BARCELONA (TELAM).- Lionel Messi escribió otro capítulo en los libros de la historia del fútbol: alcanzó los 700 goles con su anotación ante el Atlético de Madrid (picó el penal) y se unió al selecto Grupo de los Siete.
Una lista exclusiva de la que sólo forman parte un puñado de los grandes goleadores que tiene la historia de este deporte.
Su amorío con las redes comenzó oficialmente el 1° de mayo del 2005, cuando el Diez de aquel entonces, Ronaldinho, lo habilitó por encima de la defensa para que pusiera el 2-0 de vaselina en el recordado enfrentamiento contra el Albacete.
15 años después de aquel tanto espectacular, La Pulga no sólo se convirtió en el capitán y referente del Barcelona y de la selección argentina, sino que también es el máximo goleador histórico con ambas camisetas. Mientras que con la azulgrana marcó 630 en 724 partidos, con la albiceleste sumó 70 en 168.
Con sus 700 festejos, el rosarino se suma a un exclusivo clan al que pocos lograron pertenecer y que es liderado por el legendario delantero austríaco Josef Bican con 805 goles en 530 partidos oficiales, según los números que maneja la Rec Sport Soccer Stadistics Foundation (RSSSF), la mayor organización de estadística e historia del fútbol fundada en 1994.
Un nombre que Lionel Messi tendrá entre ceja y ceja de ahora en adelante, pero que sin embargo, para superarlo, deberá dejar atrás a otras cinco figuras, entre ellas su máximo rival Cristiano Ronaldo.
Lionel Messi convirtió goles de todo tipo y para el gusto de cualquier espectador. Su último tanto hasta el momento había sido también de penal ante el Leganés, acumulando 582 gritos con su pierna más hábil (439 de jugada, 90 de penal y 53 de tiro libre).
Con la derecha marcó 92 veces, mientras que con la cabeza lo hizo en 24 oportunidades, pero sin dudas, entre estos 700, quedarán en la memoria de la mayoría de los fanáticos los que marcó con la mano y con el pecho como los más curiosos.
Aquel 9 de junio del 2007, La Pulga sorprendió al arquero Carlos Kameni, ex del Espanyol, cuando saltó a cabecear en una jugada similar a la que protagonizó su compatriota Diego Maradona contra Inglaterra en el Mundial de México 1986.