Fue realizado por Miguel Fitzgerald el 8 de septiembre de 1964. Sobre el hecho asegura que “fue solo una ocurrencia que tuvo, sin darle demasiada importancia; hizo algo que creía que debía hacerse que sólo lo llevó a cumplir un sueño que tuvo”.
RIO GRANDE.- El piloto Miguel Fitzgerald fue el primer argentino en volar a nuestras Islas Malvinas y plantar la Bandera Argentina el 8 de septiembre de 1964. Lo hizo solo y el día de su cumpleaños, piloteando un avión monomotor Cessna 185 (260HP), matrícula LV-HUA.
La Fundación Marambio, en su boletín mensual, rememora el hecho que sucedió hace 56 años atrás:
En 1964 Malvinas estaba en la agenda de las Naciones Unidas, no por iniciativa del gobierno argentino sino por decisión de la asamblea se estaba por tratar el tema de las colonias en América y en los hangares del país, en las charlas entre pilotos, aparecía y reaparecía el sueño de cruzar a Malvinas y plantar nuestra Bandera Argentina.
Fitzgerald decidió que lo haría y, a través de un amigo suyo, que trabajaba en el diario La Razón, averiguó si les interesaba la cobertura periodística y a él a su vez le interesaba la difusión, para protegerse, porque podía ser sancionado por la Fuerza Aérea con una suspensión severa.
Al editor del diario no le interesó la propuesta y como acababa de salir el diario Crónica, su joven director se entusiasmo con la misma. Le ofreció el avión, el combustible, los gastos, si viajaba con él un fotógrafo del diario, pero ese viaje Fitzgerald lo quería solo para él, solamente requería un avión Cessna 182 similar al que utilizó y que le hicieran, para cubrirse, una nota cuando volviera.
Esto no prosperó y el Cessna se lo prestó finalmente el señor Siro Alberto Comi, presidente del Aeroclub de Monte Grande, quien era representante de esa marca de aviones.
Fue redactada la proclama que reivindicaba a las islas como argentinas y Fitzgerald partió al sur, rumbo a Río Gallegos, a cumplir con su hazaña personal.
Era el 8 de septiembre de 1964 (el mismo día de su cumpleaños 38), cumplió esta proeza, con un pequeño avión Cessna 185, motor de 260 HP, matrícula civil LV-HUA, al que él bautizó “Luis Vernet”.
Decía que cuando uno está volando y está haciendo algo arriesgado, no piensa en nada más que en eso, está concentrado en lo que está haciendo; manifestaba que para él era así, porque es muy cerebral, como si haber hecho lo que él hizo no exigiera al menos un impulso fenomenal.
La pista de despegue fue la del Aeroclub de Río Gallegos, que no tenía torre de control monitoreada por la Fuerza Aérea. Voló mar adentro y a las tres horas y quince minutos estuvo en contacto visual con el archipiélago de Malvinas.
Desde arriba veía un rectángulo como de cientos de islas e islotes, pero cuando sobrevoló el archipiélago una capa muy densa de nubes le impide ver y no podía descender entre las mismas, porque en alguna parte se sabía que había un cerro de seiscientos metros de altura, entonces esperó un claro y cuando lo vio inició el descenso hacia debajo de la capa de nubes e identificó Puerto Argentino (Puerto Stanley), visualizando la pista de cuadreras, donde aterrizó normalmente.
Se bajó del avión y colgó la Bandera Argentina en el enrejado de la cancha; se le acercó un hombre de los que se habían juntado a ver el aterrizaje, quien le preguntó si necesitaba combustible; porque no se le había ocurrido que era argentino.
Entonces le da la proclama escrita en español y le dijo: “Tome, entréguele esto a su gobernador”; se subió al avión y despegó normalmente volviendo a Río Gallegos, todo esto llevó unos quince minutos”.
Cuando llegó a Río Gallegos el señor Héctor Ricardo García, el director de Crónica, empezó a jugar su papel; Crónica tenía la primicia. El título en letra catástrofe fue: “Malvinas: hoy fueron ocupadas” y ese día, 8 de septiembre de l964, no se habló de otra cosa y La Razón registró uno de los días de más bajas ventas de su historia, su competidor llamó la atención e inauguró un estilo periodístico.
Al volver a Buenos Aires, en el Aeroparque de la Ciudad de Buenos Aires, lo esperaban del Movimiento Nacionalista Tacuara, quienes lo subieron a un jeep y lo llevaron a dar vueltas por la ciudad, como a un héroe. Ese recibimiento y el festejo popular hicieron que la Fuerza Aérea no le suspenda la matrícula de piloto y se le aplicó solamente apercibido.
Miguel Fitzgerald no estuvo en la tapa de los diarios y es de extrañar que un hombre que hizo lo que hizo, ni por un momento se lamentó de no tener una foto que hubiese registrado la hazaña.
Por gentileza del Correo Argentino se realizó un matasellos especial alusivo al Cincuentenario del Vuelo de Miguel Fitzgerald a las Islas Malvinas el 8 de septiembre de 2014; en la sede central del Correo Argentino estuvieron presentes en ese lugar la esposa del piloto, Palmira, junto con amigos y familiares.