Estanislao E. Dobronic Plastic, un papá todo terreno

La vida hizo que recalara en Río Grande, los vaivenes de la vida misma lo regresaron por unos años a su Punta Arenas natal, pero siempre sintió que era un hombre de acá, amaba esta tierra, la que lo cobijó hasta sus 86 años. Su espíritu comercial y su actitud frente a la vida lo desafiaron siempre a seguir adelante con entusiasmo; valores que transmitió a sus hijos para seguir sus huellas en la faz comercial y la actividad económica que contribuyó y sigue haciéndolo a la expansión de nuestra ciudad.

RIO GRANDE (Por Susana Dobronic).- Estanislao Esteban Dobronic Plastic nació en Punta Arenas, Chile, el 20 de abril de 1920, era hijo de inmigrantes croatas, ambos de la Isla de Brac. Tenía dos hermanos, Margarita y Antonio.

Estanislao, rodeado del amor de sus hijos Susana, Antonio y Ricardo.

El 2 de marzo de 1942 llegó a Río Grande con solo 21 años, se instala en el dormitorio de arriba del Hotel Argentino y comía en el Hotel Villa. Vino por una semana a buscar trabajo y murió en Río Grande a los 86 años.

Papá se casó el 16 de octubre de 1953 con Alicia del Carmen Barrientos. Él 34 y ella 17. De esa relación nacimos: Susana, Antonio y Ricardo.

La primera infancia fue soñada. Mamá jugaba con nosotros como una nena más, nos ayudaba en las tareas, nos hacía los trineos, hermosos cumpleaños. De pronto, con tan sólo 11 años, Antonio 10 y Ricardo 7, quedamos solos con papá, pues mamá se había marchado.

Estanislao Dobronic, un emprendedor quien dejó su huella en la faz comercial de la ciudad.

Sufrimos su abandono. Sólo la contención y protección de papá nos ayudó a seguir, junto a su bella familia en Chile, donde vivimos 4 años pasando todo tipo de carencias. Papá sufrió falta de trabajo, falta de vivienda y siempre con esfuerzo siguió adelante. Sus amigos de la infancia estuvieron presentes en Punta Arenas y conocimos la solidaridad de las Hermanas y Salesianos para seguir.

Luego regresamos a Río Grande y trabajó en la antigua “Casa Raful” de abarrotes, ferretería, agencia de vehículos, carnicería, etc. Fue el contador de la firma… asimismo fue agente marítimo de los “Luchos”, barcos de carga que traían abarrotes al Puerto de Río Grande. Al mismo tiempo formó parte de una Sociedad que compró la Estancia Carmen hasta la década del 60. Conformó CODIBILDO, una empresa de ventas al por mayor de alimentos y la sigla significaba: “Compañía Distribuidora Bilbao Dobronic”.

Al principio de la década del 70 forma CIMATEF, “Cooperativa Industrial Maderera de Tierra del Fuego”, donde, aunando esfuerzos y desde la gerencia, se logra la venta de madera fueguina al continente.

Cabe destacar que el nombre de nuestro padre figura en el Acta fundacional del Club John Goodall, como así también en el Club Social.

Había algo especial en él, era un hombre de acá, amaba este terruño, desde su juventud germinó su espíritu comercial que luego contagió a sus hijos.

Su corazón dejó de latir el 17 de abril del 2006, tres días antes de cumplir 87 años.

Sus restos descansan en la Bóveda Familiar en el Cementerio de Punta Arenas junto a sus padres y hermanos.

Papá Stanko ¿cómo describir a un ser único, casi perfecto?

Tenía un carácter fuerte, a veces rudo; sin embargo, para nosotros, sus tres hijos, supo ser el que cuidó nuestro andar, el que nos cobijó, el que nos dio todo su amor, constancia, protección para crecer a su resguardo; nos enseñó valores e independencia, nos transmitió su amor por las raíces, nos inundó de su sabia inteligencia. Papá sentía que la vida lo golpeó duro cuando con tan sólo 46 años queda solo con sus tres retoños, como decía él.

Así comenzó la aventura de crecer como papá–mamá superando los miedos y las desventajas de una época distinta donde no se concebían ciertas situaciones.

En este momento sentí una necesidad irremediable de escribir que ese hombre de carácter fuerte y muchas veces indescifrable, que no conocía el gris, no soportaba la mentira ni la traición, denotaba respeto con su presencia, sabiduría en sus palabras; las vivió y sufrió todas las que le presentó la vida. Con sus penas, sus angustias, con su alegría, su sentido del humor y siempre con su mirada llena de sonrisas para sus seres queridos.

Ese era nuestro papá Stanko… cómo no recordarlo cada instante de nuestras vidas… llenó de amor a sus nietos, pleno de momentos inolvidables, tantos años compartidos respondiendo siempre con “acá estoy”. Su actitud frente a la vida nos enseñó a comprender que no existe el después, sólo el hoy.

Hoy, al pasar los años, veo y entiendo sus silencios, sus largas horas de soledad. Como también recorriendo ese camino se presentan ante mis ojos sus alegrías con nuestros logros, su felicidad disfrutando los nietos… siempre preocupado por el bienestar de los hijos… así transcurrió su vida.

¡Sólo le agradezco a Dios haberme dado el regalo de su presencia en nuestras vidas!

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