USHUAIA.- Jugar al rugby en el fin del mundo es una verdadera proeza debido a que el clima no acompaña, la mayoría de las canchas tienen poco pasto y bastantes piedras -algo que vuelve aún más duro a un deporte que se destaca por el contacto y las caídas- y también porque la mayoría de los jugadores fueguinos abandonan la provincia cuando terminan el secundario y se van a estudiar carreras universitarias a otros puntos del país.
De esa manera en Ushuaia queda una cantidad acotada de jugadores y eso resiente el nivel de juego aunque incrementa los lazos sociales: los que practican rugby en esas latitudes son verdaderos fanáticos e intentan hacer crecer el deporte con diversas acciones para incrementar la masa de jugadores que lo practica.
Otro inconveniente que afronta el rugby fueguino -más allá de la popularidad innata que tienen los deportes de invierno o en la provincia- pasa porque hay disciplinas como el basquetbol y el futsal que acaparan un gran porcentaje de chicos, aunque desde hace un tiempo los clubes de rugby iniciaron un programa de captación de jugadores en los colegios que funciona bastante bien.
Esa práctica consiste en que jugadores de los clubes se acercan a las escuelas a dictar clínicas de rugby para hacerles conocer el deporte a los chicos; de esa manera quienes comenzaron a jugar un deporte bajo techo terminan acercándose al rugby.
“El boca en boca en la escuela primaria es fundamental: más allá de las clínicas yo siempre intenté llevar a mis amigos al club para que vieran si les gustaba jugar al rugby. Muchos de ellos se quedaron”, detalla Tomás Ríos, centro de Ushuaia Rugby.
La captación fue fundamental para que el rugby empiece a despuntar en Tierra del Fuego, aunque muchos de esos chicos, cuando crecen y terminan la escuela, se ven obligados a elegir otros horizontes en su vida personal y deportiva.
Así lo detalla Facundo Noval, fullback surgido de Colegio del Sur que ahora juega en Universitario de Tucumán: “Muchos chicos emigran a los 18 años y luego no sabés si vuelven; de esa manera los clubes se empiezan a quedar sin gente. El hecho de que no haya tantas facultades ni chances de estudiar es un problema grande que tiene nuestra provincia”.
El torneo fueguino tiene ocho clubes -cinco de Ushuaia y tres de Río Grande- de los que cinco juegan en la zona Competencia -Ushuaia Rugby, Aguilas, Río Grande, Colegio del Sur y Universitario- y cuatro en la zona Desarrollo: Orcas Rugby, Gallos, Turú Rugby y un equipo B de Aguilas.
El requisito para jugar en Competencia es presentar equipos infantiles además del de Primera.
Ariel Alejandro Zuárez, presidente de Gallos, apunta: “En nuestro club juegan al rugby unas 55 personas entre hombres y mujeres. Estamos buscando sumar juveniles aunque es difícil porque al haber tantos equipos en Ushuaia se complica un poco”.
La liga se disputa de la siguiente manera: hay dos torneos en el año, uno que va de febrero a abril y el otro, de septiembre a diciembre. Eso se debe a que durante el invierno debe suspenderse la actividad a causa de la nieve y de las inclemencias climáticas.
Además de esos factores otra de las situaciones complicadas es el estado de las canchas, que son muy difíciles de mantener: muchas tienen piedras y eso complica a los jugadores.
“Es muy doloroso jugar en algunas canchas, pero de alguna manera ya estamos acostumbrados. El tema del viento también complica: en Río Grande, por ejemplo, nos ha tocado estar en los cinco metros defensivos, tener un penal a favor y tuvimos que optar por jugar rápido con los forwards porque si llegábamos a meter una patada el viento podía meter la pelota dentro de nuestro ingoal”, cuenta el apertura de Ushuaia Rugby, Juan Cruz García.
Uno de los eventos más esperados y queridos de la provincia es el Seven del Fin del Mundo, cuya última edición se disputó el fin de semana en Ushuaia Rugby y donde fue campeón Los Matreros. La pasión por el rugby se notó a flor de piel durante esos dos días en los que sol, al fin, acompañó a lo que resultó una verdadera fiesta del deporte.