En promedio, en la Argentina se pide ayuda luego de los 34 años.
RÍO GRANDE.- Científicamente «se considera que una pareja padece alteraciones de fertilidad cuando, después de un año de mantener relaciones sexuales en forma regular y sin el empleo de métodos anticonceptivos, no puede lograr un embarazo», afirmó el doctor Nicolás Neuspiller. Luego de ese tiempo es conveniente recurrir a un especialista.
Para el doctor Edgardo Young «en fertilidad no hay un momento exacto para acudir al especialista, eso lo decide la pareja según su inquietud y su deseo. Luego, los estudios serán adecuados a cada caso».
«En la Argentina la consulta por infertilidad es muy tardía con relación al resto del mundo. Las estadísticas muestran que la mujer consulta por primera vez por esterilidad a los 34 años, y esto es tarde. La fecundidad comienza a disminuir a partir de los 30», aseguró la doctora Stella Lancuba.
«Cuanto más temprana sea la consulta, mayor será la prevención en salud reproductiva. Por eso es importante una visita temprana al ginecólogo. Se debe pasar al especialista luego de un año en mujeres menores de 35 años, y las que tienen entre 35 y 40 lo deberán hacer dentro de los 6 meses -explicó-. Después de los 39 años se recomienda la consulta sin demora, ya que la eficacia de los tratamientos a esa edad es menor al 10% con óvulos propios, y aumenta el riesgo de abortos espontáneos. La asistencia psicológica también juega un papel clave en el buen desarrollo del tratamiento.»
«Los registros internacionales muestran que la eficacia de los tratamientos de fertilización es la siguiente: en mujeres menores de 37 años sin alteraciones de los espermatozoides es mayor al 30% por ciclo; en las que tienen de 37 a 40 años oscila entre el 20 al 30%; en las mayores de 40 disminuye a menos del 10%, pero si ésta recibe óvulos donados la probabilidad crece hasta el 40 o 50% -destacó Lancuba-. Esto muestra la importancia de la calidad de los óvulos.»
Datos útiles para parejas
Según el doctor Young, la primera consulta abre el camino para determinar cuáles serán los exámenes que permitirán llegar al diagnóstico del problema. Por lo general, esto se logra en dos o tres meses, aunque existen casos específicos que requieren más tiempo. Se estudia la integridad del útero y de las trompas de Falopio, la correcta interacción de los espermatozoides con el aparato genital femenino y la producción espérmica. La mayoría de los estudios no son dolorosos.