Impacto de microplásticos en los recursos hídricos

Guillermo Mora, becario del CONICET, forma parte del equipo que investiga la presencia de contaminantes plásticos en la cuenca del río Colorado, explorando sus efectos en los ecosistemas acuáticos.

BUENOS AIRES.- Los microplásticos, esas diminutas partículas de plástico invisibles a simple vista, se han convertido en una amenaza silenciosa para los ecosistemas acuáticos. Estos contaminantes, provenientes de fuentes como productos de cuidado personal, ropa sintética, la degradación de desechos plásticos, entre otros, se presentan cada vez más en ríos y lagos. En la cuenca del río Colorado, uno de los sistemas fluviales más importantes de Argentina, un equipo de científicos monitorea la creciente presencia de microplásticos. Es por eso, que Guillermo Mora, becario doctoral CONICET en el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET-UNRN), nos explica el trabajo que realizan en agua dulce.

“La posibilidad de dedicarme hoy a la investigación surge de la necesidad de estudiar temas de gran relevancia en áreas estratégicas de Argentina. Nuestro país es uno de los que cuenta con mayores reservas de agua dulce en el mundo, gracias a sus extensos ríos, lagos, acuíferos y glaciares. La gestión sostenible de estos recursos es crucial para enfrentar los desafíos ambientales y garantizar su preservación para generaciones futuras”, comenta Mora, y continúa: “Los proyectos de monitoreo y control de la calidad del agua en la cuenca del río Colorado son esenciales para evaluar sus condiciones a lo largo del tiempo. El grupo de Limnología y Bioindicadores del IIPG, dirigido por el doctor Pablo Macchi, quien es mi director de beca, junto al doctor Andrés Arias, desarrolla líneas de investigación destacadas. Nuestra ubicación, en General Roca, Río Negro, es estratégica en la región ya que nos permite evaluar de manera integral todo el sistema fluvial de la cuenca del río Colorado, desde sus nacientes hasta su desembocadura, lo que fortalece nuestro rol como instituto de referencia en el estudio de recursos hídricos en Argentina”.

Los microplásticos llegan a los ecosistemas de agua dulce a través de diversas vías, como la erosión del suelo, la escorrentía superficial, la deposición atmosférica, las aguas residuales urbanas, los residuos industriales y la degradación de basura plástica.

“El problema principal con los microplásticos radica en su naturaleza irreversible y ubicua, que los convierte en una forma de contaminación que representa un riesgo significativo para los límites planetarios. Afectan a los ecosistemas y generan consecuencias negativas para la biota y la salud humana, principalmente por su transferencia a lo largo de las cadenas tróficas. Pueden ser ingeridos por una amplia variedad de organismos, desde pequeños invertebrados hasta peces, causando bloqueos físicos o liberando sustancias tóxicas. Esto no solo altera la salud de los organismos, sino que también puede alterar las cadenas tróficas. Además, los microplásticos pueden transportar contaminantes químicos adheridos a su superficie, que le suma peligrosidad, ya que muchos de ellos son tóxicos para los seres vivos, amplificando así su impacto ambiental”, explica el becario.

Una vez que los organismos ingieren microplásticos pueden ser transferidos a los niveles superiores de la cadena alimentaria. Esto implica que los depredadores que se alimentan de organismos contaminados pueden acumular mayores concentraciones de microplásticos, dependiendo de su dieta y de su capacidad para eliminar estos contaminantes.

“Por otro lado, pueden actuar como vectores de sustancias tóxicas, como contaminantes orgánicos persistentes o metales pesados, que se adhieren en su superficie. Estas toxinas pueden ser liberadas dentro del organismo que los ingiere, causando efectos adversos como daños celulares, inflamación, problemas reproductivos e incluso alteraciones hormonales. Cuando los seres humanos consumen pescado u otros productos acuáticos contaminados, también están expuestos a los microplásticos y a las sustancias químicas propias del plástico y a tóxicos que estos transportan, lo que no solo plantea riesgos para la salud, sino que también puede generar problemas económicos para la región e incluso para el país. La contaminación por microplásticos puede afectar la calidad y la seguridad de los recursos pesqueros, disminuyendo su valor comercial, afectando las economías locales que dependen de la pesca y aumentando los costos asociados con la limpieza y control de la contaminación”, comenta Guillermo Mora.

