Además de su larga trayectoria docente, ocho libros de poemas y sus trabajos en las artes plásticas, Niní Bernardello prepara una antología que verá la luz en marzo. Un repaso por su vida, su obra y lo que considera una reciente “renovación” de la vida artística y sobretodo literaria en Río Grande.
RIO GRANDE.- Pese a vivir la primera mitad de su vida en Córdoba y casi la misma cantidad de años en Río Grande, donde se dedicó de lleno a la docencia, Niní Bernardello es aún más reconocida por su trabajo en el campo de la poesía y las artes plásticas en los grandes centros urbanos del país, como Buenos Aires.
Admirada y alentada siempre por quienes la rodeaban, más que por ella misma, una vez jubilada encontró el impulso necesario para comenzar a reconocerse a sí misma como lo que era: una artista.
En sus ocho libros, la geografía parece ser la lírica con la que escribe: las suaves ondulaciones y los aromas de las sierras denotan la melancolía de su Cosquín natal; mientras que en sus últimas obras, la escritora toma real dimensión de que escribe a orillas del Océano Atlántico, y lo plasma en sus textos.
Bernardello habla con calma, mientras suelta palabras sobre su oficio de escritora y recuerda su llegada a Tierra del Fuego. “Llegué como llegaron muchos, por las cuestiones cíclicas de este país, vine a buscar otro horizonte, trabajo que no se daba en el norte”, cuenta a Crítica Sur.
1981 fue el año y se quedó. Pasó por las escuelas 14 y 2, también por “Casita de Luz”, donde se jubiló en 1999 como maestra de plástica. “No sé cuántos chicos habrán pasado por mis clases, pero todavía encuentro muchos que me saludan; a algunos reconozco y otros me es difícil, pero a la mayoría los reconozco”, dice.
Particularmente Niní recuerda su paso por “Casita de Luz” y asegura que fue allí donde sintió que el ser maestro tenía un sentido. “En la escuela común ya empezaba como a descomponerse la autoridad del maestro, se ponía complicada la disciplina y en ‘Casita de Luz’ yo sentía que el oficio del maestro tenía un sentido, fue una experiencia muy linda y agradezco haber pasado por esa escuela”.
De allí en adelante quizás se permitió disfrutar más. “Los días eran libres para dedicarme más a lo mío, sin el compromiso de un trabajo con horarios. Eso es bueno y también es malo porque si no tenés disciplina se vuelve como un ocio oceánico, no termina nunca”, sostiene.
-Tiene ocho libros editados y, dentro de poco, presentará “Antología íntima” Son más de 160 páginas ¿Qué vamos a encontrar allí?
– El libro está corregido, faltaba la solapa y son alrededor de diez poemas de cada uno de mis libros. Ahora viene el verano y ya estamos pensando en presentarla en marzo. A mí no me gusta mucho elegir poemas, me gusta que el otro elija, porque me gusta ver qué le genera al otro. Pero en este caso los tuve que elegir, incluí algunos textos en prosas, cosas que tenía escritas. Cuando me invita Federico Rodríguez a hacer la antología me dijo, por qué no la ilustras, yo dije que no. Y después me di cuenta que él tenía razón, porque ahora hay como una demanda de lo ilustrado. Entonces lo llamé y le dije que sí, ahí surgió la inclusión de Maxi López, él fue el que me dijo que quería hacer una interpretación de los poemas, yo feliz porque me gusta mucho lo que hace Maxi. Van a ir dibujos de él al final, una interpretación de los textos.
-En más de una oportunidad dijo que le ha costado reconocerse como artista ¿Eso ha cambiado?
-Sí, es verdad. Debe ser una cuestión psicológica, tenía la sensación de que no hacía nada, y de que yo era nada. Nunca me consideré poeta ni artista plástica, siempre sentía que me faltaba. En las artes plásticas me pasaba y me pasa todavía, aunque ha disminuido mucho, una sensación de fracaso permanente, cosa que no me pasa con la poesía. Con la poesía más bien yo ignoraba todo lo externo, que había que publicar, difundir; nunca lo hice con esa intención, yo escribía y leía. Eso siempre fue un gran placer, el gran taller de la escritura es la lectura y lo hice siempre. Se dio algo también que no lo busqué. Desde siempre tuve amigos poetas que, a lo largo de la vida, de los años siguen escribiendo, y han sido reconocidos en su trabajo de escritura. Ellos me leían y me decían que yo era poeta, pero yo no lo sentía. Eso cambio hace no tanto tiempo. De pronto me di cuenta que algo había hecho y que si yo me podía reconocer en una actividad era en la escritura. Puedo decir que soy poeta, más que en la actividad de las artes plásticas.
-Seguramente era una cuestión muy subjetiva. ¿Cómo se hace para crear aún bajo ese sentimiento?
– Como salí de eso yo no sé, supongo que ha sido trabajando y no abandonando nunca, seguir haciendo a pesar de ese sentimiento. Con la escritura ha sido distinto, a la poesía la tenía tan idealizada que yo no me podía colocar a la misma altura de esos poetas que me habían conmocionado tanto, en ese sentido yo no me sentía poeta a la altura de esos poetas. El entorno es muy importante, en mi caso fueron mis amigos que durante muchos años me acompañaron con su lectura. Si bien les mostraba lo que yo había elegido, nunca nadie entró en mis cuadernos, leyeron lo que yo elegí.
-La gente a la que le gusta la poesía es particular ¿Por qué no a todo el mundo le gusta la poesía ni todos logran entenderla?
