Ayer comenzó en esta ciudad un nuevo juicio oral y no público por hechos de abuso sexual. En este juicio Claudio Antonio Guerrero Villarroel (40 años) es el acusado por haber abusado sexualmente de siete víctimas, entre ellas, de su propia hija.
RÍO GRANDE.- El Tribunal de Juicio está integrado por los jueces Juan José Varela, Natalia Buitrago y Fernando González. El Ministerio Público Fiscal está integrado por los doctores Laura Urquiza y Jorge López Oribe, quienes unificaron las causas que pesan sobre el imputado.
Las causas que se le imputan a Claudio Guerrero Villarroel son delitos de abuso sexual con acceso carnal y corrupción de menores, en una de ellas y abuso sexual simple reiterado en concurso real con exhibiciones obscenas reiteradas (siete hechos).
El imputado es asistido por el Dr. Alejandro de la Riva. Guerrero Villarroel llegó a Tribunales manejando su propio auto ya que la Justicia provincial ordenó excarcelarlo, según el oficio judicial firmado por la Dra. Natalia Ángela Buitrago quien, además de la liberación del detenido “bajo caución juratoria”, indicó que se le impongan normas de conducta. Esa orden judicial derivó en el traslado de Guerrero Villarroel a su domicilio del B° Aeropuerto, el mismo en el que fue detenido el 11 de agosto de 2019 luego de ser denunciado por varias mujeres.
En la causa también se constituyó el Dr. Nicolás Casariego como abogado querellante.
“Esperamos una condena justa”
“Después de esperar tantos años, de tantas suspensiones, donde pasaron tres jueces y fiscales, esperamos que ésta vez haya una condena justa no como la anterior”, expresó Paola, madre de una de las víctimas de abuso sexual que denuncia contra Claudio Guerrero Villarroel.
La mamá recordó que en el año 2018 la causa fue elevada juicio: “Pero se suspendió más de dos veces. Gracias a Dios mi hija se encuentra bien, gracias a su familia, a los psicólogos. Hoy tiene 19 años, es mayor”. Cabe indicar que el caso de la hija de Paola sucedió cuando la menor tenía entre 11 y 14 años.
Paola agradeció a la agrupación de “Pañuelos Amarillos” “porque gracias a ellas se movieron todas las causas. Si no hubiera sido por ellas, seguiríamos esperando. Yo no tenía esperanzas que fuera este año…” señaló.
Paola opinó que no confía en la Justicia por varias situaciones: “Sinceramente no confío en la Justicia por el caso anterior (se condenó a ocho años de prisión a Marcos Saldivia), por lo mío, por todas las suspensiones, por todos los años que he estado esperando. Si él (el acusado) hubiera estado preso en su momento, no hubiera ocasionado más víctimas. Porque después de mi denuncia él siguió libre y provocando víctimas en el transcurso del tiempo”, agregó.
Crudo relato de la tía y la abuela
El domingo, horas previas al juicio, la tía y una abuela de la nena presuntamente abusada por su propio padre accedieron a hablar con la prensa para contar detalles del calvario que debió vivir la nena (su sobrina) durante años. Cuando la historia comenzó, Villarroel ya se había separado de su mujer. Por ese entonces la hija de ambos alternaba convivencia tanto con la madre como con el padre quien está sindicado de abusar de ella. “Si bien mi sobrina vivía con él, mi hermana tenía los mismos derechos y llegó un momento en que, supuestamente, mi sobrina no quería ir más a la casa de mi hermana. Pasó un fin de semana, luego pasaron meses y años. Supuestamente la nena no quería ir más a la casa de mi hermana. Mi sobrina se lo decía a mi hermana por teléfono y obviamente lo tenía al lado a él (padre). Luego no la vimos más y perdimos el contacto. Luego me enteré a qué escuela secundaria iba mi sobrina, yo la iba a ver en los recreos o en ocasiones la veía en la calle pero no podía ir a su casa”.
La tía manifestó que su sobrina estaba amenazada por su propio padre y bajo presuntas amenazas, “mi sobrina debía contarle a su padre cada vez que se encontraba con nosotros”.
En su relato, este familiar contó que “un día me llegó un mensaje de texto en el que me pedía que no la vaya a molestar más a los recreos porque ella no quería verme a mí como tía y no quería ver a ninguno de nosotros como familia”.
Explicó que cuando la veía a escondidas, “la notaba calladita, de perfil muy bajo, y no me demostraba ningún sentimiento; a pesar de que ninguno de nosotros tuvo problemas con ella”. A esta mujer esta situación le resultaba extraña ya que “ella fue nuestra primera sobrina, primera nieta y todos teníamos un amor incondicional con ella y no podía entender de que ella sea tan fría y que no me mire a la cara. Yo la abrazaba y la apretaba y ella no demostraba nada y nunca me dijo que le molestaba que la fuera a ver a la escuela”.
