“Machi Millaray, guardiana del agua”, un relato visual

“Machi Millaray, guardiana del agua” da título a una muestra fotográfica que se inauguró en el porteño Museo del Hambre, centrada en escenas cotidianas que dan cuenta de la espiritualidad de la comunidad mapuche (ceremonias ancestrales de cuidado del agua y la tierra, la práctica de su medicina, el aprendizaje de su lengua, el mapudungún), resultado de una investigación documental que hace cinco años viene realizando el fotoperiodista Pablo Piovano en Argentina y Chile.

TELAM (Por Dolores Pruneda Paz).- Las fotografías expuestas en el Museo del Hambre, un espacio de encuentro por la soberanía alimentaria, son en su mayoría inéditas. Forman parte de un ensayo visual más amplio, titulado “Mapuche, el retorno de las voces antiguas”, que logró el apoyo de la National Geographic y que contará con una versión audiovisual a cargo del periodista Maximiliano Goldschmidt.

Publicado parcialmente en revistas, en el Centro Cultural Borges de Buenos Aires y en la Fotogalería Prado del Centro de Fotografía de Montevideo, “Mapuche, el retorno de las voces antiguas”, continuará su recorrido por Chile y México y otros países. Las imágenes del capítulo que llega al Museo del Hambre están enfocadas en una machi, “líder espiritual, mujer medicina y también líder política de su comunidad, una persona con mucha fuerza entre los lafkenches, que son los mapuches que viven cerca del agua”, explica a Télam Piovano. Esa machi en particular es Millaray Huichalaf, de la comunidad instalada a orillas del río Pilmaiquén, en el sur de Chile.

“Los mapuches son un pueblo complejo con mucha fuerza, un pueblo que ahora resiste a las grandes corporaciones (en la Araucanía a las forestales; en Chile a las hidroeléctricas; en Neuquén al fracking), pero que antes resistió a la conformación del Estado argentino y chileno, y antes de eso a la Corona Española y antes aún a la invasión del imperio Inca; un pueblo ‘weichafe’, guerrero, que en este momento, sobre todo en Chile, está recuperando grandes extensiones de tierras ancestrales”, resume Piovano.

“Todo eso fue documentado y forma parte de diferentes capítulos de este trabajo”, señala el fotógrafo, para quien, “si uno mira la cantidad de tierra recuperada en Chile desde fines de los 90 al presente, tendríamos casi que pensar en una suerte de reforma agraria, una especie de revolución, porque también están recuperando la memoria de ceremonias que no se hacían desde hace cien años, la lengua y el quimün, que es la conciencia mapuche, por eso ‘El despertar de las voces antiguas'”.

El proyecto, entonces, “se enmarca en esa resistencia”, dice Piovano, y este episodio “en la espiritualidad: en la visión de una mujer que está levantando a su pueblo también, porque puede ver en las aguas del otro dónde está la enfermedad, si es física o espiritual, y en su casa tiene filas de gente esperando ser atendida -mapuche y no mapuche- y la cura; y que entonces, también, se vuelve una fuerza que se opone a la medicina tradicional y a las farmacéuticas, una cosmovisión difícil de narrar pero que sucede. Por eso diría que el espíritu de este capítulo es, creo, ese misterio y su relación profunda con lo sagrado”.

La machi Millaray Huichalaf sostiene que conocer la historia de las mujeres indígenas en defensa de los ecosistemas naturales y espirituales, resulta primordial para proponer otras formas de vincularnos con nuestros ambientes y bienes naturales.

Acompaña a Piovano en todo su trabajo documental pero filmando y sobre ese trabajo conjunto, a partir del que verá luz un largometraje que ahora está en proceso, aporta su testimonio: “empezamos a caminar juntos en este proyecto en 2018 -repasa-, cuando fuimos a cubrir el boichafe (entierro) de Camilo Catrillanca, joven asesinado de la comunidad de Temucuicui. Nos encontramos como con 4.000 personas, entre autoridades ancestrales y líderes políticos (machis, loncos, lauentufres), niños, gente a caballo, era una congregación enorme caminando hacia el cementerio y nos preguntamos cómo puede ser que hubiera tan cerquita un pueblo tan presente y no lo conociéramos”.

Por eso, la búsqueda de este trabajo, para Goldschmidt es “retratar el espíritu del pueblo mapuche en un tiempo de recuperación de saberes (su identidad, su medicina, su espiritualidad) y contar la parte menos contada del este pueblo, que cada vez que sale en los medios es por un asesinato, una represión o una situación de violencia, cuando tienen una cultura muy constructiva, que con su volver a la tierra y a lo comunitario muestra opciones para el futuro”, en un planeta en emergencia ambiental y climática.

