Hace 80 años, el 15 de noviembre de 1944, el Petiso Orejudo fallecía en el Penal de Ushuaia, a sus 48 años, quien pasó a la historia como el primer asesino serial de la historia policial argentina, responsable de la muerte de cuatro niños, siete intentos de homicidio y el incendio de siete edificios.
Había nacido como Cayetano Santos Godino, en Buenos Aires. Hijo de inmigrantes italianos, Fiore Godino y Lucia Rufo, este siniestro personaje tenía nueve hermanos. Desde pequeño manifestó su violencia, a tal punto que su propio padre pedía que la policía lo detuviera.
Vivió en la extrema miseria y era constantemente golpeado por su padre y por uno de sus hermanos, ambos alcohólicos.
A pesar de que cometió la mayoría de los crímenes cuando tenía 15 años, su historia delictiva había comenzado mucho antes, cuando era apenas un niño.
A los 8 años, llevó a Miguel de Paoli, un niño de casi dos años, a un baldío, donde comenzó a pegarle en la cabeza con una piedra. No llegó a matarlo porque un policía lo descubrió.
Mientras que también intentó matar a los niños Roberto Carmelo Russo, Ana Neri y Severino Gonzales, quienes salvaron su vida casi de casualidad. Mientras que María Rosa Face, de tres años de edad, fue la primera víctima de sus crímenes, en marzo de 1906.
Pasaron los años hasta que ese niño finalmente se convertiría en un asesino serial y que la prensa comenzara a contar sus terribles hechos.
De hecho, el propio padre, cuando el Petiso tenía 9 años, lo denunció a la policía por su carácter agresivo, por atacar a vecinos y luego de haber encontrado una caja con aves muertas y torturadas bajo su cama.
En 1912 comenzó con sus crímenes. El primero, un niño de 13 años, fue hallado muerto a golpes y estrangulado en una casa vacía en enero de 1912. Dos meses después, a Reina Bonita, de 5 años, la prendió fuego y falleció al poco tiempo debido a las quemaduras.
petiso orejudo
El tercer hecho de ese año fue el crimen de Jesualdo Giordano, de 4 años. Su cadáver apareció en un baldío, estrangulado con un piolín y con un clavo en la sien. La policía lo detuvo el 4 de diciembre, y Cayetano confesó sus crímenes.
Tenía apenas 15 años cuando fue procesado por los asesinatos de los niños Arturo Laurora, Reina Bonita Vainicoff y Jesualdo Giordano. Al margen de otros nuevos intentos de homicidio.
Fue declarado, en principio, inimputable, por considerárselo irresponsable, aunque se decidió su internación provisoria en el Hospicio de las Mercedes. Sin embargo, por decisión del Ministerio Público, fue trasladado a la Penitenciaría Nacional, en aquel entonces ubicada en Las Heras y Coronel Díaz.
Su último traslado fue a la Cárcel del Fin del Mundo, en Ushuaia, hoy convertida en un museo donde cumplió su condena por “cuatro homicidios, siete tentativas de homicidios frustrados por las circunstancias, siete incendios intencionales, algunos de los cuales revistieron carácter grave”.
En 1927 se lo sometió a una cirugía para reducir el tamaño de sus orejas, de las que proviene su apodo, ya que algunas teorías sostenían que eran el origen de su crueldad. Esta decisión se dio en el marco del predominio de principios positivistas de la época, que sostenían la idea de “peligrosidad” de algunas personas y el concepto de la delincuencia nata.
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Godino falleció en 1944 y sobre su muerte hubo diferentes versiones. Oficialmente se atribuyó el deceso a una úlcera que padecía.
De todos modos, hay quienes sostienen que fue castigado por haber asesinado a las mascotas de la prisión y habría muerto a causa de una hemorragia interna causada por la paliza de sus compañeros de reclusión.
El penal de Ushuaia fue finalmente clausurado en 1947. Cuando el cementerio fue eliminado, los huesos de este asesino serial habían sido saqueados.