-La poesía es un amor a primera vista que no te abandona nunca. Hay ciertas frases que te hacen pensar. Lorca decía que la poesía te tiene que entrar como una espada al corazón, una cuestión directa. Es una revelación, a veces uno lee una poesía y siente que algo pasó físicamente, o se te corta la respiración, no podés seguir leyendo. Algo pasó. No quedás indiferente. Pero si no tenés lectura no podés avanzar en ese mundo, te quedás en el primer escalón. Tenés que leer a los poetas de otros lugares, de otros tiempos. A la hora de escribir tiene que ver la experiencia y también la lectura, que te lleva a escribir, y te abre el mundo. No solo la lectura de poesías, la lectura de ensayos poemas cuentos. La historia del mundo.
El proceso creativo
Bernardello no puede dejar de mencionar el deslumbramiento que le produjo la lectura inicial de Rimbaud. Franceses como Baudelaire y Mallarmé ingresaron al espacio misterioso de sus lecturas. Luego llegarían varios argentinos, como Ricardo Molinari, Jorge Luis Borges, Juan L. Ortiz y Francisco Madariaga. Más cerca en el tiempo incorporaría a Juan José Saer, especialmente con “El arte de narrar”, un libro que la poeta define como “soberbio”.
-Que ha sido en su caso lo que la ha llevado a escribir, ¿existe la inspiración?
– Es sobretodo la experiencia y un deseo de escribir, lo que llaman “expresión”, lo que quiere salir afuera por presión. Es algo que está acumulado adentro y quiere salir. Por lo menos yo lo he sentido así. Algo que me llevaba a escribir, pero no sabía qué.
– ¿Cómo elige dentro de los poemas cuál publicar o cuál no?
– Opto dentro de todo lo que escribo, fundamentalmente por la música, que al leerlo no suene mal, sino que suene bien, porque la poesía fundamentalmente es música. Yo los elijo por el sentido que logré, pero muchas veces no sabía por qué había escrito eso, o la mayoría de las veces.
– ¿Dentro de su trabajo, hay una unión entre lo literario y la plástica?
– La poesía y las artes plásticas tienen relación porque están en el universo del arte, no sé si son cosas tan distintas. Yo durante una época tuve esos dos mundos separados, y con el tiempo se fueron amigando y dejaron de ser un conflicto. Ahora cada mundo tiene su lugar y su trabajo. Reconozco desde hace un tiempo que la línea de un poeta que dibuja, es totalmente distinta a la línea de un dibujante que está encaminado sólo en la plástica. Se puede ver en los dibujos de García Lorca, que no tienen nada que ver con los dibujos de otros dibujantes puros.
-Muy pocos saben que demás de poesías, también ha incursionado en otro tipo de textos, como los cuentos…
– Tengo un amigo, que ha sido muy reconocido, un cordobés que se radicó hace 40 años en Francia, y él me decía que escribiera cuentos. A raíz de una experiencia que tuve en Buenos Aires en los 90, escribí un cuento y a partir de ahí escribí varios. No sé si los voy a publicar, tal vez como pasó con Federico Rodríguez (Revisa Caleuche) que me invitó a publicar en la revisa y lo hice, quizás en algún momento publique otro. Si no siento la necesidad no me obligo, nunca me he obligado a escribir. O aparece o no aparece. Ahora últimamente no aparece.
– ¿Cómo observa el campo actual de las artes en la provincia?
– Por suerte hay una renovación en el ámbito de la docencia y también con la creación del Museo Fueguino de Arte, las instituciones ofrecen un lugar que fue lo que pedimos durante muchos años y no se lograba. Tenés estos espacios, se generó un encuentro entre los artistas, un lugar donde poder mostrar lo nuestro. Hay una buena actividad en el Museo, donde permanentemente las muestras suben y bajan. Eso significa que hay artistas que proponen trabajos. Es un ida y vuelta.
Además, apareció un proyecto muy lindo en Ushuaia, el MAF, Mes del Arte Fueguino, movilizado por un artista fotógrafo de Ushuaia que es Gustavo Gross, con el apoyo del gobierno provincial, el municipal de Ushuaia y el Museo Marítimo. Con esas tres instituciones se pudo armar este mes donde se convocó a curadores de Buenos Aires que venían a relevar el trabajo de los artistas fueguinos que habían sido elegidos para esa muestra. Era un trabajo de un año prácticamente. Se hizo tres años seguidos y luego dejó de recibir apoyo por una cuestión económica. El último fue en 2014. Ojalá que sea momentáneo y se vuelva a retomar esto que fue muy bueno porque exponía al artista local a nivel nacional.
-También ha tenido un acercamiento con un grupo de jóvenes escritores y dibujantes: Federico Rodríguez, Omar Hirsig, Maxi López, entre otros ¿Cómo ha sido ese encuentro?
– Fundamentalmente es una alegría, porque estos chicos tienen una disciplina de trabajo extraordinaria. Lo que se proponen lo logran. Están concentrados ahí. No es un pasatiempo o algo decorativo, que después queda muy bien. Es un trabajo y un deseo de proyectar el trabajo, que llegue a la gente, que el producto se venda, cosa muy difícil porque por regla general los que trabajamos en el arte no tenemos demasiada idea de esta cosa del mercado, y ellos lo hacen muy bien. Tienen un magnetismo con la gente, no son impostados, no se la creen y yo rescato mucho esto y me da mucha alegría encontrarme con ellos. Creo que han renovado la escena literaria acá, han traído otras cosas, comenzaron a utilizar el dibujo uniendo las artes plásticas con la literatura, un trabajo muy lindo que están haciendo.