El emblemático hotel Copacabana Palace, de Río de Janeiro, celebra su centenario

El Copacabana Palace, hotel emblemático de Rio de Janeiro, celebró el domingo los cien años de su inauguración con una larga historia de estrellas mundiales, jefes de Estado y monarcas que visitaron sus suntuosos salones, sus lujosas suites y el famoso balcón con una impresionante vista sobre la playa más emblemática de la ciudad postal de Brasil.

TELAM.- “El Copacabana Palace es más que un hotel, es una institución”, declaró su gerente, Ulisses Marreiros, en declaraciones a la agencia AFP, al referirse a la importancia de este edificio que abrió sus puertas el 13 de agosto de 1923.

Los rostros de personalidades como Josephine Baker, Bob Marley, Freddy Mercury, Madonna, Gal Costa, Ayrton Senna, Walt Disney, Robert De Niro, Nelson Mandela y la reina Isabel II se exponen en una galería de retratos rediseñada para el centenario, en un pasillo que da sobre un gran salón.

Algunas de las fotografías fueron tomadas en el hotel, como la de la actriz Brigitte Bardot apoyada en el gran balcón o la de Antonio Banderas haciendo una pirueta riesgosa en un muro estrecho sobre la piscina.

Fue en esa pileta donde la cantante Janis Joplin nadó desnuda en 1970, lo que provocó su expulsión del reputado lugar, según la prensa de la época.

Unas décadas antes, el cineasta Orson Welles estuvo a punto de matar a unos bañistas al arrojar una máquina de escribir por una ventana, en un día de poca inspiración.

El libro de visitas es una auténtica reliquia, preciosamente guardada en un estuche de hierro. Se exigen guantes blancos para hojear las páginas, repletas de firmas célebres, como la del “rey” Pelé, que dibujó un balón entrando en un arco de fútbol.

Al final del pasillo donde se exhibe la galería de retratos, hay una gran fotografía del hotel tomada poco después de su construcción.

El contraste con el paisaje actual es sorprendente: el predio parece casi aislado, rodeado de una vasta extensión de arena, con sólo unas pocas casas de dos o tres plantas a lo largo de la costa, según consignó la agencia de noticias AFP.

Muy distinto a la hilera de edificios -incluidos otros hoteles de lujo- que se yerguen ahora de forma ininterrumpida en la playa, una de las más famosas del mundo.

Diseñado por el arquitecto francés Joseph Gire, el Copacabana Palace se inspira en hoteles emblemáticos construidos a principios del siglo pasado en la Riviera Francesa, como el Negresco, de Niza, y el Carlton, de Cannes.

Debería haberse inaugurado en 1922, centenario de la independencia de Brasil, pero numerosas dificultades técnicas retrasaron las obras un año.

Pero eso no apagó el entusiasmo de Octávio Guinle, fundador del hotel, cuya familia continuó gestionándolo hasta 1989, cuando fue comprado por el grupo Orient-Express, antes de pasar a formar parte del conglomerado francés LVMH, en 2018.

Este empresario de la alta sociedad brasileña hizo del Copacabana Palace un lugar de visita obligada, atrayendo a artistas como Edith Piaf, Ella Fitzgerald y Frank Sinatra para cantar en su legendario Salón Dorado, o a los Rolling Stones en un escenario instalado en la playa.

Cuando Rio aún era la capital brasileña, hasta que fue trasladada a Brasilia en 1960, el hotel era también frecuentado a menudo por la flor y nata de la política local, como el presidente Washington Luís, que en 1928 fue tiroteado por su amante en una de las habitaciones del hotel. Herido, fue evacuado discretamente al hospital. El servicio de prensa de la presidencia declaró posteriormente que había sufrido una apendicitis.

“Fue un espacio de encuentros políticos, de experimentación artística, de lanzamiento de nuevos talentos (…) traduciendo una realidad encantadora de Brasil“, explicó a la AFP el historiador Thiago Gomide.

El príncipe Alberto II de Mónaco cayó rendido a sus encantos. “Cuando viene, me da un fuerte abrazo”, confiesa Antonio Francisco dos Santos, que trabaja en el Copacabana Palace desde hace 28 años.

“Le gusta nadar y luego comer frutas tropicales, sobre todo mango o ‘açaí’, se come una detrás de otra”, cuenta este ayudante del gerente del restaurante Pérgula, donde se sirve un copioso desayuno, con sabores locales como la tapioca, una fina torta hecha con almidón de mandioca.

La piscina acaba de ser renovada, con sombrillas y tumbonas verde pálido cubiertas de cojines con motivos tropicales. La fachada también se repintó con un tono blanco nacarado, como hace cien años.

“Queríamos acercarnos lo máximo posible al aspecto de 1923, adicionando tecnología de punta (…) para un nuevo sistema de iluminación que realza la belleza del edificio por la noche”, explica Ulisses Marreiros, cuyo credo es “honrar el pasado e inspirar el futuro”.

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