Los analgésicos llevan la delantera por lejos, seguidos por los que alivian el dolor estomacal. Recaudos para una automedicación responsable.
RIO GRANDE.- Están esos síntomas que aparecen por primera vez y preocupan. Son los que obligan a peinar la cartilla en busca de un especialista que dé un diagnóstico e indique un tratamiento. Pero con más frecuencia aparecen los otros: dolores de cabeza, molestias estomacales, contracturas por las que uno pasó más de una vez y sabe cómo paliar. Para aliviar esas dolencias se recurre la mayoría de las veces a los medicamentos de venta libre, que representan uno de cada cuatro de los remedios que se dispensan en farmacias. A nivel nacional los analgésicos son los líderes indiscutidos del sector y Tierra del Fuego no es la excepción.
Ibuprofeno, paracetamol o la vieja conocida aspirina, son las moléculas que conforman el podio del sector de los OTC (de venta libre, en inglés), que mueve una de cada cuatro unidades de los remedios que se expenden en farmacias. En el top 10 de más vendidos sin receta en lo que va de 2015 los siguen los productos estomatológicos (para boca y garganta); contra la tos y antigripales; antiinflamatorios y antirreumáticos; antiespasmódicos; antimicóticos dermatológicos; medicamentos para el estreñimiento; antiácidos, antiflatulentos y antiulcerosos; agentes antitrombóticos y antirreumáticos tópicos.
Un reciente sondeo realizado en 22 países por la consultora GFK reveló que más de la mitad de los argentinos encuestados sufrió en el último año síntomas asociados al resfrío o la gripe, que 4 de cada 10 padecieron dolores musculares y el 34% acidez o reflujo. Estas dolencias muestran una relación directa con los medicamentos que integran los dos grandes grupos que dominan el mercado OTC: los analgésicos que alivian el dolor de cabeza, muscular o los síntomas del resfrío, por un lado, y los enfocados al aparato digestivo por el otro.
Claves para una automedicación responsable
Es en la búsqueda de la eliminación del dolor donde entra en juego la automedicación que, en su forma responsable, implica según la Organización Mundial de la Salud (OMS) “la práctica por la cual personas tratan sus dolencias con medicamentos que son aprobados y disponibles sin receta médica, y que son seguros y efectivos cuando se usan según las indicaciones”. Un requerimiento esencial es que sean fármacos destinados a tratar condiciones fácilmente reconocibles por el usuario y para algunas condiciones crónicas o recurrentes (tras el diagnóstico médico inicial), añade la máxima autoridad sanitaria.
En Argentina, la Ley 14.463 -que lleva cinco décadas de vigencia- establece que los medicamentos de venta libre son aquellos “destinados a aliviar dolencias que no exigen en la práctica una intervención médica y que, además, su uso, en la forma, condiciones y dosis previstas, no entrañan, por su amplio margen de seguridad, peligros para el consumidor”.
Los encargados de definir qué medicamentos pueden comprarse sin la necesidad de presentar una receta son los integrantes del Subcomité de Condición de Venta de la Administración Nacional de Medicamentos y Tecnología Médica (ANMAT). Algunos de los requisitos sobre los que basan sus decisiones son que los fármacos cuenten con amplio margen terapéutico, que no generen tolerancia o dependencia, que posean bajo riesgo de reacciones adversas y que hayan sido comercializados bajo receta al menos durante los últimos cinco años en el país.
Ningún medicamento es inocuo. Por eso quien lo va a utilizar no sólo debe conocer los síntomas de la afección a tratar (y usarlo sólo en ese caso y tal cual está indicado), sino que para llevar adelante una automedicación responsable la ANMAT considera un paso esencial la lectura “minuciosa” del prospecto. Ese papelito -que muchas veces queda abandonado dentro de la caja- contiene información a la que hay que prestarle atención que va desde contraindicaciones, precauciones, interacciones con otros medicamentos y posibles efectos adversos hasta recomendaciones para su acondicionamiento, almacenamiento y conservación.
Lucio Criado, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Medicina y magister en farmacopolítica, se opone a la venta libre de medicamentos. El especialista considera que “todos deberían expedirse bajo prescripción profesional, no necesariamente con receta”. ¿Cuál es la diferencia? “Antes de medicarte, tenés que consultar con alguien que sepa del tema, puede ser el médico o un farmacéutico. Fuera del país hay muchos más agentes entrenados, es el caso de los enfermeros universitarios, las obstétricas, los paramédicos. Nosotros estamos lejísimos de eso”.
La clave, sostiene, está en si es un síntoma de primera vez. En ese caso, según él, la consulta a alguien idóneo es insoslayable. “Cuando se trata de algo reiterado (por ejemplo: los dolores menstruales, migraña, molestias musculares) y uno ya sabe qué le pasa, ya consensuó con el profesional qué tomar cada vez que le ocurre. Lo adecuado -subraya- es tener un diagnóstico y saber lo que uno está haciendo”.
Para López Mato “es alarmante el uso de analgésicos autorrecetados o indicados por una amiga o, incluso, por profesionales farmacéuticos que desconocen sus riesgos. La mayoría además de analgésicos son antipiréticos y antiinflamatorios y pueden producir efectos secundarios particulares en cada uno” que van desde complicaciones gastrointestinales hasta hemorragias o problemas en el riñón o el hígado derivados del abuso o mal uso.
Analgésicos a la cabeza
En mayo, la ANMAT salió a pronunciarse sobre el uso del ibuprofeno, la droga de venta libre más consumida en el país, con más de 17,5 millones de unidades vendidas en el último año, según IMS. Fue a raíz del informe elaborado por el Comité de Farmacovigilancia de la Agencia de Medicamentos Europea (EMA, por sus siglas en inglés), que concluyó que ingerir 2400 miligramos al día o más aumenta el riesgo cardiovascular. El análisis determinó, no obstante, que los beneficios del medicamento son superiores a sus riesgos, pero recomendó “que se revise la información de su prospecto sobre la relación de la ingesta de dosis altas del fármaco y los trastornos cardiovasculares”.
El organismo regulatorio que depende del Ministerio de Salud se hizo eco del trabajo europeo y emitió un comunicado en el que informaba que el ibuprofeno a dosis de hasta 1200 miligramos por día (tres tomas de 400 mg cada ocho horas) está indicado para el alivio del dolor por un período no mayor a cinco días y para la fiebre por no más de tres.
El paracetamol es el segundo analgésico más despachado en los mostradores de las farmacias locales. En el último año se vendieron 9,2 millones de unidades, un 16% más que en 2014. Según la ANMAT, puede ser administrado cada 3, 4 o 6 horas hasta llegar a una dosis de 4000 mg diarios en caso de dolor o fiebre, por un período de 3 a 5 días. Al igual que con el ibuprofeno, si los síntomas persisten de 48 a 72 horas después de iniciados se debe consultar al médico.
El ácido acetilsalicílico, conocido popularmente como aspirina, es el tercer OTC más consumido (6,2 millones de unidades vendidas en el último período), pero viene en caída desde hace varios años. “Como analgésico no hay nada más potente, pero tiene efectos colaterales más fuertes que los otros, como la acidez”, explica Criado.