Las huellas de un proyecto de reforestación

En Tierra del Fuego, el incendio de 2012 alertó a la comunidad sobre las consecuencias en la flora autóctona del valle del Paso Beban. Decidieron unirse y accionar desde la Asociación Argentina de Guías de Montaña plantando 200 mil árboles.

RIO GRANDE (Por Luciano Cabezas).- No fue el incendio forestal más grande de que se tenga registro en Tierra del Fuego, aunque 1200 hectáreas no son pocas. Hoy el contraste entre el verde juvenil de los renovales de lenga y ñire, con la negrura de los árboles centenarios ahora muertos, recuerdan la tragedia.

Un fogón mal apagado que arrasó con gran parte de la flora autóctona del valle del Paso Beban, en cercanías al paraje Bahía Torito del lago Fagnano, nos marcó un antes y un después. A partir de esto, la resiliencia reunió voluntades y aquella cicatriz que caló hondo en el bosque nos dejó dos beneficios: habernos adherido a la Ley 26.331 de Bosques, y haber sembrado conciencia a través de haber vinculado a la comunidad local en campañas voluntarias de reforestación.

Fue en enero de 2012 cuando una gran columna de humo tomó protagonismo en los cielos australes. Al punto tal de que, desde la propia Ushuaia, la única ciudad trasandina de Argentina, veían atónitos el lamento de los bosques cordillera de promedio.

“Lo que alertó rápidamente a la comunidad, a diferencia de incendios anteriores incluso mayores que este, es que la columna de humo se veía desde las tres ciudades fueguinas”, declaró Loreto Fernández Génova, representante local de la Asociación Argentina de Guías de Montaña (AAGM) y coordinadora del proyecto de reforestación.

La centenaria flora autóctona sangraba, mientras el fuego devoraba todo a su paso y echaba al cielo un pedido de auxilio que no pasó desapercibido.

La rápida reacción se cristalizó en el proyecto “Soy parte del bosque fueguino”. Involucró diversos actores con una mirada del Estado comprometida con la causa que conjugó la mejor estrategia. Iba más allá de sólo sembrar árboles y recuperar el ambiente natural: era la oportunidad perfecta para vincular a instituciones educativas y reparar con las propias manos.

Organizada durante cinco años en dos campañas anuales llevadas adelante en primavera y otoño, fue la responsable de replantar cerca de 200 mil árboles. Se llevó a cabo con una técnica conocida como “repique directo”.

La campaña para forestar Ushuaia. (Foto: Luciano Cabezas).

La metodología trata de extraer “especímenes de lenga y ñire en etapa juvenil, y transportarlos a la zona afectada según un reticulado prediseñado”, según detalló la bióloga Luciana Mestre, otra de las integrantes de la iniciativa educativa-ambiental.

A casi 12 años del compromiso ambiental que vinculó a más de 1.300 personas y decenas de instituciones, sostiene la responsable del proyecto que el mayor logro es “haber marcado un punto de partida”.

Además de haber sido imitado en otras regiones, sigue despertando nuevas propuestas en materia ambiental y de él se desprenden innumerables campañas similares.

El caso más conocido, y que actualmente se encuentra en vigencia, es el proyecto “El bosque vuelve a la ciudad”, organizado por el mismo equipo técnico. Sobre esto, Fernández Génova detalló: “El objetivo es devolver a la ciudad la flora nativa, para compensar el avance urbano”.

En este sentido, explicó: “Las líneas de acción tienen que ver con involucrar directamente al nivel inicial de los colegios para poner manos a la obra y cultivar la responsabilidad ambiental”.

Adhesión a la Ley de Bosques, un hito histórico

Un aspecto que destacan desde la coordinación del proyecto madre es que, a partir del incendio en Bahía Torito nacen en conjunto la iniciativa ambientalista, con la adhesión a la Ley Nacional N°26.331 de Protección Ambiental de los Bosques Nativos. Fue a partir de la sanción de la Ley Provincial N°869 de Caja Forense de la Provincia de Río Negro, reglamentada cuatro meses después del hecho.

“Haber aprovechado la oportunidad para realizar las gestiones pertinentes para que la provincia de Tierra del Fuego adhiera a la Ley Nacional de Bosques, es uno de los logros más importantes”, reveló la coordinadora Fernández Génova, al referenciar que desde hace tiempo se venía trabajando para pertenecer a los planes de manejo y conservación de Nación.

La adhesión establece el acceso a las partidas presupuestarias destinadas a la protección ambiental para la conservación, restauración y manejo sostenible de los bosques nativos.

Consultada sobre términos cuantitativos, la coordinadora detalló que el 34% de la provincia se encuentra ocupada por bosques nativos, de los cuales el 20% se encuentran ya bajo manejo de un plan de conservación que está amparado por esta Ley, 10 años después de aquel impulso.

Dentro del articulado de la Ley se fija un esquema de “modalidad de gestión” para el acceso a financiamiento de proyectos similares. En este sentido, en la ley reza que “los beneficiarios de los fondos asignados serán los titulares de los planes de manejo y conservación presentados por el Gobierno provincial”, que se desprenden de una “convocatoria a presentación de Planes de Manejo y Conservación”.

Tener legislado el respaldo para poder sostener estos proyectos propone a la sociedad una demanda activa de iniciativas ambientales. Si bien ya pasaron 12 años de aquel punto de partida, actualmente se encuentran en vigencia varios proyectos que son derivados de aquel primero, donde una inmensa columna de humo concentró la mirada de los fueguinos.

El peligro está latente, los bosques siguen a merced de la desidia. Pero aquellos primeros ñires y lengas replantados dejaron algo más que las huellas de un proyecto de reforestación: dejaron conciencia y esperanza.

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