Carlos Portaluppi, Muriel Santa Ana, Gustavo Garzón y Agustina Cherri son algunos de los protagonistas de «Votemos», la disparatada adaptación teatral de un premiado cortometraje español donde un grupo de vecinos debe decidir si acepta a un nuevo inquilino con antecedentes de enfermedad mental, que se estrenará este jueves en el Teatro Metropolitan.
Producida por Adián Suar y dirigida por Daniel Barone, esta versión del cortometraje de Santiago Requejo estrenado en 2021 y ganador de más de 18 premios internacionales parte de una pregunta de apariencia simple: «Si te enteraras de que una persona con enfermedad mental va a ser tu vecino y pudieras evitarlo, ¿qué harías?».
Sin embargo, las respuestas que aparecen en el filme en apenas 13 minutos resultan un espejo incómodo y contundente de los prejuicios de los espectadores e, incluso, del propio director.
En declaraciones a la prensa española con motivo del estreno en 2021, Requejo había dicho: «Cuando me enteré la historia de una mujer que hace una vida normalísima pero a quien le niegan el alquiler de un piso porque los vecinos se enteran de que tiene problemas de salud mental, me quedé de piedra. Me pregunté entonces qué habría hecho yo si fuera uno de esos vecinos. Y me di cuenta de que yo habría hecho lo mismo. Y entonces me sentí mal y empecé a abrirme un poco más a esta realidad, a preguntar, a entender. Y entonces se fueron cayendo todos los prejuicios. Y ese proceso es el que quise cristalizar en el cortometraje».
Al igual que en el corto, en esta versión teatral de «Votemos» escrita por Requejo que completan Juan Gil Navarro, Virginia Lago, Tomás Kirzner y Alan Daicz, el puntapié también es una reunión del consorcio en la que siete vecinos se reúnen para votar algo tan cotidiano como el cambio de ascensor.
Sin embargo, la noticia de que un nuevo inquilino con problemas de salud mental va a alquilar el departamento de uno de los propietarios, cae como una bomba y hace que los vecinos debatan acaloradamente sobre sí deberían o no aceptarlo valiéndose de toda clase de argumentos.
En esta obra producida por Suar luego de los éxitos de «Piaf» e «Inmaduros» que marca el regreso de Barone al teatro tras «Red», «Después de nosotros» y «Un rato con él», esta versión porteña del corto se presentará de miércoles a domingo en el Teatro Metropolitan (Avenida Corrientes 1343).
Télam: ¿Cuál creen que es el mayor atractivo de esta obra?
Gustavo Garzon: La salud mental es un tema muy ambiguo del que se habla muchísimo pero nadie sabe nada. La mente humana es un misterio, hay un montón de trastornos de los cuales la ciencia no encuentra explicación. Yo tengo dos hijos con Síndrome de Down y todavía hay gente que discute si hay grados o no, es todo muy confuso. Y esta obra habla de eso: de la ignorancia, de que cada uno reacciona como puede desde su lugar instintivo y sus prejuicios, pero con mucho humor.
Télam: El cortometraje funciona, entre otras cosas, porque ayuda a empatizar con todas las posturas sin pararse en una posición políticamente correcta…
Muriel Santa Ana: Yo creo que pone el dedo en esa llaga, nos hace reflexionar y deconstruir el propio discurso porque siempre estamos poniendo la pelota en el otro.
GG: Eso es lo bueno de la obra: la sociedad instala como políticamente correctos ciertos temas y si vos te corrés de eso sos una oveja negra. Lo interesante es que nadie tiene razón y todos tienen razón. Estos personajes representan toda esa ignorancia y reaccionan como reaccionaría cualquiera.
Agustina Cherri: Es una obra que atraviesa las miserias humanas, la poca empatía pero, como casi todo, la situación cambia desde el lugar en el que lo mires. A veces no nos atrevemos a decir lo que pensamos porque es políticamente incorrecto pero lo pensamos igual.
Télam: ¿De qué sirve el humor para abordar estos temas?
MSA: El corto esta buenísimo y la obra profundiza, estalla, la temática que se aborda y la lleva un poco al grotesco, que es lo que permite que podamos sostener durante más de una hora a estos personajes que no escuchan razones.
GG: A mi me gusta cuando un tema serio se va al carajo como acá, donde más que un consorcio es un conventillo.
AC: El humor permite entrar en zonas más pantanosas del tema que sino es muy difícil, es la licencia para decir ciertas cosas entonces está todo sobre la mesa. Es parte del juego que propone la obra: hasta donde te bancás lo que se dice.
Télam: ¿Qué esperan que produzca la obra en los espectadores?
Carlos Portaluppi: Todos estos seres que habitan el edificio van a desnudar sus prejuicios, sus miserias, la falta de empatía, de solidaridad, ignorancia. Ahí es donde nos interpela, nos permite reflexionar. Yo todos los días me voy a mi casa pensando e intentando ser un poco mejor, esperamos que nos permita abrir cabezas en el buen sentido, ampliar el conocimiento y hacernos cargo de las propias miserias.