Un grupo de investigación del Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME) demostró los impactos del SARS-CoV-2 en la fertilidad femenina. Sus autoras resaltan que las secuelas no son a largo plazo y subrayan la importancia de las vacunas, incluso en embarazadas.
BUENOS AIRES (Nicolás Camargo Lescano. Agencia CTyS-UNLaM).- Vinculado primordialmente a las áreas respiratorias, se demostró, con el correr del tiempo, que el SARS-CoV-2 también deja afecciones en otras partes del organismo. Un grupo de investigación del Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME) comprobó el impacto del COVID-19 en la fertilidad femenina, en el primer trabajo que evalúa las secuelas de este virus en la función del ovario. Aunque, eso sí, sin daños irreversibles ni crónicos.
“A partir de estudios hechos a pacientes de clínicas de fertilidad asistida, que habían tenido coronavirus -pero no habían sido hospitalizadas-, pudimos observar que, cuanto mayor concentración de anticuerpos contra el COVID-19 había, menor era la cantidad de ovocitos, tanto totales como maduros”, señala a la Agencia CTyS-UNLaM Yamila Herrero, becaria doctoral del IBYME y una de las autoras del trabajo.
Los ovocitos, explica Herrero, se llaman así mientras están en el ovario. Una vez que salen de él, pasan a llamarse óvulos. El grupo de trabajo reclutó muestras de 80 pacientes de fertilidad asistida de cuatro clínicas, desde noviembre de 2020 hasta mayo de 2021. Ninguna de ellas estaba, aún, vacunada.
“Para la investigación no trabajamos directamente con los ovocitos, sino que analizamos muestras de un líquido que se llama fluido folicular, que es donde esta célula se encuentra inmersa. Estudiando este líquido, podemos saber la calidad y la fase de desarrollo de estos ovocitos, como una forma indirecta de estudio”, explica María Fernanda Parborell, investigadora del CONICET y líder del equipo.
El primer gran hallazgo del grupo fue comprobar que en este líquido folicular había anticuerpos de coronavirus. “Medimos la presencia de los anticuerpos a partir de los test rápidos de detección, que nos donó la doctora Andrea Gamarnik, del Instituto Leloir -explica Herrero-. Y, contra lo que se sospechaba, encontramos altas cantidades de estos anticuerpos en el 93 por ciento de las muestras de pacientes recuperadas de Covid-19 que formaron parte del estudio”.
El dato resulta importante porque se trata del quinto tipo de anticuerpo que se halla en el fluido folicular. Es un misterio, aún, cómo estos anticuerpos pasan de la sangre a dicho líquido.
A partir de los análisis de las muestras, y valiéndose también de las historias clínicas de las pacientes, Parborell y el resto del equipo descubrieron que, cuanto mayor era la concentración de anticuerpos contra el coronavirus en este líquido folicular, menor era la cantidad de ovocitos que se obtenían de las pacientes, luego de ser estimuladas hormonalmente en las clínicas de fertilidad.
Vasos nuevos, vasos buenos
Uno de los aspectos a tener en cuenta, a la hora de estudiar al ovario, es el factor de crecimiento del endotelio vascular. Permite, ni más ni menos, que se desarrollen nuevos vasos sanguíneos, lo cual posibilitará un órgano más sano. El grupo de trabajo, a partir de las muestras, descubrió que dicho factor estaba muy afectado en las pacientes recuperadas de COVID-19.
“Es primordial que el ovario tenga una buena irrigación sanguínea para que se nutra y se desarrollen correctamente los ovocitos. Creemos que hay una correlación entre el bajo nivel del factor de crecimiento de estos vasos y la baja cantidad de ovocitos recuperados durante el tratamiento”, remarca Herrero.
Tanto para la becaria como para la jefa del equipo, es importante destacar que estos efectos no constituyen un daño irreversible. “Se trata de brindar esta información a las pacientes, de que, igualmente, podrán quedar embarazadas, pero, debido al virus, tal vez tarden un poco más en conseguirlo. El ovario es uno de los órganos que tiene mayor capacidad de regeneración”, subraya Parborell, doctora en Ciencias Químicas.
A su vez, reafirman la importancia de las vacunas. “Absolutamente todas las vacunas disponibles son buenas, incluso para las embarazadas. Este tipo de estudios demuestra que lo que afecta a los distintos órganos no son las vacunas, sino, justamente, el coronavirus”, apunta Herrero.
Próximamente, el equipo se enfocará en estudiar el tiempo de recuperación del ovario y de la capacidad de generar estos vasos sanguíneos, entre otros factores, en pacientes recuperadas de Covid-19, para ver el período para que se restablezcan los parámetros considerados normales.