BUENOS AIRES.- Por iniciativa de la Asamblea General de las Naciones Unidas, desde 1994 se celebra cada 15 de mayo el Día Internacional de la Familia, como una forma de lograr un mayor conocimiento sobre los procesos sociales, económicos y demográficos que la involucran. A partir de ese momento, la jornada se transformó, también, en una oportunidad para poner de relieve distintos aspectos relacionados con el bienestar familiar.
En una época signada por la falta de tiempo, la preponderancia de las pantallas, la mala alimentación y el sedentarismo, ILSI Argentina aprovecha la iniciativa de la ONU para convocar a las familias a que incorporen hábitos saludables dentro del hogar.
“La infancia representa una oportunidad única para el establecimiento de hábitos de alimentación saludable y de actividad física, y la familia ocupa un rol fundamental para que los incorporen, ya que se aprenden a través de la experiencia primaria en el ambiente familiar”, señala Irina Kovalskys, coordinadora del Comité de Nutrición, Salud y Calidad de Vida del ILSI Argentina. Y agrega: “Los padres son modelos de sus hijos, por eso, enseñar con el ejemplo es fundamental. Para motivar a los niños a tener hábitos saludables es importante que los padres también los tengan. Hay estudios que revelan que las mamás son modelo de ingesta para las hijas mujeres y los papás, de actividad física para los varones”.
Ahora bien, para que la imitación en el hogar se produzca la médica especialista en nutrición infantil menciona algunas claves: “Compartir la mesa familiar; favorecer que los chicos participen de las actividades de la casa como en la planificación del menú o las compras de frutas y verduras; o cambiar las horas de pantalla (televisión, computadoras, tablets), por actividades en familia al aire libre”.
Según la evidencia científica, los buenos hábitos incorporados desde pequeños perdurarán a lo largo de la vida. De hecho, los programas de prevención de la obesidad y el sedentarismo en la infancia muestran que la inclusión de la familia es una variable determinante en el éxito del programa a largo plazo. Con eso en mente, entre 2012 y 2014 Kovalskys y su equipo del ILSI llevaron a cabo el programa SALTEN (siglas de Sanos, Activos, Libres de Enfermedad crónica No Transmisible), en 760 chicos de 9 y 10 años de ocho escuelas primarias de la localidad bonaerense de Morón, con el objetivo de promover hábitos de alimentación más saludables y un aumento de la actividad física en los niños. Para el trabajo, los investigadores encararon una serie de acciones que apuntaron a fomentar el consumo de frutas y verduras y un mayor movimiento de los chicos. El eje del proyecto estuvo centrado en las escuelas, pero también se buscó involucrar a las familias en el proceso. Según los datos obtenidos hasta el momento, los chicos de las escuelas en las que se hizo una intervención activa tuvieron una incorporación de frutas y verduras significativamente mayor que aquellos que no formaron parte de la intervención y funcionaron como “grupo control”. Y una tendencia más grande a involucrarse en los recreos en juegos que demandan más gasto energético.
“Existe evidencia científica de que comer en familia favorece la transmisión de hábitos alimentarios saludables. Pero no es sólo el acto de comer, sino que la mesa es también el lugar ideal para compartir el intercambio de las actividades de cada miembro y esto ayuda a mantener la relación con cada integrante de la familia. Aunque parezca muy simple, cuando la situación de almuerzo o cena invita a un encuentro armonioso, los alimentos son recibidos con mayor agrado y se asocian a experiencias sensoriales positivas; sucede el efecto contrario cuando el clima es de tensión”, asegura Luciana Zonis, nutricionista e investigadora del proyecto Salten, quien agrega: “En base a esto, es que se aconseja que la comida sea un momento de encuentro familiar. Por eso, se sugiere que no haya distracciones y que el televisor esté apagado. Diversos estudios muestran que estas distracciones generan mayor ansiedad. Los papás dejan de ser modelo para sus hijos simplemente porque no son observados en su conducta alimentaria y se pierde un momento preciado de intercambio familiar”.
CUADRO…
TIPS PARA UNA ALIMENTACION SALUDABLE
-Comer en familia.
-Planificar las comidas con tiempo y que siempre incluyan frutas y verduras.
-Ir con los chicos a hacer las compras, que ellos elijan las frutas y verduras y mostrarles toda la variedad de alimentos que hay.
-Dejar que los niños participen en la cocina (de acuerdo a la edad), que elaboren recetas sencillas como ensaladas de frutas o puré.
-Ofrecer alimentos de los distintos grupos, para lograr variedad y que la alimentación sea equilibrada.
-Tratar de no preparar comida de más; lo mejor es evita llevar fuentes a la mesa.
-Evitar agregar sal y azúcar a los alimentos que la contienen de forma natural y durante la cocción.
-No forzar al niño a que termine todo el plato de comida (los chicos saben cuándo se sienten llenos).
-Comer con la televisión apagada.
Es cierto que muchas veces resulta complicado incorporar frutas y verduras a la dieta infantil, pero no hay que desesperar. “Es importante que los padres tengan mucha paciencia porque existe un fenómeno denominado neo-fobia, que es el rechazo inicial por los alimentos nuevos o desconocidos. Es completamente normal que a los chicos les suceda esto. Se han realizado estudios donde se ha demostrado que es necesario exponer a los niños hasta 12 veces a un mismo alimento para que lo acepten como parte de su dieta habitual”, informa Zonis. Kovalskys añade: “El problema es que frente al primer rechazo, se deja de ofrecer el alimento en cuestión, pero para que un niño acepte un alimento es necesario que lo pruebe, y se familiarice con él, porque son la experiencia y la exposición reiteradas las que determinan las preferencias alimentarias. Investigadores observaron que servir un nuevo alimento con otro familiar puede incrementar su aceptación”.