El reconocido acuarelista Eduardo Nicolai describe su arte que se inspira en las infinitas posibilidades paisajísticas y visuales que ofrece un lugar tan singular como la capital de Tierra del Fuego, carrera que desempeña desde hace más de 25 años en el fin del mundo.
USHUAIA (Por Cultural Cava).- Eduardo Nicolai, artista plástico, exquisito acuarelista de la ciudad de Ushuaia, actualizó sus novedades y repasó la actualidad respecto de su carrera, que desempeña desde hace más de 25 años en el fin del mundo.
Eduardo relató que la pandemia lo sorprendió lejos del taller de la capital de Tierra del Fuego: “Pasé casi dos años fuera de mi casa. Por suerte había llevado como siempre que viajé, una mochila con mis pinceles, papeles, para pintar en cualquier lado con eso”.
También un celular, que le sirvió para empezar a dictar clases online, casi como forma de subsistencia.
Zoom, cámara, teléfono y cátedra: “Había un público que necesitaba evadirse un poco de las noticias, las estadísticas. Tiene sus ventajas y sus desventajas, no es lo mismo estar en un taller donde uno conversa, participa. Pero también tiene la facilidad de que estás en tu casa, no tenés que sacarte el pijama y podés tomar una clase” reflejó.
Cuenta entre sus alumnos personas de España, Italia, México, Costa Rica, Uruguay, Chile. “Esto ha posibilitado a montones de artistas hacer lo mismo, se abrió todo un mundo”. En su caso, sus talleres son únicamente de acuarela.
“Soy acuarelista 100%” se definió Nicolai. “Me fui inclinando cada vez más a la acuarela por una cuestión de practicidad. Me gusta más, me siento más cómodo, pero me condiciona un poco. No me sale hacer una pintura libre, abstracta o figurativa, con contenido, en acuarela. No me sale” confesó.
Aunque también incursionó en lo que llama “técnica mixta, cualquier tipo de pintura sobre un lienzo”, una especialidad que le permite investigar, “manchar, ver qué sale”. Algo imposible con acuarela, donde “tenés un objetivo claro, un camino claro y una forma clara de transitar ese camino. Si te salís de ahí, podés hacer una maravilla, pero no es acuarela, es algo que está pintado con acuarela”.
Varios de sus trabajos están basados en fotografías, “una ayuda muy importante, uno toma esa imagen y después le saca, le pone, le cambia la atmósfera, el color”.
Describe que vivir y trabajar en Ushuaia le permite vender sus obras a turistas que llegan de todo el mundo. Ha vendido a rusos, chinos, americanos, ingleses. Y también a mucha gente de Ushuaia, donde se aprecia mucho su arte.
Su entusiasmo se hace más visible cuando describe el lugar donde vive, el entorno, en definitiva, la inspiración para su trabajo: “Llevo 42 años viviendo. Los primeros años, como tenía otra actividad, el clima uno lo soporta, lo vive de otra manera. Cuando te ponés a pintar paisajes -empecé a hacerlo hace 25 años- comenzás a detectar otra cosa, el recorrido que tiene la luz, el sol, el ángulo de esa luz sobre el paisaje, sobre la gente, los climas, las atmósferas. Hay una variedad como pocos lugares en el mundo”.
Del entusiasmo pasa a la emoción, profunda y sincera, cuando se le menciona a una de sus maestras, al comienzo de su carrera: “En el tema de la acuarela, esa misma profesora me dijo ‘la acuarela déjala, no te metas eso, ya vendrá porque es algo muy complicado, difícil’. Uno va descubriendo qué posibilidades tiene y de dónde viene esto. Ese descubrimiento que me produjo el paisaje después de muchos años de vivir acá”.
Como buen artista, pintar es para Eduardo Nicolai una imposición inconsciente, que se hace consciente cuando le falta. “El cuerpo te pide pintar, y absolutamente me cambia el humor cuando no lo puedo hacer” define.
Sobre el final de la entrevista, Nico elige dos locaciones emblemáticas de Ushuaia donde el ojo del artista abreva para desplegar su arte.
Como buen artista, pintar es para Eduardo Nicolai una imposición inconsciente, que se hace consciente cuando le falta. “El cuerpo te pide pintar, y absolutamente me cambia el humor cuando no lo puedo hacer” define.
Uno es AFASyN: “Ves la ciudad de enfrente, en verano o en invierno, a media mañana tenés el Sol de frente, ves su recorrido y cómo va cambiando la luz en las montañas y el club ofrece imágenes muy lindas”.
El otro, “cualquier calle longitudinal de la ciudad que nos permite ver el monte Olivia de frente”.