La mayoría fueron enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas civiles. Todas vivieron los horrores desde adentro. Un libro y un proyecto de ley, intentan rescatarlas del olvido.
RIO GRANDE.- En su trabajo “Mujeres invisibles”, recientemente publicado, la escritora argentina Alicia Panero da voz a enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas civiles que curaron a los soldados argentinos heridos en las batallas por las islas australes, que hoy continúan bajo dominación británica y cuya soberanía reclama Argentina.
“Estas mujeres no figuran ni en un libro de historia. Se las omitió y no formaron parte de los procesos de construcción de la memoria colectiva”, explicó Panero y cuenta que algunas de ellas no habían vuelto a hablar del tema hasta ahora.
“Todas sufrieron traumas muy fuertes por estar en contacto con los heridos”, relató la escritora e investigadora, quien trabaja y vive en una institución militar de Córdoba, en el centro de Argentina, junto a su marido, quien es militar.
La edad de las decenas de mujeres que participaron en la guerra oscilaba los 25 años y, en algunos casos, los 15, algunas a bordo del buque argentino Irízar, otras en una suerte de hospital ambulante en la ciudad patagónica de Comodoro Rivadavia y otras en centros militares.
“El rol fundamental de estas mujeres, además de la parte médica, era la contención afectiva a los soldados, que volvían con frío, con hambre -porque no les daban de comer- golpeados, amputados o quemados”, explicó la escritora.
En la guerra de las Malvinas, Argentina y el Reino Unido se enfrentaron por la soberanía de las islas en un conflicto bélico que se cobró 255 vidas británicas, tres isleñas y 649 argentinas y finalizó en junio de 1982, con la rendición argentina.
“Cuando estas chicas volvieron a sus hogares, en diferentes puntos del país, nunca más hablaron, estaban en estado de bloqueo”, aseguró Panero, quien resalta que “ellas sabían que no tenían que hablar ni durante ni después de la guerra, y ni siquiera se les permitía llorar”.
Acontecido durante el último régimen militar en Argentina (1976-1983), el conflicto bélico representó durante mucho tiempo para estas mujeres “un hecho avergonzante porque se las vinculaba a la dictadura”, según la autora.
En su libro, Panero comparte historias como la de Alicia Reynoso, una exenfermera que, luego de haber sufrido un accidente cerebrovascular en 2010, mencionó a su terapeuta la estaba “pasando tan mal como en la guerra” y se abrió a hablar de lo que había callado tantos años.
A pesar de haber prestado servicio y vivido la crudeza del conflicto en primera persona, estas varias decenas de mujeres no fueron reconocidas socialmente por su labor, no reciben pensión ni fueron incluidas en la ley que reconoce a los veteranos y los caídos de la guerra de las Malvinas.
“En la ley argentina, solo es considerado veterano de guerra el que estuvo dentro de cierto perímetro de las islas y ellas no entran en esta categoría”, explicó Panero, quien aclara que solo una de ellas, Liliana Collino, pisó el archipiélago según los registros y recibe pensión, pero la mujer prefiere “no volver a hablar del tema”.
En tanto, las que sirvieron en los centros de la Fuerza Aérea son reconocidas simbólicamente como “veteranas” por esta institución, pero en los hechos no reciben la pensión vitalicia otorgada a los militares y civiles que estuvieron en el teatro de operaciones.
“Recién 30 años después del conflicto, el Congreso mandó una medalla a estas mujeres y se las invito por primera vez a participar de un desfile”, contó la investigadora.
“Son las únicas veteranas de guerra en Latinoamérica, dieron todo y, sin embargo, siguen viviendo en el silencio, el olvido, en el ‘no existís'”, afirmó Panero.
Sin embargo, que algunas de ellas hayan contado en los últimos años sus experiencias, motivó, según la escritora, a otras muchas veteranas para animarse a hablar del tema “y se dieron cuenta de que a ellas también les corresponde un lugar en la historia”.
A partir de la lectura del libro de Panero, Hilda Aguirre de Soria, senadora por la provincia de La Rioja (oeste), redactó un proyecto para que se reconozca a las veteranas y se les otorgue el derecho a una pensión vitalicia.