La cantante de Los Surgentes, programada en la la 40ª edición del Festival de Tango de esa ciudad, habla de su disco “MinELLA” y de cómo tuvo que imponerse como muchacha del interior en las grandes ciudades.
Carolina Minella es cordobesa pero desarrolló su carrera como actriz y cantante en Rosario primero y en Buenos Aires después.
Y una vez que su vida decantó todo para los lados del canto y del tango, ya va por su cuarto disco, cuyo título hace jugar su apellido con el pronombre Ella. MinELLA se llama lo nuevo de esta artista de Los Surgentes, que nunca tuvo la oportunidad de cantar en la capital provincial pero que sí lo hará en la próxima edición del Festival de Tango de La Falda, a realizarse en el Anfiteatro Municipal Carlos Gardel de esa ciudad los días 19, 20 y 21 de julio.
Minella está programada en la velada del medio, en la que seguramente expondrá un repertorio atravesado por el empoderamiento femenino (idea cristalizada en una relectura de Se dice de mí, de Tita Merello) y la reivindicación de su propia aventura artística, según se desprende de su charla con La Voz.
“Me fui de mi pueblo a Rosario, que es la ciudad grande más próxima, porque somos cordobeses pero estamos justo al límite con Santa Fe. Y después de ahí me fui a Buenos Aires”, comienza Minella.
“Eso pasó en 2000, por lo que llevo de vida más tiempo en Buenos Aires que en mi pueblo. Ahí me formé e hice toda mi carrera. Primero como actriz y después como música. En esa ciudad me recibí y empecé con el tango, porque tuve que elegir un género, un estilo, en el último año de la Escuela de Música Popular”, añade.
–¿Y cuáles fueron los disparadores para que fuera el tango la opción elegida?
–Muchos. Primero, el tango siempre estuvo en los sentires popular y familiar. En su interior, Córdoba es muy folklórica, es cierto, pero también es muy tanguera. Siempre tuve algún que otro tango escuchado de base. Y después sentí que el estilo se fusionaba perfectamente con la parte actoral que ya tenía trabajada.
–El disco abre con “Rebeldía”, de Oscar Rubens…
–(Interrumpe) Sí, un tangazo.
–¿Sos rebelde?
-Sí, pero con causa (risas). Creo que me curtió el paso de un pueblo pequeño a la gran ciudad. Necesitás ser fuerte porque, caso contrario, te come el león. Además, siempre tuve carácter y me expresé con mucha personalidad, desde chiquita. Me siento súper representada por ese tango, por lo que celebro haberlo elegido a la hora de pensar el repertorio. Lo mismo me pasa con Tarde (de José Canet), porque lo aprendí a cantar de muy chica. Todo el repertorio de este disco está pensado en función a cosas que me representan en algún lugar y en alguna época de mi vida. O musicaliza alguna historia que puedo haber protagonizado. Y habían sido temas que habían quedado fuera de otros discos…
–Tomás a Litto Nebbia. ¿Él te generó algún tipo de estímulo en algún momento de tu vida o te gusta el tema y punto?
–Me encanta él como artista y como compositor. En este último rol, es uno de los más importantes que tenemos. Su poesía es muy conmovedora. Y este tema es un canto a la vida. Que Sólo se trata de vivir cerrara el disco me parecía una idea muy linda. Por otro lado el disco se llama MinELLA, título que juega con el pronombre “Ella” porque todos los temas del disco, excepto el de Litto, los había escuchado antes por cantoras mujeres. Hay un tema inédito de Amelita Baltar, Tal vez… Y el tiempo me permitió comprobar que incluso Sólo se trata de vivir tiene una versión en voz femenina, en la de Silvina Garré. En fin, era ideal para ponerle el moño al disco. También hay una reversión de un clásico de Tita Merello: a Se dice de mí, lo llevé para el lado Se dice incluir.
Carolina Minella subraya que MinELLA es un disco en el que está comprometida a nivel humano y que “es fundamental humanizarse para una artista”.
–Además, es evidente que estás alineada a una vibración de época.
–Totalmente. Lo quiero de poner de manifiesto, sí. Tita es una de las primeras feministas que hemos tenido. Una mujer de vanguardia, una rebelde dueña de una personalidad increíble, tal como hablábamos recién. Con un poder único para manifestarse e imponerse. Y en el tango pasa un poco eso. Tenés que imponerte porque si no te… Hago un paralelismo con lo que te decía con respecto al ser de un pueblo y establecerte en una gran ciudad: si no sugerís “Bueno, acá estoy yo” con firmeza, te comen. Es muy machista el tango en ese sentido; y sigue siéndolo pese a que hay más figuras y nueva gente que viene remándola. Hay como estereotipos dentro del estilo y del género que están impuestos. Si hacés algo distinto dicen “Uy, ¿qué hace ésta? ¿Qué hace aquélla?” Esa es la crítica constante. El disco cierra desde un montón de lugares, más allá del repertorio, de las ideas o los pensamientos de cada autor interpretado.
