“Qué mala suerte tengo”. “A mí me pasan todas las cosas malas”. “Yo soy una persona de muy buena suerte, todo me sale bien”. Estas son algunas de las frases que solemos escuchar de la gente con respecto al tema de la suerte.
¿Existe la mala suerte o la buena suerte? Algunos consideran que la buena suerte consiste en estar en el lugar correcto, con la persona correcta, a la hora correcta. Se investigó, desde el punto de vista psicológico, a personas que decían tener mala suerte; y lo mismo se llevó a cabo con personas que decían tener buena suerte. Se analizaron las conductas de ambos grupos y se descubrieron varias cosas interesantes.
En primer lugar, las personas que creían tener buena suerte tenían una mejor autoestima. Entonces, cuando pasaban por una experiencia negativa, siempre pensaban en términos positivos. Supongamos que pinchaban una rueda, ellos decían: “Menos mal que me pasó acá y no en medio de la ruta”. Es decir, que siempre construían un pensamiento inteligente sin negar la realidad.
En segundo lugar, estas personas con aparente buena suerte coleccionaban relaciones interpersonales satisfactorias. Ellos se abrían a conocer a otros y eran transparentes e íntegros. Hoy sabemos que, cuanta más gente conocemos, más posibilidades hay de que nos suceda algo bueno. Los contactos son fundamentales para avanzar en la vida.
Y lo que más me llamó la atención es que les entregaban un periódico a las personas y les decían: “Tienen que contar cuántas fotos hay. Disponen de un minuto solamente”. Empezaban a contar, pero a la mitad del periódico se encontraban con un aviso grande que decía: “No cuentes más: hay 185 fotos”. Las personas con buena suerte dejaban de contar; mientras que aquellas con mala suerte no veían el cartel y seguían adelante.
¿Qué se descubrió? Que la gente que cree tener mala suerte está enfocada en un único tema y no puede ver los “carteles de bendición” que hay a su alrededor.
Una vieja anécdota cuenta que un granjero estaba en su granja y, de pronto, llegó un caballo. Todo el pueblo comentó: “Qué buena suerte que tenés”. Él respondió: “Veremos, depende”. Hasta que el caballo se escapó y la gente dijo: “Qué mala suerte, perdiste el caballo”; a lo que el hombre contestó: “Veremos, depende”. El caballo volvió con otro grupo de caballos y el pueblo ahora dijo: “Qué buena suerte la tuya”. Él dijo lo mimo que antes: “Veremos”. El hijo del granjero se subió a uno de los caballos, se cayó y se rompió una pierna. Entonces todos comentaron: “Qué mala suerte, pobre chico”. El padre dijo, otra vez: “Veremos”. Llegó el momento de cumplir el servicio militar y el joven fue exceptuado porque tenía la pierna rota. Los vecinos expresaban: “Qué buena suerte”. “Veremos”.
Nunca te apresures a sacar conclusiones. No existe ni la mala ni la buena suerte. Cada uno de nosotros construye su vida, a través de sus decisiones. Amate y escogé lo mejor para vos. Pensá siempre que lo mejor está por venir.
Acerca de Bernardo Stamateas
Nacido en el barrio porteño de Floresta y de ascendencia griega, Bernardo Stamateas tiene habilidad para el ajedrez, el clarinete y el saxofón. Luego de cursar la secundaria en los colegios Larroque y Mariano Moreno, estudió Licenciatura en Psicología en la Universidad Kennedy. Es Sexólogo Clínico. Hace dos años que es Doctor en Psicología, recibido en la Universidad del Salvador, Buenos Aires.
Es Pastor de la Iglesia Bautista Ministerio Presencia de Dios, en el barrio de Caballito, Ciudad de Buenos Aires. Destacado escritor y conferencista a nivel nacional e internacional, recorrió seis veces el territorio argentino gracias a sus conferencias. Sus libros hoy son leídos por todos los sectores de la sociedad. Varias de sus obras se convirtieron rápidamente en best sellers del mercado argentino. Visitó todo el territorio argentino brindando asesoramiento y capacitación, como cientos de charlas abiertas al público en general en las ciudades más importantes de nuestro país. Su nombre es referencia obligada a la hora de hablar de liderazgo y superación personal.