La caída de la Unión Soviética es un suceso que se sigue analizado en clave geopolítica por su significado, por sus causas, por su impacto y por sus consecuencias para toda la humanidad.
BUENOS AIRES (Especial para NA) Por Ramzi Teymurov*.- El mundo cambió de forma “inesperada”, como muchos así lo han interpretado. Aquel sistema bipolar que dominó el planeta con dos bloques antagónicos que chocaban en diferentes ámbitos durante 45 años, llegó su fin de manera abrupta, y uno de los eventos iniciales de la caída de la URSS es el trágico “Enero Negro”.
Fue en la noche del 19 al 20 de enero de 1990 en Bakú, donde ocurrió una devastadora tragedia cuando unidades militares de la Unión Soviética, siguiendo las instrucciones directas de Mijaíl Gorbachov, entraron a esta ciudad y las ciudades cercanas, masacrando a la población civil con equipo militar pesado y otros tipos de armamentos.
El ejército soviético desplegó en Bakú un gran contingente de tropas especiales que hicieron una demostración de crueldad sin precedentes contra la población pacífica, matando e hiriendo brutalmente a cientos de civiles.
¿Por qué ocurrió esta represión criminal? Esto tiene sus raíces en 1987, cuando tomaban impulso los intentos de anexión de la región de Karabaj a Armenia y se generaba otra oleada de expulsión de azerbaiyanos de sus pueblos históricos en la entonces, Republica Socialista de Armenia.
Sin embargo, en lugar de impedir estas crecientes tensiones, los líderes soviéticos perpetraron un acto de grave atrocidad contra el pueblo azerbaiyano.
Como consecuencia de la tragedia de enero, 131 civiles murieron y 744 más resultaron heridos en Bakú y zonas aledañas.
Entre los muertos había mujeres, niños y ancianos; incluso médicos y policías.
Esto fue acompañado por detenciones masivas con el despliegue ilegal de tropas y la posterior intervención militar.
Un total de 841 civiles fueron detenidos en Bakú y otras ciudades y regiones de la república, 112 de los cuales fueron enviados a prisiones en diferentes ciudades de la URSS.
Las tropas soviéticas dispararon contra 200 viviendas, 80 automóviles e incendiaron un gran número de bienes públicos y privados, incluidas ambulancias.
Las víctimas de aquella matanza de 1990 son denominadas simbólicamente “Los Mártires del 20 de enero”.
Y fue inmediatamente después de la tragedia, el 21 de enero, que el líder nacional Heydar Aliyev visitó la oficina de la representación permanente de la Republica Socialista Azerbaiyán en Moscú expresando su profunda solidaridad con su pueblo; donde condenó duramente lo ocurrido y acusó a los dirigentes soviéticos por haber cometido la sangrienta tragedia.
La tragedia de enero, que fue el motivo del duelo nacional, también demostró la firme voluntad y la determinación del pueblo azerbaiyano.
El pueblo de Azerbaiyán, impasible ante la crueldad del ejército soviético y la consiguiente imposición del toque de queda en Bakú, organizó el 22 de enero una concentración masiva en la plaza “Azadlig” de la ciudad para rendir tributo a los mártires del 20 de enero.
A la ceremonia de inhumación en el Callejón de los Mártires acudieron cerca de dos millones de personas.
A petición del pueblo, el Soviet Supremo de la RSS de Azerbaiyán llegó a convocar una sesión extraordinaria y adoptó una decisión sobre la abolición del toque de queda en la ciudad de Bakú.
Temiendo la ira del pueblo, los miembros de la dirigencia de la república en esa época no asistieron a la sesión.
Este hecho trascendental fue el factor decisivo en la formación de la identidad nacional azerbaiyana y marcó un punto de inflexión en el restablecimiento de la independencia nacional.
Fue la tragedia de enero la que convirtió un movimiento de liberación nacional en una realidad política y la que impulsó decididamente la lucha del pueblo azerbaiyano por la independencia.
El primer reconocimiento político-legal de la tragedia del 20 de enero se produjo el 29 de marzo de 1994, cuando el órgano legislativo de Azerbaiyán, el Milli Majlis, adoptó una resolución al respecto por la iniciativa del líder nacional Heydar Aliyev.
La resolución declaraba que: “El despliegue de las tropas soviéticas en la ciudad de Bakú y en varias otras regiones y la brutal matanza de civiles, con la intención de reprimir, quebrar la confianza y la voluntad de un pueblo que por medios pacíficos exigía un nuevo Estado democrático y soberano, y humillar a su identidad nacional como muestra del poder del ejército soviético debe considerarse una agresión militar y un crimen del régimen comunista totalitario contra el pueblo de Azerbaiyán”.
Las víctimas son especialmente recordadas cada 20 de enero, el pueblo de Azerbaiyán valora el sacrificio de sus mártires a perpetuidad. En esta fecha, cada año, miles de personas visitan el Callejón de los “Mártires” en la capital Bakú, para rendir su homenaje depositando flores, rezando oraciones por las víctimas y expresando su condena a los autores de la tragedia.
Y en horario del mediodía, se guarda un minuto de silencio en todo el país para conmemorar a los mártires. Los barcos, automóviles y trenes hacen sonar las sirenas en todo el país; se llevan a cabo actos conmemorativos en todas las ciudades y pueblos, y se la bandera nacional se iza a media asta en todos los edificios.
Se trata de una dolorosa página de la historia de Azerbaiyán, y es sin dudas uno de los tantos obstáculos que el pueblo azerbaiyano ha tenido que superar para alcanzar la unidad y la soberanía.
(*) – Embajador de Azerbaiyán en la Argentina.