El yate La Datcha zarpó con un ancla usada

Con una nueva ancla, el yate rompehielos La Datcha zarpó este viernes de Ushuaia hacia la Antártida; volverá al puerto el 21 de enero para buscar nuevos pasajeros

USHUAIA.- El primer yate rompehielos que quedó varado en el puerto de Ushuaia luego de perder una de sus anclas pudo zarpar este viernes hacia la Antártida, inmediatamente después de reponer el elemento de seguridad que llegó desde Buenos Aires.

Tras una semana de búsqueda sin resultado, la empresa a cargo del barco decidió adquirir un ancla usada de origen extranjero, que se encontraba en Buenos Aires, y que el viernes llegó a esta ciudad. Pocas horas después, la embarcación ya estaba zarpando del puerto con nuevos pasajeros -el máximo son 12 personas-.

El ancla se perdió días antes de Navidad y el propietario de la embarcación, el magnate Ruso Oleg Tinkov, contrató a la empresa argentina de buzos Mar Limpio para que buscaran en las profundidades del canal Beagle el ancla que su rompehielos de lujo -La Datcha- había perdido días atrás. Sin esa pieza fundamental, por protocolo marítimo, el barco no podía zarpar hacia la Antártida.

“Hicimos un barrido muy intenso por la zona donde el capitán declaró la pérdida del ancla, pero no encontramos nada”, afirmó Julio Pazos, propietario de Mar Limpio, al diario La Nación. Él y su equipo -en total, 4 buzos profesionales de Puerto Madryn- pasaron cuatro días sumergidos en las aguas del sur buscando este coloso de acero galvanizado de 1200 kg. Pero no tuvieron éxito, y se retiraron el miércoles. “Si seguíamos, la búsqueda iba a ser más cara que un ancla nueva”, explica Pazos. Su empresa le cotizó al rompehielos 3200 dólares por día de trabajo. Pero el capitán del barco le ofreció, además, un premio de 8000 dólares por si lograban encontrar el ancla.

No es un monto importante si se tiene en cuenta el dinero que el buque estaba perdiendo por cada día de espera en el puerto local. Según informa su página web, el alquiler semanal de La Datcha cuesta 840.000 euros, más expensas, durante el verano europeo, y 900.000 euros, más expensas, durante el invierno europeo.

“La agencia marítima hizo trascender la posición en la que supuestamente se perdió el ancla, así que está toda Ushuaia buscándola, con la ilusión de la recompensa”, cuenta Pazos. Hay buzos particulares, pesqueros y otros aventureros embarcados en la misión, que según el propietario de Mar Limpio, no es tan fácil de encontrar.

Él plantea dos hipótesis: “O se hundió en la arena o el capitán no sabe bien dónde cayó”, anticipa. Si pasó lo primero, va a ser complicado, porque no creo que haya un equipo de detección de metales de este tipo en Ushuaia”.

Las tareas de buceo fueron complicadas debido a la profundidad. “Esa zona está entre los 23 y 26 metros, con algunas depresiones. La dificultad nuestra, haciendo buceo con aire, es que solo podemos estar una cierta cantidad de tiempo sumergidos, sin entrar en descompresión. El tiempo depende de la profundidad. Por eso, cada uno hacía buceos repetidos, dos por día, de 28 minutos”, explica. Podrían haber buceado con descompresión, pero para eso necesitaban muchos más insumos que no tenían disponibles en ese momento. A la búsqueda se sumó también, al segundo día, un minisubmarino, para tres personas, que estaba a bordo del rompehielos.

El equipo de buceo considera que el ancla perdida es pequeña si se la compara con la de un buque mercante, que puede llegar a pesar nueve toneladas. Ellos están acostumbrados a hacer este tipo de trabajos, además de tareas de inspección y reparación de daños.

El momento del año en que más trabajo tienen es ahora. La empresa tiene una base de verano en Ushuaia, la ciudad cabecera del turismo antártico, donde se da gran parte del movimiento de la temporada. “De noviembre a marzo, hay casi 500 entradas y salidas de cruceros de Ushuaia. Por eso, tenemos una base de verano ahí. “Muchos buques -los que llevan a bordo pasajeros- tienen contacto, roces, con hielo. Nosotros hacemos inspecciones de casco, de las hélices, y a veces, si se necesita, algún tipo de reparación. Hacemos soldaduras y otro tipo de reparaciones bajo el agua”, cuenta.

En su trabajo, el riesgo de vida es una constante. “De por sí, el trabajo de buceo es de riesgo. Estamos siempre sumergidos en la profundidad. Hay que respetar muchos protocolos y procedimientos, porque este trabajo tiene una tasa de accidentes bastante alta a nivel mundial”, dice.

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