La vacuna que previene la enfermedad neumocócica invasiva y modera la gravedad de la infección pulmonar es gratuita para mayores de 65 y adultos con factores de riesgo.
RIO GRANDE.- Hay vacunas para todas las etapas de la vida que previenen o atenúan el impacto de enfermedades que pueden ser mortales. Algunas, como la de la gripe, gozan desde la epidemia de H1N1 en 2009 de una fama que otras, como las antineumocócicas, envidiarían ya que tienen tasas de aplicación muy bajas, pese a estar disponibles y ser gratuitas para la población de riesgo.
Los principales transportistas del neumococo son los chicos. La bacteria suele transmitirse de sus narices y gargantas a padres, abuelos, maestros y adultos en general que, a diferencia de ellos, mayoritariamente no están vacunados y pueden manifestar desde una infección leve como otitis media (mucho más frecuente en niños) hasta cuadros graves de neumonía, bacteremia y meningitis.
Ya sea porque su sistema inmunológico es inmaduro o ha envejecido, los menores de dos años y los mayores de 65 son, respectivamente, los más vulnerables a la enfermedad neumocócica. También adultos de cualquier edad con uno o más de los siguientes factores de riesgo: tabaquismo, consumo regular de alcohol en exceso, EPOC, diabetes, infarto agudo de miocardio y otras cardiopatías, enfermedades respiratorias o renales y pacientes inmunosuprimidos, principalmente. Todos deberían estar vacunados. Pocos lo están.
“En Argentina las vacunas para la influenza y la neumonía están en el calendario y las tasas de vacunación no son óptimas. Las de la gripe, no obstante, son mejores. Pero estando disponibles, lo peor que puede pasar con una vacuna es que se venza en la heladera. Hemos fracasado”, se lamenta Gustavo Lopardo, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).
Según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2013), solo el 16% de la población adulta que tenía indicada la vacuna contra el neumococo se la había aplicado en los cinco años previos, mientras que poco más del 50% había recibido la de la gripe. Ambas vacunas son seguras, pueden darse juntas y ayudan a proteger contra la neumonía, ya que su origen puede ser viral o bacteriano, entre otros agentes.
La neumonía es la forma más frecuente en la que el neumococo afecta a la población adulta. Es una infección en los pulmones que se convierte en el “capitán del muerte” de más de 18 mil mayores de 50 por año en el país. En ese período se producen 3.400 casos cada 100 mil adultos y dos tercios requieren hospitalización. Se trata de la principal causa de hospitalización y muerte que se puede prevenir a través de la vacunación. Sus síntomas son completamente inespecíficos y comprenden dolores musculares, de pecho, abdominales y/o de cabeza; fiebre, rinorrea, tos seca, náuseas, vómitos. Siempre que aparezcan hay que consultar de inmediato al médico.
Las complicaciones en las que puede derivar un cuadro de neumonía son múltiples. “Puede ocurrir que el paciente no responda al tratamiento y se prolonguen los días de fiebre y síntomas. Que la infección se disemine al resto del organismo y produzca inflamación generalizada y fallo de otros órganos (sepsis), que la infección se traslade a sitios alejados del pulmón y provoque artritis, meningitis o endocarditis. Que se vea comprometida la pleura (el espacio entre el pulmón y la pared del tórax) y que la infección deteriore el tejido pulmonar dejando un absceso”, explicó Alejandro Videla Montilla, médico especialista.
“Estas complicaciones se ven más frecuentemente a partir de los 65 años. Actualmente como personas ancianas son muy saludables, se está viendo en varios estudios que es más importante el impacto de las enfermedades como diabetes, insuficiencia cardíaca y EPOC que la edad por si sola”, añadió.