La celebración de los 50 años de la Ley 19.640 viene a demostrar –por si hiciera falta- que cuando las estructuras legales de un país están diseñadas a favor del crecimiento de la Nación, el bienestar de sus habitantes y el afianzamiento de las instituciones, no solo son necesarias sino imprescindibles. Y los ciudadanos de a pie lo saben.
RIO GRANDE.- No se celebra aquello que constituye un mero acto administrativo o político. Y esta celebración viene a demostrar también la importancia del trabajo legislativo, cuando responde a un compromiso con los verdaderos intereses del conjunto de la población, por encima de las disputas sectoriales y de las coyunturas.
La Ley 19.640 constituyó en sí misma no solo un verdadero logro para el país, desde el punto de vista del afianzamiento de su soberanía y de sus intereses geopolíticos en la región, sino que su verdadera dimensión se puede apreciar con el paso del tiempo. Cincuenta años es una buena medida para ese análisis.
Aquella ley que nacía en respuesta a una serie de demandas focalizadas en una parte del territorio argentino, lejos de caer en letra muerta, está más viva que nunca. Bajo su influjo nació, creció, se transformó y sigue evolucionando la industria fueguina. Innovación tecnológica, creación de puestos de trabajo, satisfacción de la demanda interna y generación de recursos son algunas de las ventajas que se evidencian en este medio siglo.
Por supuesto que estos logros son celebrados en Tierra del Fuego, por sus autoridades, por sus instituciones, sus empresas, sus habitantes -muchos de los cuales en algún momento llegaron desde distintos puntos del país-. Y contrariamente a lo que algún tecnócrata de la city porteña pueda opinar, la celebración de la Ley 19.640 debería extenderse a toda la Argentina.
El caso de la empresa Mirgor fundamenta ampliamente este postulado. Fundada en 1983, su crecimiento se traduce hoy en casi cuatro mil empleados y siete unidades de negocios orientadas básicamente a la fabricación de componentes electrónicos para la industria automotriz, artículos electrodomésticos y dispositivos electrónicos, entre otros.
La innovación tecnológica ha sido una constante en estos casi cuarenta años.
Y fue, justamente, esta característica, sumada a la creatividad, la infraestructura, la calidad de sus recursos humanos formados por la propia empresa y el compromiso empresario, la que le permitió decir presente cuando la crisis provocada por la pandemia de Covid-19 demandó sus servicios en calidad de urgente.
Con la experiencia y conocimiento acumulados a lo largo de décadas, en cuestión de semanas Mirgor demostró su capacidad de transformación para crear y poner en marcha un sistema de automatización industrial para la fabricación de respiradores.
Para ello, constituyó una alianza con la empresa cordobesa Leistung, especializada en dispositivos médicos para ventilación pulmonar.
En un contexto de urgencias a nivel mundial, con un mercado internacional de la industria médica colapsado y absorbido por las grandes potencias y, ante la demanda del Estado argentino para dotar de respiradores a cada hospital del país de modo de evitar la muerte de miles de argentinos, allí estuvo esta industria fueguina poniendo al servicio del país lo mejor de su capital: el compromiso y el conocimiento. De eso también se trata cuando se habla de soberanía.
Mirgor es la prueba concreta de que hay motivos para celebrar los cincuenta años de la Ley 19.640. Y no solo en Tierra del Fuego.