La niña murió en un retén militar en la zona de Cabo Domingo el 13 de junio de 1982. Junto a ella viajaban su mamá, sus tías y sus primos, quienes milagrosamente salvaron su vida. El crimen nunca se divulgó y mucho menos se investigó porque ocurrió en un contexto de guerra en plena dictadura militar.
RIO GRANDE.- Una historia ocurrida en esta ciudad y que permaneció durante 40 años en el más oscuro silencio, salió a la luz ayer al cumplirse un nuevo aniversario del penoso hecho. Se trata del asesinato de Marcela Andrade, una niña de 9 años que murió en 1982 en un confuso episodio durante un retén militar mientras paseaba en auto junto a su mamá, dos de sus tías y dos primitos que salvaron milagrosamente su vida.
El crimen, que permanece impune, no figura en los anales de la historia de la ciudad, por lo cual su familia decidió darlo a conocer realizando un homenaje en la Escuela N° 2 “Benjamín Zorrilla”, del cual la niña era alumna de 4° grado al momento de su muerte.
El acto consistió en la donación de una placa y una fotografía que recuerdan a la niña, con el propósito de que la sociedad conozca su historia y se logre dilucidar qué ocurrió realmente.
En el acto estuvieron presentes su madre, María del Carmen Torres, sus tías Esterlina Torres y Elsa Carranza y sus primos Emiliano y Federico Torres; todos ellos sobrevivientes de aquel hecho. Por parte de la escuela, la directora de la institución, Mariana Rolando, fue quien recibió la placa y la foto de Marcela que se exhibirán en el edificio.
También participaron integrantes de la Multisectorial por los Derechos Humanos de Río Grande, allegados a la familia y el Municipio que se hizo presente con la entrega de una ofrenda floral.
Federico Torres, uno de los sobrevivientes de aquel ataque, señaló que “en nombre de la familia queremos que esto sirva para visibilizar lo que pasó y que Río Grande sepa que Marcelita existió, que venía a la Escuela 2, que iba a catequesis y que se pueda recordarla con la alegría que tenía, para no quedarnos con la imagen del dolor y nada más”.
El 13 de junio de 1982, las tres mujeres junto a sus hijos salieron a pasear en auto hasta la Misión Salesiana y decidieron seguir hasta la curva de Cabo Domingo. Allí se detuvieron al ver una columna de militares y al observar que los vehículos que iban delante de ellas giraban en U, hicieron lo mismo y al girar, sintieron una detonación dentro del habitáculo.
En ese momento todos salieron del auto, menos Marcela, que recibió el impacto del proyectil en la cabeza. Creyendo que se había tratado de un ataque aéreo, una de las mujeres que llevaba consigo un bebé, elevó los brazos para mostrar que se trataba de un grupo de madres con hijos y en ese momento, desde la columna de militares, se acercaron varios soldados agarrándose la cabeza como pidiendo disculpas y tan sorprendidos como ellas por lo que habían hecho.
Tal es así, que uno de los soldados se puso al mando del vehículo y llevó a Marcela y a su mamá al hospital, mientras las otras dos madres quedaron en la ruta completamente shockeadas hasta que llegó un jeep que las devolvió a sus hogares.
En aquel momento el episodio se mantuvo oculto por decisión de las autoridades militares sin que la familia recibiera ninguna explicación, obligándolos a procesar el sufrimiento en soledad, sin herramientas para actuar contra la dictadura imperante.
Una de sus tías señaló que “el hecho nunca se hizo público, los papeles de lo que se hicieron se guardaron y quedó en silencio absoluto. Con este homenaje queremos que la ciudad de Río Grande sepa que hace 40 años asesinaron a una nena inocente en un contexto de guerra, y que fueron los propios argentinos los responsables de este hecho”.
Reivindicar la memoria de Marcela
Al finalizar el acto, la directora de la Escuela N°2 expresó que “desconocía la historia de Marcela y cuando la familia se acercó a expresarnos su deseo de donar una placa, dije que sí inmediatamente, con la convicción de que este es un acto de reivindicación a su memoria. A partir de ahora, la sociedad sabrá lo que ocurrió con ella y al ver su placa y su foto en la pared, todos podremos recordarla un poco más cada día”.
La funcionaria destacó que la escuela ha llevado un registro minucioso de todos los acontecimientos importantes de la institución, y el caso de Marcela no consta en él. “Si hubiéramos sabido de este hecho, nosotros mismos nos hubiéramos ocupado de recordarla, porque no es algo que se debe dejar pasar”, advirtió.
Notablemente emocionados, los familiares agradecieron a la Multisectorial por los Derechos Humanos por impulsar la investigación para que se supiera lo sucedido, deseando que este acto pueda traer un poco de paz sobre todo, al corazón de su madre. “Queremos que, a partir de hoy, podamos mostrar a Marcelita y que ella pueda volar adónde tiene que volar y recordarla con alegría”.