Recordó que cuando era niña, “era una nena risueña, divertida, alegre pero, de un día para el otro, y a medida que fue creciendo, en su etapa de adolescencia, comencé a verla así. Esto comenzó a cambiar cuando el padre comenzó a alejarla de nosotros”.
En su relato esta tía reveló que “un día me llegó un mensaje de él que decía: “me dijo mi hija que no quiere que la vayas a ver más a los recreos de la escuela y que la dejes de molestar porque ella no quiere saber nada con ustedes”. Sin embargo, cuando yo iba a ver a mi sobrina, ella me hablaba muy poco pero nunca me dijo que no quería verme, lo que me pareció raro y la última vez que la pude ver la noté mal y triste así que hablé con mi hermana (la mamá) y le conté. También le pedí que vea a su hija. Le conté que no la vi bien y le dije que vaya a verla para ver si notaba lo mismo que yo”.
En este marco, a la tía nunca se le ocurrió hablar con personal del colegio para contarles de que notaba que su sobrina no estaba bien. Sin embargo, “fuimos junto a mi hermana a hablar con la directora del establecimiento y ese directivo nos dijo que nunca había tenido el número de contacto para hablar con la mamá, pero sabemos que ella tiene un legajo que indica que mi sobrina había protagonizado episodios de violencia donde había resultado golpeada y tenía marcas y que esto habría resultado en llamados de atención hacia el padre de mi sobrina”.
Un día, tanto la tía como la mamá de esta niña, le pidieron a la directora hablar con la nena durante 15 minutos. “En ese momento mi sobrina rompió en llanto y nos dijo que se quería venir a vivir con nosotras. Le preguntamos qué quería y le aseguramos que nos contara lo que le pasaba y que no le pasaría nada malo. Le ofrecimos ir a la Comisaría y ella accedió.
Esto sucedió en 2015, fue el momento en que la rescatamos del infierno en el que estaba viviendo”. Entre otras cosas, la mujer aseguró que, en esos tiempos, “él la llevaba y la traía del colegio y sabemos que en esos momentos también abusaba de ella”.
La tía contó que cuando se encontraban haciendo la denuncia, apareció la actual pareja del presunto abusador, “que también es cómplice, e inmediatamente le quitó el celular a mi sobrina”.
En ese momento, “luego de la denuncia, el padre desapareció porque sabía que mi sobrina lo iba a delatar”.
Otros episodios intrafamiliares
La tía de la víctima no dudó al recordar que “nosotros sabíamos que cuando vivían juntos mi cuñado tenía episodios de violencia con mi hermana pero nunca me imaginé que llegara a hacer lo que hizo con su propia hija. Nunca se nos pasó por la cabeza de que mi cuñado podría abusar de mi sobrina, de mantenerla encerrada en su casa y de robarle su niñez y de hacer todo lo que hizo y hacer esas maldades delante de ella para que ella vea de lo que era capaz él; por eso ella hacía todo lo que el padre decía porque conocía de lo que era capaz”.
Reclamo a la Justicia
La tía de esta nena contó que “una vez mi sobrina debió ser internada en el Hospital Regional Río Grande y no sabemos por qué, pero lo que sí sabemos es que la historia clínica de mi sobrina desapareció del archivo del hospital”. Por otra parte, “si los jueces y los fiscales hubiesen hecho algo a su debido tiempo, se podría haber evitado que decenas de chicas tuvieran que sufrir que él las ande tocando”.
La familiar de una víctima de abuso explicó que “si luego del juicio lo dejan en libertad, continuará habiendo víctimas porque este psicópata no va a parar”.
Hoy, la nena que está alejada de su padre y presunto abusador, “es una nena feliz y está muy lejos de esa niña que vimos cuando la rescatamos esa vez en la escuela. Hoy es una nena alegre que participa de una iglesia y ahora puede obtener la paz que tiene ahora y es una nena maravillosa”.
La abuela
Otra de las mujeres que se animó a hablar con la prensa fue justamente la abuela de esta nena. “Pienso lo mismo que piensa la sociedad que es que este hombre debe pagar por lo que hizo y que se quede adentro y que no le den ni 8 o 10 años sino que deberían darle una pena de por vida pero sabemos que la Justicia no es así. Esta persona es un psicópata”.
La mujer recordó que cuando este hombre salía con su hija, “una vez le quiso pegar acá en mi propia casa. Nosotros lo sacamos y luego vino y nos rompió todos los vidrios de la casa y del auto de mi marido e hizo un desastre. Toda la vida fue así. Es una persona muy vengativa y manipulador. Yo espero que la Justicia le dé la condena máxima y con todo lo que hizo, esa persona no puede estar suelta ya que tiene muchas víctimas”.