La ONU advirtió hoy que más de 1.200 menores de cinco años fallecieron de sarampión y desnutrición en campos de refugiados de Sudán desde mayo, en medio de la crisis en el país africano, azotado desde abril por un conflicto entre ejércitos y paramilitares, mientras que Unicef alertó que decenas de miles de niños estarán “al borde de la muerte” antes de que termine el año.
TELAM.- “Debido a un cruel desprecio por los civiles y a los implacables ataques a los servicios de salud y nutrición, Unicef teme que muchos miles de recién nacidos mueran de aquí a finales de año”, indicó el informe publicado por la agencia de la Organización de Naciones Unidas encargada de las infancias.
En tanto, equipos de la agencia de la ONU para refugiados, Acnur, aseguró que más de 1.200 niños refugiados menores de cinco años murieron en nueve campos en el período comprendido entre el 15 de mayo y el 14 de septiembre, consignó la agencia de noticias AFP.
Se trataba de niños refugiados llegados de Etiopía y Sudán del Sur, detalló en una conferencia de prensa el encargado de Salud Pública del ente, Allen Maina.
El documento del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia proyecta que se espera que nazcan unos 333.000 niños en este país africano entre octubre y diciembre.
“Ellos y sus madres necesitan atención de parto calificada. Sin embargo, en un país donde millones de personas están atrapadas en zonas de guerra o desplazadas, y donde hay una grave escasez de suministros médicos, esa atención es cada día menos probable”, continúa el texto.
Asimismo, advierte que “los servicios de nutrición están igualmente devastados: cada mes, 55.000 niños necesitan tratamiento para la forma más letal de desnutrición”.
Sin embargo, en Jartum la capital del país y una de las ciudades más azotadas por la guerra, “menos de uno de cada 50 centros de nutrición está en funcionamiento“, mientras que en Danfur Occidental -otro de los principales escenarios del conflicto- “es uno de cada diez“.
El conflicto en Sudán estalló el 15 de abril con enfrentamientos entre el Ejército, dirigido por el general Abdel Fatah al-Burhan, y las FAR, del general Mohamed Hamdan Daglo, por sus diferencias sobre la constitución de las futuras Fuerzas Armadas. El inicio de la guerra implicó el colapso de unas negociaciones ya paralizadas que perseguían un acuerdo de transición política hacia un gobierno civil en el país, sumido en una espiral de caos desde el derrocamiento en 2019 de Omar al Bashir, que gobernó el país con puño de hierro durante 30 años.
Al menos 7.500 personas murieron, según la ONU, en una guerra que desató además nuevos conflictos intercomunitarios en la región occidental sudanesa de Darfur y alentó una crisis humanitaria.
Además, más de 4,5 millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares.
En ese contexto, “las cifras oficiales sitúan un total de 435 menores muertos víctimas del hambre, con enfermedades como el sarampión, la malaria, el dengue o la diarrea como potenciales amenazas”, declaró a los periodistas en Ginebra James Elder, vocero de Unicef.
Debido a la devastación total de los servicios de salvamento de los que dependen los niños, la agencia de la ONU para las infancias teme que los ciudadanos más jóvenes de Sudán estén entrando en un período de mortalidad sin precedentes.
“Cuanto más dure el conflicto y persistan los bajos niveles de financiación, más devastador será el impacto. Éste es el costo de la inacción”, agregó Elder.
“Necesitamos fondos”, alertó el vocero de la agencia de la ONU. “A partir de este mes, el llamamiento de Unicef de 838 millones de dólares para llegar a casi 10 millones de niños tiene menos de una cuarta parte financiada. Semejante déficit de financiación significará la pérdida de vidas”, lamentó Elder.