BUENOS AIRES (NA).- River Plate se quedó ayer a un paso de la gloria al perder, sobre la hora, 2 a 1 ante Flamengo, la primera final única de la Copa Libertadores disputada ante una multitud en el estadio “Monumental” de Lima, la cual ganaba hasta tres minutos antes del cierre.
El “Millonario” había abierto el marcador con un tanto de Rafael Santos Borré, a los 14 minutos del primer tiempo, pero Flamengo dio vuelta la historia con tantos de Gabigol, a los 43 y 47 del complemento.
Ambos terminaron con un hombre menos por las expulsiones de Exequiel Palacios, por una agresión de impotencia sin pelota, y del propio Gabigol, por cargadas contra los jugadores del “Millonario” en la misma jugada.
La bronca que rodea a todo el plantel de River es que fue ampliamente superior en la etapa inicial, donde minimizó a un rival de mucho poder, que no contó siquiera con una llegada clara.
En el complemento, el equipo de Marcelo Gallardo se tiró demasiado atrás y Flamengo, sin tanto juego asociado pero con mucho corazón, se volcó decididamente en campo adversario.
Si bien el partido parecía definido, dos errores le dieron la Libertadores a Flamengo después de 38 años: en primera instancia, Lucas Pratto perdió el balón de manera ingenua y en el contragolpe Gabigol señaló el empate.
Luego, Pinola -que había jugado un gran encuentro- no pudo despejar en dos ocasiones y otra vez el goleador, que casi no había tenido participación en el trámite, sentenció la historia.
River y un primer tiempo perfecto
Intento, con una presión asfixiante en la mitad de cancha, con un Enzo Pérez voraz para cortar y pasar y con Nicolás De la Cruz lúcido para manejar los hilos los tiempos del partido.
Ellos dos fueron los abanderados del fútbol de River, que estuvo todo el tiempo en campo rival y desdibujó al poderoso Flamengo.
Además, Matías Suárez fue un dolor de cabeza, parado a las espaldas de Filipe Luís, parado como un viejo wing derecho.
Por ese sector, llegó el primer tanto: luego de un centro de Ignacio Fernández, Borré se anticipó a los defensores y puso arriba al “Millonario”.
Lejos de relajarse, continuó de la misma forma y no le permitió salir del asedio y tuvo dos remates de Suárez y Palacios que pudieron haber ampliado la ventaja.
Cuatro minutos fatales y un cambio de actitud
En el complemento, River dejó de ser ese equipo asfixiante y Flamengo se adelantó unos 15 metros en el terreno, aunque le costó hilvanar juego asociado.
Sin embargo, hubo una jugada que pudo haber cambiado todo: a los 11, Gabigol remató un centro atrás de Bruno Henrique (vital a las espaldas de Gonzalo Montiel) y la pelota dio en el codo de De la Cruz y Éverton Ribeiro, en el rebote, metió un remate bien tapado por Franco Armani.
Desde el VAR, el uruguayo Esteban Ostojich revisó la jugada y, sin que el árbitro chileno Roberto Tobar se acercara a verla, decidió que el juego continúe.
Hasta el ingreso de Diego, aquel creativo que brillara en el Santos junto a Robinho, Flamengo lo único que había generado era esa jugada y no podía romper las líneas de un River que tenía el trámite controlado, a pesar de haberse retrasado peligrosamente.
Esa entrada le dio claridad al conjunto brasileño y el “Millonario”, con sus cambios, no encontró soluciones y los tres fueron más pensando en cuidarse que en recuperar esa intensidad o tener el balón.
En los 25 finales, Flamengo arrinconó a River, pero le faltó ese último pase, capaz de romper líneas hasta los dos errores de River.
Sin embargo, esos dos errores sobre el final derivaron en sendas jugadas que un equipo con tanta jerarquía individual no te suele perdonar, tal como sucedió en esta ocasión.