Con 40 años de trayectoria como locutora de Radio Nacional, Leda Soto fue reconocida como Embajadora de la Paz, otorgado por la Universal Peace Federation (UPF) y accedió a contar gran parte de lo vivido, en una nueva entrega de las entrevistas en la Redacción de El Sureño.
RIO GRANDE.- Leda Soto fue reconocida como Embajadora de la Paz, otorgado por la Universal Peace Federation (UPF). La voz de Radio Nacional visitó la Redacción de El Sureño y mantuvo una cálida entrevista en la que hizo un repaso de sus años de trayectoria como locutora de la emisora, emblema de Río Grande y de su incursión en las letras y la música, representando a Tierra del Fuego en varias ediciones de Cosquín.
-¿Cómo recibes este reconocimiento de ser Embajadora de la Paz?
-Ha sido algo que realmente no lo esperaba, es una recompensa de la vida, a todo lo que he vivido, a todo este largo camino que he realizado en medios de comunicación, en mi Radio Nacional, que hace 40 años que me contiene, que ha visto toda mi etapa de crecimiento de niña a mujer. Más de una vez participé allí en programas infantiles, colaborando con programas como la “Hormiguita Hippie” y también para un programa que realizábamos en el colegio secundario que era “Ecos de Juventud”, que estaba a cargo de alumnos de tercero y cuarto año.
Tengo un enorme agradecimiento a todos los que han pasado por Radio Nacional, que me han formado en mi crecimiento profesional y también como ser humano. De todos se aprende algo.
-¿Creo que la vida te ha recompensado varias veces?
-He sido muy bendecida, empezando por mi familia, desde mi madre que ha sido una gran luchadora porque ella enviudó cuando mis hermanos tenían 13 y 12 años y se quedaron con una bebé de 1 año y cuatro meses. Mi madre fue una emprendedora que nos dio lo básico de la vida: Amor, acompañamiento y valores tales como respetar y escuchar. Ella es una de mis grandes bendiciones y tener hermanos maravillosos que me encaminaron. Bendecida por una familia conformada por cuatro hijos, por los amigos que tengo. Bendecida por poder hacer música, de cantar, de escribir, de poder comunicarme a través de la radiodifusión.
-Dijiste que tu madre fue una emprendedora y lo fue en una época donde eso era muy difícil para una mujer.
-Fue toda una emprendedora al criar a tres hijos sola, luchó contra muchos tabúes de ser una mujer sola, de mantener su dignidad trabajando. Mis padres eran chilenos y trabajaron de lo que sea, no le temían al trabajo, al frío, a la escarcha. Antes teníamos inviernos de 25 grados bajo cero y eso era normal. Mi mamá tuvo que hacer muchas cosas sola, en cosas que en ese entonces estaban asignadas solo para los hombres.
-¿El programa Eco de Juventud fue el inicio en Radio Nacional?
Sí. En eso de hacer una rutina, de hablar, de anunciar un tema. Pero no era solo merito mío. Era compartirlo también con los compañeros del colegio. Yo en ese entonces me metía en todas las actividades posibles. También hacía deportes y era delegada de deportes en el colegio; hacía la revista Eco de Juventud y también debíamos organizar la despedida de los de quinto año. Tenía una vida muy activa.
-¿La voz que conocemos de Leda fue siempre igual o se fue aggiornando?
-No. Se fue haciendo, me fui estilizando. Mi hermano estaba en la Radiodifusora de la Patagonia, en Comodoro Rivadavia, era un divo de la radio, era el locutor de un programa con mucha audiencia, en LU4. En vacaciones yo iba a Comodoro y seguía teniendo contacto con la radio. El fue un gran incentivador y así fue que tenía planes de estudiar en esa ciudad Ingeniería Petroquímica; para ello volví a Río Grande con la idea de buscar trabajo. Allí fue que me crucé con “Mingo” Gutiérrez y me dijo si tenía ganas de hacer un programa infantil, porque la radio ya no lo tenía. Allí comencé un 5 de mayo de 1980… todo el mundo me dio una mano increíble, porque todos estaban muy entusiasmados. En ese entonces tenía 19 años. Recuerdo que mi primer entrevistado fue el boxeador Víctor Palma y la hice en la confitería París, que estaba enfrente a Radio Nacional.
En diciembre de 1980 pude ingresar como contratada a la emisora y pensé que era para hacer trabajo de administración, pero ese día, cuando llegué a las 6 de la mañana, me recibió Lucho Torres y ahí caí que mi contratación era para desempeñarme como locutora. En ese entonces, que era época de plena dictadura, teníamos que respetar una pauta muy estricta y teníamos el servicio de cables de noticias mediante una teletipo a la que siempre había que arreglarle las palabras para que se entiendan, porque venía con algunas letras mutiladas. En ese entonces siempre hubo gente amiga que me fue apuntalando como Luis Torres, Guillermo De’Loro, Ricardo Ferreyra, Alejandro Díaz y “Chachi” Villarreal.
-¿Fue un comienzo muy promisorio?
