Comenzaron con las actividades sísmicas en el Mar Argentino frente a las costas de Tierra del Fuego. Los trabajos están a cargo de buques contratados por la empresa noruega TGS, adjudicataria de una de las cuencas licitadas por el anterior gobierno de Macri. Desde Greenpeace advirtieron por el impacto que produce en la biodiversidad marina y criticaron que la actividad se desarrolle en medio de la cuarentena.
USHUAIA.- Los buques “Polar Empress” y “Amazon Warrior” comenzaron a operar en el Mar Argentino, frente a la costa este de Tierra del Fuego, en exploraciones sísmicas consistentes en disparos con cañones de aire submarinos que emiten ruidos muy potentes. Las ondas sonoras viajan al fondo del océano, se reflejan y son captadas por sensores remolcados detrás de los buques de exploración.
Los datos recolectados se utilizan para crear mapas detallados del fondo submarino, que las compañías petroleras usan para determinar las ubicaciones para la posterior perforación y extracción petrolera.
La empresa adjudicataria de estas exploraciones es la noruega TGS; en un proceso licitatorio que llevó adelante el expresidente Mauricio Macri y que definió meses antes de terminar su mandato.
La exploración sísmica de hidrocarburos, que se despliega pese a las restricciones que impone la crisis de la Covid-19, fue difundida con imágenes por Greenpeace, que denunció que estas actividades afectan notablemente a los ecosistemas marinos.
Luisina Vueso, coordinadora de la campaña de Océanos de Greenpeace Andino, dijo que “los ecosistemas marinos y las especies que viven allí están sufriendo un bombardeo acústico sin precedentes. Hay enormes buques generando ondas extremadamente ruidosas bajo el mar para encontrar nuevas zonas de donde extraer hidrocarburos, que seguirán contaminando el planeta una vez que sean utilizados”.
Las consecuencias
Estos sonidos afectan a toda la biodiversidad marina, especialmente a mamíferos marinos como ballenas y delfines, que habitan el Mar Argentino. Los sonidos pueden producir cambios en su comportamiento, estrés, reducción del crecimiento, discapacidad auditiva, lesiones masivas y hasta la muerte por ahogamiento o varamientos.
El ruido de un solo estudio sísmico de cañones de aire puede cubrir un área de más de 300.000 km2 -equivalente a la superficie completa de la provincia de Buenos Aires- y tiene la potencia de 8 veces el despegue de un avión. Son ruidos dos o tres veces superiores a la intensidad necesaria para romper el tímpano humano.
“Mientras el país mantiene las restricciones dictadas por la cuarentena, hay actividades industriales destructivas que no descansan, como es el caso de la industria de los combustibles fósiles que continúa con sus planes para expandir sus operaciones en aguas abiertas, a pesar de la crisis del precio del petróleo”, agregó Vueso.
“Estas pruebas sísmicas son el primer acercamiento de una actividad altamente destructiva para los ecosistemas marinos y es más preocupante en un contexto de cambio climático, donde deberíamos reducir drásticamente nuestra dependencia a los combustibles fósiles”, dijo la activista de Greenpeace.