Como si fuese un riograndense más, el suboficial Mayor José Ramón Morinigo se despidió de la Armada Argentina y de la ciudad de Río Grande. Pasó a retiro luego de prestar servicios por más de 35 años de los cuales 12 los vivió en Río Grande. Había ingresado a la institución a la edad de 14 años. Con marcada emoción aseguró que “siempre seré un riograndense”.
RIO GRANDE.- El suboficial Mayor José Ramón Morinigo pasó a retiro este viernes en el acto por el 142° Aniversario de la Infantería de Marina. En la oportunidad, la superioridad le concedió el retiro de la Armada Argentina tras prestar más de 35 años de servicio y completar la máxima jerarquía de suboficiales. “La ciudad de Río Grande está muy consustanciada con el Batallón 5 y aquí se vive y se respira Malvinas”, confió el marino ahora retirado, quien fue varias veces suboficial encargado de unidades militares.
El Suboficial Morinigo, tal como muchos lo conocen, es una persona de carácter campechano y afable. Se hizo querer en esta ciudad por su interrelación con los vecinos fuera de la tarea militar y dentro del arma de Infantería, también, llegando a ser Suboficial Mayor -la máxima jerarquía dentro del escalafón- en 2017 y fue designado ese mismo año Suboficial Encargado del Destacamento Naval Río Grande; en 2018, del Batallón de Infantería de Marina N° 5 Escuela y de la propia FAIA, Fuerza de Infantería de Marina Austral, en dos oportunidades, 2019 y 2020.
Este viernes, en el acto por el 142° Aniversario de la Infantería de Marina, el Comandante de la Fuerza de Infantería de Marina Austral, Capitán de Navío de IM Alfredo Bilesio, le concedió el retiro efectivo de la Armada Argentina, tras prestar 35 años y medio de servicios, institución a la que ingresó cuando era un adolescente y por el cual recibió del Comandante un reconocimiento.
Con un nudo en la garganta
Tras el acto de este viernes, Morinigo compartió su emoción por este reconocimiento y comentó que “los seres humanos como nosotros, los marinos, sentimos un gran orgullo, en primer lugar, por nuestra Patria, por la Armada, por la Infantería de Marina y por la ciudad a donde nos envían destinados. Soy un agradecido de la vida porque me tocó dos veces estar en esta ciudad, a la que vine por primera vez comenzando mi carrera y ahora retirándome de la institución. No puedo pedir más, mis primeros pasos los comencé en el BIM 5 y me retiro en Río Grande, así que para mí es una satisfacción muy grande”.
Agregó que ha “recorrido 35 años y medio, para ser exacto, en la Armada Argentina, lo cual es toda una vida.
Un largo camino a casa
“En 1985, a los 14 años, pedí ingresar a la Armada, cumplí los 15 en diciembre de ese año, y a principios de 1986 ya comencé a cursar la escuela dentro de la institución. A fines de 1988 me recibí y me enviaron a mi primer destino, que fue el BIM 2 de Punta Alta, en Buenos Aires, ahí estuve cuatro años. En 1993 me destinaron al BIM 5 de Río Grande donde estuve hasta febrero de 1998. Luego regresé al BIM 2 donde estuve seis años, unidad que me vio nacer como Cabo Segundo de Infantería de Marina. Después me trasladaron al Batallón Comando, luego me destinaron al BIM 3 de Zárate donde estuve cinco años; también me destinan a la sede de la Armada en Buenos Aires, al Estado Mayor Conjunto que está en el edificio del Ministerio de Defensa donde estuve cinco años, después de los cuales me dijeron: -‘José Ramón, te vas a Río Grande a terminar tu carrera’. En ese momento me vine en avión con mi familia, el 1 de febrero de 2015, con mucho viento me acuerdo”.
En todo el trayecto, Morinigo quizás sea uno de los pocos suboficiales que haya tenido la Armada Argentina durante 12 años en Río Grande ya que, dentro de dos meses, en enero de 2022 cumpliría siete años de permanencia en Río Grande, más los cinco anteriores, los cuales suman doce años de residencia en esta ciudad.
“En Río Grande se respira y se vive Malvinas”
El Suboficial que siente a Río Grande como su ciudad, destacó que “la ciudad de Río Grande está estrechamente relacionada con el BIM 5, desde los hechos cotidianos hasta el conflicto de Malvinas, una relación que nació en 1947, hace más de 74 años cuando esta ciudad aún era un pueblo, una aldea, crecieron juntos el pueblo y el Batallón 5 y es un hecho históricamente conocido que Río Grande está identificada con Malvinas. Por eso aquí se vive y se respira Malvinas, lo vemos en cada Vigilia, en cada acto por el 2 de abril; estoy encantado por la Semana de Malvinas que tuve la oportunidad de vivir donde los vecinos de Río Grande, desde pequeños hasta abuelos, reconocen a aquellos hombres que lo dieron todo en ese conflicto de hace casi cuarenta años”.
“Hice muchos amigos en Río Grande, me gusta mucho la ciudad, la camino mucho; tengo varios grupos colectivos con los cuales tengo relación estrecha”, confió.
Consultado sobre algún hecho que haya marcado esta relación con la ciudadanía, recordó la gran nevada de 1995. “En ese desastre que fue para toda la Patagonia, estuvo presente el BIM 5 apoyando a la comunidad de Río Grande”.
“Uno nunca se va de la Armada”
José Ramón Morínigo aseguró que comprobó que “uno nunca se va de la Armada y del sentimiento, menos, porque el corazón puede más que uno. Esta es una ‘verdad verdadera’ y así lo sentí en muchos camaradas, amigos entrañables. Uno se siente parte siempre de la Armada y en especial del arma, porque soy Infante de Marina y por eso estoy muy agradecido de la Armada Argentina y de su Infantería de Marina y las puertas de mi casa siempre van a estar abiertas para la gente de Río Grande”.
“Siempre que me preguntan de dónde soy, les digo ‘soy de Río Grande’ porque esta ciudad ha marcado mi existencia”.
La familia, el sostén de un marino
“La vida me está dando una alegría y también me está poniendo en mi lugar porque dije que me iba a ir de Río Grande y después cuesta volver, pero la vida hizo que yo tenga que volver. Mi hija mayor, Fátima, se queda acá en Río Grande, tengo a mi nieto, así que todos los años me van a ver por Río Grande cuando venga a visitar a mi hija y a mi nieto. Me voy a Misiones, a Posadas, mi ciudad natal, con mi esposa Carina, mi hijo Gonzalo y mi hija Camila. Lo mucho o lo poco -que para mí es muchísimo- que conseguí en la Armada, lo hice gracias al apoyo de mi familia, de mi esposa y de mis hijos. A mi esposa la conocí cuando yo estaba en segundo año en la Escuela en Mar del Plata en 1987, toda una vida juntos y Dios quiera que podamos seguir juntos hasta que Él decida”.