Plan de trabajo

En los laboratorios del IIPG, se emplean técnicas convencionales ampliamente aceptadas, tanto en Argentina como a nivel internacional para el análisis de microplásticos. A esto se le añade un cuidado extremo en cada etapa del proceso, garantizando la precisión y calidad de los resultados.

El plan de trabajo se centra en el análisis de cuatro matrices: sedimentos, agua, macroinvertebrados y peces en la cuenca del río Colorado, incluyendo las subcuencas del río Barrancas y del río Grande. “En cada sitio, a lo largo de la cuenca, se recolectan muestras de cada una de estas matrices. Cada muestra pasa por un proceso de digestión con peróxido de hidrógeno al 30%, seguido de filtrado por vacío. Posteriormente, se realiza una separación de cada partícula plástica bajo lupa estereoscópica, registrando detalladamente sus características como forma, color, longitud y ancho, entre otras. Esta sistematización permite llevar a cabo análisis estadísticos para determinar concentraciones y porcentajes. Finalmente, se somete a las muestras a un proceso de identificación polimérica que determina la composición de cada partícula plástica,” explica el científico.

Fuentes de contaminación

Los microplásticos pueden llegar a la columna de agua de ríos o arroyos de múltiples maneras. En términos generales, estas fuentes provienen de distintas actividades antrópicas asociadas a los usos del suelo, como la presencia de industrias, y de las áreas urbanas y rurales. “En nuestro caso particular, la cuenca que estudiamos abarca desde la cordillera de los Andes, en la frontera entre Argentina y Chile, hasta su desembocadura en el mar argentino. A lo largo de su recorrido atraviesa cinco provincias claves de Argentina: Mendoza, Neuquén, Río Negro, La Pampa y el sur de Buenos Aires”, indica Mora.

A lo largo de la cuenca las fuentes potenciales de microplásticos varían según el contexto. Desde las nacientes en los arroyos hasta los ríos más importantes de la cuenca, se identifican diversas actividades que contribuyen a su liberación. Estas incluyen la producción agrícola y ganadera, los proyectos turísticos, la actividad hidrocarburífera y minera, y la expansión urbana entre las más importantes. Cada una de estas actividades, en mayor o menor grado, contribuye a la presencia de microplásticos que eventualmente terminan en los cuerpos de agua.

Cómo eliminar los microplásticos

Existen diversas alternativas emergentes para eliminar los microplásticos, que varían en escala y viabilidad de implementación. Estas incluyen desde la instalación de filtros especializados en sistemas de drenaje doméstico y lavadoras para capturar fibras sintéticas, hasta el uso de trampas y barreras en cuerpos de agua superficiales para retener macroplásticos. Además, se están desarrollando tecnologías innovadoras como la biorremediación mediante microorganismos y enzimas capaces de biodegradar plásticos, lo que ofrece un enfoque más natural y sostenible para abordar este proceso de contaminación.

“Además, en el ámbito regulatorio se están considerando diversas estrategias para gestionar el impacto de los microplásticos. Estas incluyen la regulación de las actividades económicas que generan microplásticos, así como la promoción de alternativas y sustitutos para reducir su uso. El objetivo es disminuir de manera significativa la presencia de microplásticos en el ambiente, con un enfoque especial en los cuerpos de agua dulce”, señala Guillermo Mora.

Aumentar la conciencia

“Puede abordarse a través de diversas estrategias ya conocidas, como una mayor divulgación científica y la incorporación de la educación ambiental enfocada en estos temas, como también a partir de proyectos de ciencia ciudadana y fomentar un mayor interés por parte de los medios de comunicación para que el mensaje llegue al público en general. Además, cabe destacar, que el monitoreo a largo plazo de la calidad del agua está directamente vinculado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Uno de los objetivos más relevantes es asegurar el acceso universal al agua limpia y al saneamiento para todos. Garantizar la calidad del agua es esencial para asegurar que el agua potable esté libre de contaminantes, incluidos los patógenos y sustancias químicas peligrosas como los microplásticos. Esto es fundamental para mantener estándares adecuados de saneamiento en las comunidades. El monitoreo de la calidad del agua protege los ecosistemas acuáticos y la salud de las especies que dependen de ellos, al identificar fuentes de contaminación, incluidas las prácticas industriales y agrícolas que pueden afectar la calidad del agua”, finaliza el especialista.

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