Los profesionales que integran la ONG detectaron muchos más casos que otros años, mediante los relevamientos que realizan en todos los barrios de Río Grande. Valeria Ochoa, presidente de la institución, afirmó que “es lamentable que haya chicos con desnutrición, pero lo bueno es que los pudimos encontrar”.
RÍO GRANDE.- La Fundación DAR CONIN que desde marzo funciona en su moderno edificio de la Margen Sur, logró torcer el destino de 20 niños de Río Grande que ingresaron este año con desnutrición a su programa de tratamiento.
“Cerramos el año con 50 niños, 40 madres y 5 embarazadas de bajo peso tratados dentro del programa, pero creo que el número más importante del 2019 es que dimos de alta a 20 niños”, indicó a El Sureño Valeria Ochoa, presidente de DAR CONIN. Según la profesional, “esto no sólo significa que logramos que el niño llegue a su peso y se recupere en su desarrollo psicomotor, sino además, desde todas las áreas, vemos que esa mamá ya no nos necesita porque aprendió cómo sacar adelante a su hijo”.
Desde hace casi 9 años la ONG trabaja en forma silenciosa combatiendo la desnutrición infantil en Río Grande, utilizando la metodología CONIN, que consiste en atender la patología del niño en forma integral, capacitando a las madres para lograr su recuperación plena. Este método, que permitió desterrar la desnutrición en Chile, fue implementado hace 26 años en la Argentina por el Dr. Abel Albino, habiendo logrado en 2016 que el Gobierno nacional lo adoptara como política de Estado. Desde esa fecha, la Nación ha fomentado y construido nuevos centros en todo el país, entre ellos el de Río Grande que fue inaugurado en marzo de este año.
El nuevo edificio les permite incorporar más niños al tratamiento, y llegan a ellos gracias a relevamientos nutricionales que se realizan una vez al mes en distintos lugares de la ciudad. A través de referentes barriales, comedores o promotores de salud que conocen el barrio, llegan a los lugares donde existe la sospecha de que hay niños en riesgo.
“La desnutrición del niño es una consecuencia directa de un trastorno socioambiental y sanitario que está padeciendo la familia. A veces es por falta de olla, porque no tienen para comer. Otras veces porque no hacen las comidas con los aportes calóricos que necesita el niño. En otras situaciones, también hay una mamá que no cocina, o un niño celíaco o con hipotiroidismo que no está diagnosticado y por eso no crece”.
Una vez incorporados al programa, una vez por semana los niños y sus madres llegan en una combi a la fundación y allí desayunan y reciben una colación y luego la combi los regresa a su casa. En esas cuatro horas se controla la salud de los niños, se dictan talleres de cocina, de capacitación laboral para las madres y se realizan las terapias que cada niño requiere.
“Ahora tenemos todos los consultorios armados con todos los elementos que se necesitan de fonoaudiología, psicopedagogía, de estimulación temprana y todo el material didáctico. Ahora las salas están adaptadas bien para los niños, para cada edad como si fuera un jardín y nos da capacidad para incorporar más niños y nos permite trabajar en forma más tranquila”, señala Ochoa.
La profesional destacó la voluntad que ponen los padres en la recuperación de sus hijos. “El programa CONIN es voluntario, nadie está obligado a venir. Sin embargo los padres vienen porque necesitan que los acompañemos y eso ayuda muchísimo. Le ponen muchas pilas, muchas ganas y la verdad que esto es clave para le recuperación de los niños”, afirma.
Más niños desnutridos
En cuanto al panorama que vive la ciudadanía con altas tasas de desocupación y un nivel inflacionario que impide adquirir los productos básicos de la canasta familiar, Valeria Ochoa indicó que “este año hemos tenido muchos niños con desnutrición y baja talla que es una desnutrición oculta. Acá no vemos tanto esos niños muy flaquitos, a los que se les ven los huesitos. Cuando los niños se alimentan con lo que la familia puede comprar, como harinas, pan, fideos, arroz que es lo más económico, el niño está gordito pero no crece, tiene baja talla. El tema es que parece de tres años pero tiene seis. Y lo peor, es que si no crece su cuerpo, tampoco crece su cerebro y su falta de desarrollo psicomotriz tampoco es perceptible a simple vista”.
Para Valeria Ochoa, que está en permanente contacto con los centros CONIN de resto del país, “Tierra del Fuego sigue estando en una situación muy buena en comparación con otras provincias. Hay mucha ayuda por parte del Estado. El Estado acompaña con alimentos, subsidios y más ayuda social. Eso lo hace ver como una oportunidad mejor a las familias que vienen escapando de la pobreza”.
Además de la ayuda social que reciben de parte del Estado, las familias que están dentro del programa reciben un bolsón de alimentos por semana de parte de la fundación. “Nuestro bolsón tiene leche, frutas, verduras, pollo, carne. Gastamos hasta el último pesito en todo lo que podemos para fortalecer lo que les entregamos a las familias”.
La titular de CONIN Río Grande destacó el acompañamiento y el compromiso de trabajar a la par con el resto de las instituciones públicas y privadas locales. “Lo que nosotros deseamos con nuestro nuevo edificio, es trabajar en conjunto, ser un efector más de salud dentro de la ciudad y es algo que hemos logrado gracias a un trabajo constante y al profesionalismo, la capacitación y el compromiso de los profesionales de la fundación. No tenemos lineamiento religioso ni político, ni tampoco seguimos a ninguna persona, simplemente trabajamos para recuperar el estado nutricional de los niños, y por esa razón seguimos en pie y la gente confía en nosotros”.