-Siempre me adapté a todas las circunstancias. Lo que a mí me gusta hacer lo hago con amor, trato de ponerle mucho cariño y doy lo mejor de mí. Pero también hago cosas que no me gustan. De los errores se aprende mucho, de las cosas que no te gustan también. Por eso el ser humano tiene que aceptar todos los desafíos que te va colocando la vida. Nunca tirar la toalla, siempre para adelante. Siempre va a aparecer una mano amiga que te va a ayudar, que te va a aconsejar. Por algo aquellos que ocupan cargos importantes tienen sus consejeros y si a eso lo bajamos a la vida cotidiana también uno tiene que saber escuchar consejos. Hay que terminar con esa arrogancia que uno lo sabe todo, hay que ser humilde en la vida, siempre.
De los errores se aprende mucho, de las cosas que no te gustan también. Por eso el ser humano tiene que aceptar todos los desafíos que te va colocando la vida. Nunca tirar la toalla, siempre para adelante
-¿Radio Nacional fue tu casa?
-La vi desde los cimientos, siempre pasaba por ahí cuando la estaban construyendo; nunca pensé que me iba a contener. Yo soy una docente frustrada, porque cada vez que comenzaba la carrera me embarazaba. Fueron tres intentos y uno casi, porque recuerdo que en 1993 pasé por el colegio Don Bosco y cuando voy a abrir el picaporte de la puerta me arrepentí, y no pasó un mes de eso que quedé embarazada de mi cuarto hijo. De mi paso por Radio Nacional también tengo una gran herida en el corazón por mis compañeros que se tuvieron que ir por el achique del Estado, en 1991. También por la pérdida el año anterior de Chachi Villarreal y de otros amigos y oyentes que murieron con el paso del tiempo, a esos los llamo mis “Ángeles Poderosos”. Entre ellos también está el matrimonio Boyadjian que se fue el año pasado por esta pandemia.
La otra angelita que tengo es Leonor María Piñero, con su Cono de Tinta Sur, todos los escritores pasaron por su programa, como Niní Bernardello, Primo Farías y Rubén Baliño. Leonor se fue sin los grandes honores que debió merecer en vida. Una de las tantas injusticias, porque fue la decana del periodismo. Muy preocupada y ocupada por la mujeres.
-Por ser LRA 24 tu casa, ¿cómo repercutió en vos la aparición de las FM en Río Grande?
-Fue algo bien recibido porque incluso Radio Nacional fue colaborando, ya sea con personal, muchos de los que trabajaban en esas emisoras lo hicieron antes en Radio Nacional. Nosotros sabemos que somos la mamá. Radio Nacional se fue transformando en escuela. Así aparecieron locutores, otros que aprendieron a usar una consola. Nunca se vio al resto de las radios como una competencia. ¿Qué padre se va a poner celoso o envidioso de sus hijos? Uno quiere que crezca y que te supere.
-Hablemos un poco de tu incursión en la música, ¿cómo comenzó todo?
-Mis hermanos siempre cantaron, en casa no había plata para comprar una guitarra en ese momento pero conseguían una prestada. Mi hermana comenzó a representar a Río Grande como solista vocal femenina y con todo ese ambiente musical en casa, con todo ese incentivo, cómo no iba a abrazar la música. Cuando mi hermano se fue a vivir a Comodoro Rivadavia la guitarra quedó y yo, que tengo una buena memoria visual, comencé a repasar las notas y así aprendí a tocar sola. Mi debut fue en el colegio, pero una vez, mi hermana tuvo una gran enfermedad de la que casi se muere. Ese hecho coincidió con el segundo aniversario de Canal 13. Ahí me fui de cara dura, con mi mamá, para cantar y darle fuerza a mi hermanita. En ese lugar me crucé con un chico con muchos rulos, era el cabezón Walter Buscemi, quien debutó musicalmente ahí.
En 1985 arrancó algo que no paró, en donde poníamos el acento en lo patagónico, en los pueblos originarios. Un día me puse a escribir sobre todo lo que me había provocado congoja, lo que era el exterminio, el caso del chancho colorado… todo lo volqué en mi primer tema y así nació “Hechuck Hayin” o Viento del Norte.
En ese entonces ya tenía el reconocimiento de mis compañeros, de escritores como Rubén Baliño y Julio Leite, Y éramos los locos que empezamos a cantarle a la Tierra del Fuego. Había una hermandad, una cofradía. Nos convertimos en una verdadera familia junto a Walter Buscemi.
-Con todo el camino recorrido, ahora llega este reconocimiento: ¿qué reflexión te queda?
-A través de la música y de la radio pasaron estos cuarenta años, con algo que hacía normalmente y uno ahora se da cuenta que se está valorando. Este reconocimiento que lo supo ver Graciela Pesce, que fue compañera mía como locutora, quien le dijo a Gerardo Carbajal, otro Embajador de la Paz, proponerme ante la Federación Universal para la Paz, una organización importante, a nivel nacional internacional e interreligiosa.
En este caso me han distinguido a mí. Cuando me lo comunicaron dije que no sabía si era digna de recibirlo, porque hay mucha gente que hace mucho esfuerzo en atender comedores, que junta ropa, que ayuda a gente en situación de calle, el voluntariado, los médicos que colaboran sin un peso a gente que está enferma. Esas son acciones maravillosas.
Estoy muy contenta y mi compromiso es mucho más como también mi responsabilidad. Voy continuar como siempre, defendiendo la Causa Malvinas, levantando la bandera y acompañando los sentimientos selk`nam. Estar contra el abuso de las infancias, los femicidios y el maltrato a los adultos mayores.