El pasado viernes culminó el desprendimiento de un témpano de aproximadamente 1270 kilómetros cuadrados de la Barrera de Hielo Brunt, localizada en el sur del Mar de Weddell.
BUENOS AIRES.- Mediante imágenes del satélite argentino SAOCOM 1A, especialistas del Instituto Antártico Argentino (IAA), dependiente de la Cancillería, lograron detectar el desprendimiento de un témpano en la Antártida y determinar que su tamaño es de alrededor de 1270 kilómetros cuadrados.
El Departamento de Glaciología del IAA estudia desde hace décadas la estabilidad y la dinámica de las barreras de hielo en la Antártida, especialmente en la región de la Península Antártica. El acceso a imágenes satelitales de diversas misiones de agencias espaciales es fundamental para el estudio y seguimiento de los cuerpos de hielo. En aquellos sitios que, debido a la cercanía, es factible acceder durante las campañas antárticas de verano, se realizan instalaciones de sensores y mediciones complementarias a los datos satelitales.
En los últimos años, Argentina ha puesto en órbita dos satélites desarrollados en el país, el SAOCOM 1A y el SAOCOM 1B de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). “El desarrollo de la ciencia y la tecnología nacional le ha permitido a nuestro país tener acceso a más imágenes para ampliar la base de datos satelitales y poder seguir con mayor periodicidad la dinámica de los glaciares antárticos”, destacó el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Daniel Filmus.
El proceso y el seguimiento
Una barrera de hielo está formada por una masa de hielo en flotación, que es la continuación en el océano de glaciares que provienen del continente, en este caso de la Antártida. El hielo que fluye desde las montañas o desde las elevaciones de la Antártida continúa su movimiento aportando hielo a las barreras, lo que las empuja hacia mar abierto. Cuando las fuerzas internas debidas al movimiento superan el límite de ruptura, ya sea por las mareas o por haberse encontrado con algún accidente geográfico, el hielo se rompe y aparece una grieta. Este es un proceso natural de los glaciares y por lo tanto también de las barreras de hielo. Las grietas van avanzando hasta que un bloque se separa y desprende. Cuando esto ocurre en el agua, este bloque se convierte en un témpano.
En el caso de la Barrera de Hielo Brunt este proceso, que se inició al final de 2019, evolucionó a lo largo de 2020 produciendo un témpano de aproximadamente 1270 kilómetros cuadrados. La ubicación de las barreras de hielo y la distancia que las separa de las bases antárticas puede ser considerable. La Base Argentina Belgrano II, por ejemplo, se encuentra a 400 kilómetros al suroeste de la barrera. Mucho más alejadas aún se encuentran de las ciudades donde tienen su sede las instituciones de investigación que llevan adelante el seguimiento y el estudio de estos cuerpos de hielo. Por ello, su evolución se realiza principalmente mediante imágenes satelitales.
Esta barrera, que ha perdido 1270 kilómetros cuadrados, aún tiene otras grietas importantes que han aparecido en los últimos años y que provocarán otros desprendimientos de témpanos en el futuro. Por esta razón, el monitoreo no termina con el desprendimiento de este témpano. Mientras no sufra la acción de los océanos y se encuentre en zonas de mar a muy baja temperatura, puede permanecer sin derretirse por muchos años. No obstante, es importante analizar estos procesos de desprendimientos de grandes témpanos para mejorar el conocimiento de la dinámica de las barreras de hielo antárticas.
Desde el punto de vista de la navegación, solo algunas embarcaciones navegan esta región tan austral y remota. La campaña logística y científica argentina ya ha accedido a esta zona durante los últimos días de enero pasado y no lo volverá a hacer hasta el próximo verano, por lo cual la tarea a continuar es el monitoreo de las posiciones del témpano (y otros que puedan desprenderse) para planificar y apoyar la navegación de la siguiente Campaña Antártica de Verano. Además de nuestros buques logísticos, aquellas embarcaciones que naveguen en aguas antárticas y que soliciten información de los satélites argentinos podrán beneficiarse también con estas imágenes como herramienta para la asistencia a su navegación, lo que demuestra los múltiples usos de este tipo de datos.