La sensación de aislamiento se apoderó de los riograndenses

RIO GRANDE.- Por esos días, el entonces gobernador Hugo Cóccaro declaraba la “emergencia vial” en la Provincia y el intendente de Río Grande, Jorge Martín, decretó el “estado de emergencia”, conformando además un “comité de crisis” para atender el desabastecimiento de agua a la población.

Martín aseguraba que no había registros de un temporal de lluvia y deshielo como el que padeció toda la Provincia. La creciente desmedida del río Grande sacó de funcionamiento a la planta potabilizadora de la ciudad, pero no dañó los equipos de impulsión instalados en la orilla.

Los riograndenses agotaron en pocas horas las reservas de agua mineral del mercado y quedaron a merced del abastecimiento que llegó desde Ushuaia y de un avión Hércules procedente de Río Gallegos con botellas y bidones que fueron repartidos a la población por Defensa Civil, con base en el polideportivo del barrio Chacra II.

La sensación de aislamiento se apoderó de los vecinos de la ciudad que vivieron con estrés y cierto pánico la falta de agua. Hasta hubo hechos aislados de peleas de vecinos por packs de botellas de agua mineral en la puerta del local Montecarlo.

Las estaciones de servicio de ambas ciudades tuvieron un pico de demanda porque la población temió que la crisis se trasladara a las reservas de combustible.

Dos días después del inicio de la crecida, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, recorrió la zona afectada junto a Cóccaro y el intendente de Tolhuin, Adrián Fernández, aseguraba que la situación ya estaba controlada.

Las consecuencias económicas fueron notables: Los maquinistas que despejaron con topadoras los sedimentos depositados en la ruta 3 por la creciente del río Grande hallaron decenas de ovejas muertas pertenecientes a la estancia María Behety y a otros establecimientos rurales de la zona.

El desborde de los ríos arrasó con una franja de 20 metros de pavimento y socavó una zanja de 6 metros de profundidad en la ruta 3, a la altura del río Turbio, fue rellenada por personal de Vialidad con piedras y escombros para habilitar el tránsito, pero restringido para vehículos de pequeño porte que colaboraban con el suministro de agua a la ciudad del norte.

El gobierno tendió un puente aéreo entre Ushuaia y Río Grande con el avión oficial Arava, de 19 butacas, para los casos de emergencia. También advirtió a los choferes de camiones y de ómnibus de pasajeros que se abstuvieran de circular por la ruta.

Por el corte de ese camino, las estaciones de servicio de Río Grande y de Ushuaia se atiborraron de vehículos de gran porte a la espera de que se restituya la circulación por la única vía que comunica a Ushuaia con el resto del país por vía terrestre.