Córdoba, materia pendiente para Carolina Minella
–¿Cómo es tu directo? ¿Con qué acompañamiento salías a cantar? ¿Bandoneón? ¿Guitarrista? ¿Cómo? ¿Con qué complemento?
–En quinteto: piano, bandoneón, contrabajo o bajo eléctrico, guitarra y batería. Está bueno porque es como power y moderno, por así decirlo. Busco acercar todo a las generaciones nuevas manteniendo mis influencias estilísticas. En mi vida no sólo he escuchado tango. He escuchado (y aún escucho) montones de cosas. A Quincy Jones, por ejemplo, que mete un bajo alucinante en un tema y a mí se me ocurre adaptar esa intención en un tango. Traer otras sonoridades al tango, en definitiva, mientras se tiene al bandoneón como garante.
–¿Así que nunca cantaste en Córdoba?
–Nunca y debería ser lo más natural. Insisto, el tango es muy cordobés también. Tenemos cantores y cantoras excelentes, (Osvaldo) Piro está viviendo acá, (Rubén) Juárez nació y vivió acá…
–¿El Gardel efectivamente estimula y genera oportunidades o es apenas un detalle para poner en las gacetillas?
–En mi caso personal me estimuló a seguir por más. Es como una vara. Es un mimo, pero al mismo tiempo es un desafío. Es el premio a la música más importante que tenemos. Es como estar en una ventana por la que te mira un montón de gente, incluida la de la industria, que vos no tenías ni pensada. Eso está bueno, porque el desafío es conmigo misma otra vez. Y digo “Bueno, con este disco gustó esto, me pasó esto. ¿Qué hacemos en el próximo?”. Un premio así intensifica la búsqueda creativa.
–¿Tu consolidación como intérprete de tango neutralizó a la actriz?
–Si me ofrecen algo, me encantaría hacerlo. Siempre hice teatro. Hice algo de tele también. Y para este disco hicimos un clip para acompañar Se dice de mí, se dice incluir, en el que afloró mi pasado como actriz. Nunca había filmado un clip a ese nivel.
–Voy con una pregunta que siempre les hago a las cantantes intensas, enjundiosas e irreprochables. ¿Qué es cantar bien para vos? ¿Ser técnicamente impecable o filtrar algunas imperfecciones que remitan a cuestiones más emocionales?
–Trato de balancear esos extremos. Busco ese camino. El tecnicismo está buenísimo para conservar lo que es el aparato vocal tal como lo haría un gimnasta. La práctica de gimnasio viene bien porque la voz es un músculo y hay que ejercitarlo para revitalizarlo. Pero si eso te hace perder tu autenticidad y tu forma… Además, para cantar tango no hay una manera. Y acá volvemos al estereotipo. O sea, hay cantantes o cantores que utilizan ciertos yeites sólo porque les permiten decir “esto suena a tango”. Y no hay una cosa que suene a tango. El respeto hacia este género no pasa por tener ese tecnicismo de la copia o que suene parecido a. En mi caso, busco ser auténtica, la mejor forma de decir y de sentir, sin reparar en los estereotipos. Perdón, ¿cómo te va la encuesta esta que hacés? Porque en mi entorno nos la pasamos hablando del autotune o de la afinación cuando lo desprolijo suele emocionar más.
–Lo hablé hace poco con Francisca Valenzuela, que es una cantautora chilena pop muy buena. La piba hizo un disco de separación, ¿no? Se separó del novio y a mí me llamó la atención lo cruda que fue al momento de exponerlo.
–Está perfecto lo que hizo.
–Ella tiene como un nivel de notoriedad muy alto en Latinoamérica y que expusiera una obra de modo tan explícito me sorprendió. Canta tan a flor de piel que se permite no ser técnicamente perfecta.
–Excelente. Este tipo de charlas mantengo con Ana, mi productora. Ella suele decirme “Mirá, a mí me gusta esta toma. No está tan prolija, pero tiene toda la emoción”. Sí, pasan esas cosas y finalmente quedan a criterio de cada uno. A mí me gusta mucho también que sea así. Nunca me abusé. No suelo decir “afino hasta la última nota”. O sea, ya de por sí soy afinada porque lo trabajo afuera de una grabación, pero ya dentro de ella algo natural debe fluir. En esa instancia no tenés al público que generándote empatía ni retroalimentándote. Entonces, tenés como que inventarte o recrear más. Si no se hace, todo suena como enlatado, muy parecido. Cuando un artista pierde la autenticidad, bueno, está en el horno. Lo que busco en el camino creativo es no parecerme a nadie más que a mí misma. Tener referentes, sí, pero no compararme con nadie. Es el mejor camino, superar las propias metas.