Un grupo de científicos logró desarrollar una computadora biológica que funciona con agua y sal, inspirada en el cerebro humano. Este invento podría revolucionar la tecnología, reducir el consumo energético y marcar un antes y un después en la historia de la inteligencia artificial
En el mundo de la tecnología, donde el desarrollo de procesadores cada vez más potentes y veloces se ha convertido en una constante, un descubrimiento reciente ha dado un giro inesperado. ¿Y si el futuro de la computación no estuviera en el silicio, sino en elementos tan simples como el agua y la sal? Un grupo de investigadores acaba de demostrar que es posible crear un sistema computacional inspirado en el cerebro humano con estos dos componentes básicos. El resultado podría ser la clave para un nuevo paradigma tecnológico.
Un modelo inspirado en la eficiencia del cerebro
El cerebro humano es, sin lugar a dudas, una de las máquinas biológicas más eficientes que existen. Capaz de realizar millones de operaciones simultáneas con un consumo energético mínimo, ha servido como modelo para diseñar una nueva generación de ordenadores que, más que simular, buscan replicar sus capacidades.
Eso es precisamente lo que logró un equipo internacional de físicos de la Universidad de Utrecht (Países Bajos) y la Universidad Sogang (Corea del Sur). A través de un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, demostraron que es posible crear sinapsis artificiales funcionales utilizando un sistema compuesto únicamente por agua e iones (partículas de sal disueltas).
Cómo funciona esta “computadora biológica”
En el cerebro humano, las sinapsis —puntos de conexión entre neuronas— transmiten señales eléctricas mediante la circulación de iones en un medio acuoso. El equipo de investigación replicó este proceso para lograr que las sinapsis artificiales también pudieran almacenar, procesar y transmitir información, imitando el aprendizaje y la respuesta a estímulos de forma autónoma.
Lo más notable de este avance es que no requiere materiales sólidos ni componentes tradicionales de hardware. En cambio, utiliza un líquido iónico en el que los iones se mueven y responden como lo harían en una sinapsis natural. El comportamiento observado fue capaz de emular patrones complejos de transmisión y procesamiento, abriendo la puerta a una tecnología completamente nueva: la computación neuromórfica iontrónica.
Hacia una tecnología más sostenible y accesible
Los beneficios de esta aproximación van más allá de la innovación científica. Al tratarse de un sistema que no necesita silicio ni grandes cantidades de energía, las implicaciones ecológicas son significativas. Esta tecnología podría reducir drásticamente el consumo energético de los ordenadores modernos, convirtiéndose en una alternativa viable para un mundo cada vez más digital y preocupado por su huella de carbono.
Además, la posibilidad de utilizar materiales accesibles y no contaminantes como agua y sal democratiza el acceso al desarrollo tecnológico. Esto podría permitir la creación de dispositivos inteligentes más asequibles y sostenibles, ideales para regiones con limitaciones de recursos.
Un nuevo capítulo en la relación entre biología y tecnología
Este avance forma parte del creciente campo de la computación neuromórfica, una disciplina que busca fusionar principios biológicos y tecnológicos. Según Tim Kamsma, investigador principal del estudio, este es solo el comienzo: “Por primera vez demostramos que se puede crear una sinapsis artificial con un medio líquido, como el cerebro humano, y lograr que procese información compleja”.
Aunque queda camino por recorrer para implementar esta tecnología a gran escala, su potencial es innegable. La convergencia entre ciencia, biología y tecnología promete transformar la manera en la que diseñamos y usamos ordenadores.
Mientras tanto, este pequeño y silencioso sistema hecho de agua y sal nos recuerda que los grandes cambios a veces comienzan con los ingredientes más simples.