El fiscal Eduardo Tepedino consideró el hecho como un homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego, dado el poder vulnerante de un arma de fuego para matar y su efectividad ante la indefensión de una víctima desarmada.
RIO GRANDE.- El viernes se desarrollaron los alegatos en el juicio oral y público a Roberto Calderón de 32 años, acusado del homicidio del joven Sergio Quiróz en junio del año pasado, quien murió de un disparo a la cabeza, en la zona de Chacra II.
El fiscal Eduardo Tepedino reconstruyó en una línea de tiempo lo ocurrido esa madrugada del 17 de junio del 2016 en que Sergio Quiróz junto a Lautaro Vallejos Roth fueron al departamento de la familia Calderón en Goytisolo al 500 de Chacra II.
Allí buscaban a “El Chino” Calderón y se encontraron con Roberto quien les recriminó tocar la puerta a las 3:30 de esa madrugada iniciándose una discusión en el palier del edificio que luego continuó fuera con el imputado presuntamente disparando a Quiróz en la cabeza desde atrás.
El fiscal mencionó, además del testimonio de Vallejos Roth, que señaló al imputado como autor de ese disparo; a las escuchas telefónicas que se le realizaban al imputado y a su hermano por una investigación de drogas y que terminaron abonando esta causa como prueba.
En las mismas se probó que Roberto Calderón estuvo en Chacra II, según marca la antena de la empresa de celular, y que su hermano estaba en la otra punta de la ciudad, desestimando el intento de la defensa de endilgar el crimen al hermano del imputado, el cual ya fue sobreseído en la instrucción de la causa.
De hecho en las escuchas Roberto Calderón se autoincrimina indirectamente con frases vagas, pero que dan cuenta en un sentido no literal de que estuvo involucrado en el hecho. Asimismo su hermano, Antonio Gerardo Calderón, muestra desconocimiento de lo sucedido en las conversaciones.
Finalmente otras personas del entorno, en escuchas que continuaron esa madrugada y al día siguiente, reconocen que Roberto Calderón fue el autor del crimen.
Agravantes
El fiscal consideró el hecho como un homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego, dado el poder vulnerante de un arma de fuego para matar y su efectividad ante la indefensión de una víctima desarmada.
Asimismo mencionó la falta de arrepentimiento del imputado, quien sostiene una coartada inverosímil a la luz de las pruebas, marcando también su “frialdad”, dado que a minutos del crimen comentaba por teléfono que estaba en un pool céntrico “donde hay bocha de testigos”, decía entre risas, con la víctima abandonada en la escena del crimen, aún en agonía por esas horas.
La defensa de Calderón esgrimió un alegato defensivo de carente sustento probatorio y el tribunal pasó a un cuarto intermedio para esta semana cuando se conocerá el veredicto.