“Desde que nos conocimos siempre hubo una energía que nos unía, en la conversación, en el acompañamiento desde cada uno con sus saberes, en reciprocidad, entendiendo que la labor que realiza es una herramienta que va a servir para sensibilizar las miradas, las visiones de otros territorios, de otros pueblos y de nuestro mismo pueblo”, aporta por su parte la machi Millaray.

“No tenemos mucha participación en instancias como ésta -destaca la lideresa-. Cuando decidimos colaborar y ser parte de este trabajo fue con esa energía y esa mirada. Ser observados, documentados, tiene que ver querer mostrarle al mundo nuestra forma de vida, que nuestros principios y valores puedan verse reflejados en una imagen realizada en colaboración y armonía entre nosotros, nuestros hermanos, y con la gente que no es mapuche”.

Millaray es concisa: “Nos gustaría decirle al mundo entero qué es lo que hacemos, cómo vivimos, para qué luchamos y qué es lo principal y lo que no se muestra en ninguna parte de nosotros, las razones de nuestra resistencia, que es un llamamiento a creer en el viento, a sanarnos con hierbas, a creer en las energías de la vida y la muerte”. 

“No esperamos nada más de esto, que nuestro ejemplo sirva para otras vidas más, porque el universo es uno solo y todos somos parte, en nuestra vida no entra ni el racismo ni el sexismo ni ninguna de esas enfermedades que Occidente nos ha metido en la cabeza, somos parte de la naturaleza misma, así como todos y todas”, destaca la dirigente comunitaria.

El rol de las machi, mujeres medicina

La machi es una autoridad ancestral, guía espiritual y mujer medicina que tiene por función interpretar los sueños, curar enfermos, orientar a la comunidad y ser el vínculo entre los antiguos y el presente.

Hace 14 años que la machi Millaray Huichalaf lidera “la resistencia contra Statkraft”, empresa estatal noruega de energías renovables que intenta construir dos centrales hidroeléctricas sobre el río Pilmaiquén, en Chile.

Desde su comunidad sostienen que esa firma “no respeta los acuerdos ni las normativas internacionales de protección de las aguas y la biodiversidad”.

Su resistencia responde a “la certeza de una sabiduría ancestral que sostiene la importancia de la vida por sobre la ganancia y el consumo”, aseveran.

El trabajo presentado por Piovano y Goldschmidt se sitúa “en el actual contexto de emergencia climática global y de exacerbación del extractivismo regional”, por eso, aseveran los documentalistas, “conocer la historia de las mujeres indígenas en defensa de los ecosistemas naturales y espirituales, resulta primordial para proponer otras formas de vincularnos con nuestros ambientes y bienes naturales”.

Pero, ¿qué cosas implica ese trabajo? Ser líder, explica Millaray Huichalaf, “no es una imposición, tiene que ver con capacidades de entendimiento sociales, políticas y espirituales, nosotras y nosotros estamos organizados de forma horizontal en Trabún (encuentro o reunión de pueblos mapuches), que son espacios donde todas las voces son importantes, desde niños hasta ancianos, hombres y mujeres”. 

Resume Millaray: “lo que hemos hecho es empoderarnos de nuestras capacidades y ejercer nuestros derechos como mujeres. Acá en el campo no se da mucho esa disyuntiva de si eres hombre o mujer porque de forma natural las mujeres sentimos la tierra. De hecho, decimos que somos como la montaña y los volcanes, todas hembras fuertes que nos damos mucho como ese tema que no sé si llamarlo feminismo o cual de todos los ismos que suenan tan lejanos a nuestra realidad”.

Desde su mirada, parte de las urgencias de ese liderazgo es “descolonizar la manera en que el invasor nos obligó a vivir, donde el machismo ha hecho su violencia sistemática dentro de las comunidades. Pero nosotras no: nosotras tratamos de romper eso y nos apoyamos entre todas, nosotras decidimos si parimos o no parimos, qué tomamos, qué no tomamos, cómo nos sanamos. Donde hay sabiduría, donde hay conocimiento, no se da pie a la duda, se ejerce el derecho a elegir cómo vivir, cómo construir, qué tomamos del otro, qué nos hace bien y qué no queremos”.

A su entender “los riesgos y los costos de todo esto los hemos asumido durante años: costos políticos, de estigmatización, costos de estar siempre cercanas a un desalojo, a la violencia policial e incluso la muerte. No me gusta mucho victimizar nuestra labor, como que lo hemos asumido de esa manera, no normalizando la violencia pero sí la resiliencia es parte de nuestra vida”.

Para conocer los días y horarios de exhibición de “Machi Millaray, guardiana del agua”, hay que consultar el IG del proyecto lawen.doc, https://www.instagram.com/p/CzKByAUPquY/, donde se publicarán periódicamente las actividades programadas en el Museo del Hambre, ubicado sobre avenida San Juan, pleno barrio porteño de San Telmo.

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