Lollapalooza Argentina 2024, postales del primer día: todo viene bien

La jornada inicial del festival tuvo de todo, desde el demorado debut de Blink 182 a la fastuosidad de unos irresistibles Arcade Fire. En el medio, entró hasta una “listening party” de Ca7riel y Paco Amoroso.

En una jornada entre soleada y nublada, sin lluvia pero con el césped del Hipódromo de Palermo aún húmedo, se puso en marcha la edición 2024 del Lollapalooza Argentina. Lo hizo acentuando su carácter diverso, estilísticamente inclusivo. Realmente hubo para todos los gustos: desde el demorado debut en el encuentro de Blink-182 (que mostró a Travis Barker, su baterista estrella, sin rastros de la lesión que suspendió su show en la edición anterior) hasta la magnificencia de los canadienses Arcade Fire, quienes volvían a esta franquicia itinerante después de 10 años.

Y en el medio de esos extremos, entró hasta una delirante listening party de Ca7triel y Paco Amoroso. Tal como leen, una invitación a escuchar el disco del dúo, Baño María, con ellos ensungados y haciendo muecas a cámara en un jacuzzi traído desde un hotel alojamiento del conurbano.

También valió como muestra potente de diversidad el cruce entre trap y tango propuesto por Ysy A al invitar al letal cantante Cucuza Castiello y a una joven orquesta típica.

En el epicentro de todo, claro, estuvieron los ya citados Blink-182. Clásicos de ese punk pop que no tiene dramas en asumirse tonto o nada pretencioso, seguidos de chistes incorrectos con fijación en “las tetas” y algunos movimientos certeros para fidelizar al público argentino. “Primero, gracias; y segundo, Francia”, tiraron en el inicio de un desfile de hits.

En la animación se alternaron el violero Tom DeLonge y el bajista Mark Hopus, mientras que el magnético Barker sólo se encargó de rubricar todo con frenesí y destreza desde el vamos. O desde que apenas terminó el fragmento de Así habló Zaratustra, de Richard Strauss, que se usó como intro.

The Rock Show llegó en segundo orden para certificar ese espíritu que dio vuelta como una media al punk como herramienta política: en Blink-182 vale tontear con los amigos y esperar una fecha en el Warped Tour, el otro festival itinerante estadounidense que sintonizó con el despertar de la movida que tuvo a este trío como uno de sus máximos referentes.

Blink-182 largó en el escenario Flow apenas terminó Arcade Fire en el Samsung, distante a unos 500 metros, sorprendiendo con una versión de Gracias a la vida con Javiera Parra, la nieta de la cantautora chilena.

Fue un momento gozoso que coronó un set que mostró a todas las fascinantes encarnaciones de la banda del matrimonio del cantante y guitarrista Win Butler y la multiinstrumentista Régine Chassagne, todas ellas exuberantes e intensas.

Pese a que el matrimonio pasó por turbulencias severas, generadas por cinco denuncias contra Butler por conducta sexual inapropiada, en escena se mostró granítico y musicalmente fértil como siempre. Y en lo performático, feliz y desbordante, ya que tanto Win como Régine bajaron al foso para correr, sentir el tacto de los incondicionales y exteriorizar una nueva felicidad.

Butler dio otra muestra de haber sorteado a la cultura de la cancelación en alocuciones de corte matriarcal, en la que reivindicó a madres y abuelas (su guitarra acústica tenía la inscripción “Call you mother”). Y al haberse emocionado hasta las lágrimas al momento de Unconditional I (Lookout Kid): “Perdón, esta es para nuestro hijo Edwin…”

Habría que ver cómo reaccionarían ante esto las personas sexteadas y supuestamente abusadas por este artista.

EL DEBUT SOLISTA DE JULIANA GATTAS, PLAGADO DE MEMES

Por ese mismo escenario en el que Arcade Fire dio muestras de que el indie puede ser fastuoso y disparar en cualquier dirección, unas horas antes había pasado Juliana Gattas en lo que fue su debut escénico como solista.

Aun cuando tiene espalda y oficio, la cantante hizo saber que estaba agradecida por el respaldo conseguido en una parada brava para ella. Al final de su show lloró, incluso.

Su presentación fue brevísima, y estuvo hecha de todos los simples de su primer disco por las suyas más una versión del pisterazo Weekend, de Demonios de Tasmania, cuyo original es de 1996.

Dato curioso: si bien su show la obliga a modos de diva disco, eligió para sus pantallas los memes más transitados de WhatsApp.

Un mundo de fantasía en escena y detalles digitales – cotidianos de su mundo privado en pantallas. Eso.

Más temprano aún, y en uno de los sets de apertura del Flow, Winona Riders desafió esa sentencia de que en un festival hay que complacer y ser lo más directo posible. La banda eligió la variante climática, tensa y oscura, que tuvo un epílogo abrupto con la puesta en la pantalla posterior de una bandera argentina con sus partes superior e inferior intervenidas por los motivos de la estadounidense. En la parte central, en tanto, nuestro sol derramaba lágrimas negras.

En esas horas tempranas, en las que celebró que los mosquitos brillaron por su ausencia, hizo pata ancha Pacífica, una banda liderada por un dúo de chicas que pasó de coverear en redes a perfilarse como algo entrador e infeccioso. De la inercia del primer perfil, dejaron una relectura ingeniosa de Take On Me de Aha.

El punk alternativo de Mujer Zebra, en tanto, fue programado para engamar con The Offspring y Blink-182, pero es necesario señalar que va más allá del influjo de esas bandas, claramente.

PECES RAROS, UN “SUNSET” NOCTÁMBULO

Y sobre Peces Raros hay que concluir que es el nuevo milagro de la música joven argentina. Si hace una década alguien hubiera dicho que un dúo electrorrocker argentino haría un Obras y un Luna Park, y que tocaría ante una multitud en el Lollapalooza Argentina, le hubieran dicho que la corte con el delirio. Pero pasó. Y con el detalle, nada menor, de que aquí el proyecto platense se corporizó a las seis de la tarde (en los domos porteños sus shows arrancan pasada la medianoche). Pisteros, grooveros, triperos, los Peces Raros sintonizaron con el atardecer aunque no en plan sunset sino en otro pistero noctámbulo.

La conclusión que puede sacarse después de su show es que lograron popularizar una música que antes redujeron a nicho varios artistas (pensar en la galaxia que va de Capri a Adicta). Y en el imperio de la música urbana, y con electrónica reducida en el mainstream a las puestas monumentales de dee jays heroes, es un montón.

A propósito de pinchadiscos o productores en puestas mastodónticas: Diplo cerró la noche a puro oficio, carisma y remixes de Nirvana, Yeah Yeah Yeahs y The White Stripes más una reconstrucción imaginativa de Thank You, la canción de Dido que Eminem capitalizó en Stan en el año 2000. Estamos casi a 25 años de eso.

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