El Dr. Rubén Alvarez, fue un médico cirujano que dejó de existir este 5 de enero en la ciudad de Bahía Blanca. En el inicio de su carrera militar, fue derivado como médico al BIM N°5 donde atendió por años y, de manera paralela, trabajó en el Hospital de Río Grande. Su partida dejó un profundo vacío en la comunidad toda.
RIO GRANDE.- El 5 de enero, en la ciudad de Bahía Blanca, dejó de existir el Dr. Rubén Alvarez. La noticia caló profundo en la comunidad de esta ciudad que lo adoptó como un riograndense.
Había llegado en 1974 para hacerse cargo del servicio médico del Batallón de Infantería de Marina N°5 y decidió quedarse en Río Grande.
El médico, rápidamente se introdujo en la vida cotidiana de una ciudad que estaba en pleno crecimiento. Si bien su llegada tenía como destino el BIM N°5, de manera paralela comenzó a prestar servicios en el Hospital Regional Río Grande.
El galeno fue uno de los protagonistas de la llegada de la industrialización, del conflicto con Chile y de la Guerra de Malvinas.
En este contexto el periodista Mingo Gutiérrez, quien se desempeñaba en Radio Nacional Río Grande, lo tuvo en los estudios de calles Fagnano y Rosales a mediados de 2008. En esa oportunidad, recordó que le hizo una nota para rememorar los momentos momentos vividos durante el conflicto del 1978 que tuvo a la Argentina y Chile al borde de un enfrentamiento armado.
La entrevista fue publicada en vivo pero, el profesionalismo del periodista, incluyó una grabación que hoy toma una relevancia por demás importante.
En primera persona
En esa entrevista, el Dr. Álvarez le contó a Mingo Gutiérrez sobre su llegada a la isla. “Yo vine a Tierra del Fuego en el año 74 con destino al Batallón de Infantería Marina N°5, fue mi primer destino dentro de la Armada Argentina.
Me mandaron porque el médico que estaba en ese momento acá se había enfermado y necesitaban un cirujano, entonces me mandaron a mí”.
En ese entonces, la ciudad de Río Grande era un pueblo que vislumbraba intenciones de crecimiento. “En esa época me encontré con una ciudad pequeña pero el destino era lindo porque el Batallón, en esa época, contaba con más de 1000 efectivos porque aún estaba la conscripción y todavía había gran cantidad de suboficiales y oficiales, en definitiva, era una gran familia y estaba integrada a la comunidad”, recordó Alvarez.
La función del médico del Batallón era bien conocida por la comunidad de Río Grande pero no era conocida por los que recién llegaban y eso fue notado de inmediato por el joven médico que acababa de llegar. “El asunto es que el médico del Batallón tenía como una especie de obligación de cumplir funciones específicas en el Hospital de Río Grande para el ejercicio de la medicina” y al mismo tiempo, “esa situación generaba mejores ingresos y un pleno ejercicio de la especialidad porque la unidad naval como lo es el BIM 5, es para un médico como un centro periférico por eso, trabajar en el Hospital, era una buena oportunidad”.
Durante diversos pasajes de la entrevista que brindó en Radio Nacional Río Grande, Alvarez recordó cómo era un día en su vida. “Mi jornada era prestar servicios en el Hospital de Río Grande durante la mañana y todos los enfermos del Batallón eran atendidos en el nosocomio”.
Mientras charlaba, el Cirujano brindó un detalle que hoy resulta interesante. Dijo que en esa época no existían las clínicas privadas y sólo estaba el Hospital Río Grande y el del Batallón.
Un cambio rotundo
Allá por los 70, y casi de manera inmediata, comenzó la instalación de las plantas fabriles en Río Grande “y eso representó un gran crecimiento poblacional y todo cambió”, dijo.
Ante esa situación las autoridades gubernamentales decidieron ampliar la sala de atención e internación del hospital y “esa ampliación se realizó con construcción de madera, tal como se hacían las casas en ese entonces.
No recuerdo muy bien pero esa nueva ala tendría unas 16 camas y se hizo por el año 1978, si mal no recuerdo y allí funcionó el sector de cirugías”.
El Dr. Alvarez, notó que ya desde ese entonces, no había planificación a pesar de que se sabía que, con la industrialización, los servicios se incrementarían en todos los sentidos. “Nunca se previó ampliar el hospital para contener a la gran cantidad de población que se generaría junto a la industrialización sino que todo se hacía luego de que se presentaba la necesidad”.
El galeno también entendió que la mayoría de los médicos que habían sido destinados al Batallón de Infantería de Marina N°5, “nos quedamos a vivir en Río Grande”.
Militarización de Río Grande en el conflicto con Chile
El Dr. Rubén Andrés Álvarez fue protagonista del momento en que la Argentina y Chile entraron en conflicto por el dominio de las islas Lenox, Picton y Nueva. Eso fue en el año 1978.
En ese momento, prestaban servicios en el Batallón, 12 odontólogos, 2 bioquímicos y 3 médicos. “A mí me dieron el pase a principios del año 1978 y me reemplazó el Dr. Campos.
A fines de ese año, hubo un desplazamiento de gran cantidad de efectivos de todas las fuerzas armadas de la Argentina hacia esta zona”.
Dijo que en ese momento, “se montaron 12 hospitales de campaña en distintos sectores de la provincia. Uno estaba en la estancia Sara y otro en la Cullen y, a pesar de que eran de campaña, contaban con servicios de alta complejidad. En cada uno de esos hospitales había unos 40 médicos y todos vivíamos en carpas en el lugar”. A esos hospitales se los denominó “Unidades de Tareas”.
Durante la entrevista, Mingo Gutiérrez, quien escuchaba atentamente, acotó que en la Escuela 2 se levantó una gran carpa que funcionó como el Centro Coordinador Logístico de todo el sector.
En tanto, esas denominadas “Unidades de Tareas” estaban integradas por varios batallones y además, todos contaban con el apoyo del Hospital Regional de Río Grande.
“Recuerdo que había efectivos en toda la frontera. Eran miles de personas listas para el combate y así transcurrieron unos cuatro meses aunque la parte álgida o más tensa se vivió durante un mes pero el resto era sólo para estar atentos ante alguna posible eventualidad”.
Luego terminó todo, cerca de fin de año “y ahí comenzó la tarea de volver todo a la normalidad. Eso sucedió en febrero del 1979 aproximadamente”.
Finalmente dijo que, “a pesar de todos esos sucesos, fue una linda época la que me tocó vivir en Río Grande”.