La cruda realidad que atraviesan trabajadores fueguinos y que queda en evidencia en medio de la pandemia COVID-19.
RIO GRANDE.- Estamos atravesando una pandemia mundial que no sólo pone en riesgo nuestra salud sino también nuestra economía y nuestras posibilidades de adaptarnos a un contexto social y laboral que cada día pierde alternativas de mejora.
En esta realidad, hay un grupo de personas que ve afectada aún más su situación, producto del tipo de relación laboral que mantiene con las compañías a las que pertenece. Esta modalidad los ubica en un espacio de total vulnerabilidad y desamparo, frente a una crisis sin precedentes que los vuelve invisibles a un sistema que hoy podría resultar su sostén básico de vida.
Hablamos de los famosos PPD (Personal Permanente Discontinuo) que son parte de las fábricas de electrónica, tanto de Río Grande como de Ushuaia, y que en los últimos tiempos han hecho pedidos desesperados de ayuda frente a un escenario que no tiene nada para ofrecerles, y que potencia lo peor de sus condiciones, justo en el momento en que más las necesitan.
Analicemos qué condiciones tiene un PPD: como base de su formato de contratación, la empresa tiene la obligación de darle empleo únicamente cuatro meses en el año, es decir el 33% sobre 100%.
Por otro lado, al figurar en ANSES con un contrato activo con un empleador, hoy no tienen ningún tipo de amparo para enfrentar la crisis: no pueden acceder a la Asignación Universal por Hijo, al Salario Familiar ni Seguro de Desempleo, y mucho menos al nuevo IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) que propone $10.000 de pago extra por el COVID-19.
Sin embargo, existen otros casos cuya realidad es afortunadamente muy diferente, como afirman fuentes vinculadas al sector sindical en Ushuaia, en donde estos empleados han trabajado, al menos, 10 meses en el año: 83% total. Esta situación no parecería ser la misma en Río Grande, en donde, según expresaron días atrás los propios colaboradores en una carta abierta, “hay compañeros que solo trabajaron tres meses durante el 2019”.
En síntesis son trabajadores activos para el sistema nacional de empleo, que paradójicamente tienen un ingreso mensual equivalente a cero. Algo que a simple vista parece increíble y que resulta ser absolutamente cierto.
Lo más terrible de esta situación es el comportamiento de ciertas empresas locales que, conociendo todas las limitaciones mencionadas, deciden no pagarles los salarios durante la cuarentena, buscando solo proteger sus ganancias y dejando en situación de extrema vulnerabilidad a este grupo de trabajadores. Aún cuando estamos viviendo una pandemia. Aún cuando no saben si mañana van a tener para comer.
Esta situación, por fortuna, no es la misma en todas las fábricas de Tierra del Fuego. Quizás debido al inteligente manejo de las relaciones laborales que mantiene la UOM Ushuaia con la empresa Newsan, sumada a la conciencia social de la compañía para con su gente, especialmente en este contexto, es que el panorama de estos trabajadores en la capital fueguina es mucho más alentador que en la ciudad de Río Grande, ya que han cobrado el 100% de su salario y –según fuentes gremiales- mantendrán las mismas condiciones que se fijen para todo el personal en lo que respecta al pago del mes de abril.
En estas épocas de pandemia el encuentro entre organizaciones privadas y sindicales es el verdadero equilibrio que se necesita para que el personal pueda sentir tranquilidad y contención. La suma de las voluntades de ambas partes tendrá como resultado inmejorable, que este grupo de trabajadores de Río Grande pueda ver garantizados sus derechos, como sucede en Ushuaia, y tenga las herramientas básicas para cuidar de su familia en el peor de los momentos.