El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, defendió la política antiinflacionaria en curso, descartó que las recetas «tradicionales» sean efectivas en países como la Argentina y se mostró confiado en alcanzar el objetivo del 60% fijado en el presupuesto.
BUENOS AIRES (NA).- Pesce cerró las Jornadas Bancarias y Monetarias que organiza el Banco Central y aprovechó la oportunidad para replicar críticas sobre su postura de que «la solución del problema inflacionario al final del camino era el crecimiento».
«La pelea contra la inflación dejó de ser fácil. Se ha mostrado como compleja, pero esperamos que luego de la aceleración que hubo en el mes de julio la inflación continúe un proceso descendente para alcanzar el objetivo de reducirla al 60% el año próximo», sostuvo el funcionario.
Pesce planteó que el problema inflacionario es un «desbalance entre oferta y demanda» a los que se suman otros componentes que la convierten en «multicausal».
El titular de la autoridad monetaria sostuvo que la inflación en la Argentina tiene como origen trabas al crecimiento a partir de «restricciones externas o en el sector energético» que provoca que la oferta no iguale a la demanda.
Pesce sostuvo que en países como la Argentina con altos niveles de desocupación y pobreza las recetas tradicionales antiinflacionarias «con cuadros recesivos» o «de postergación de crecimiento» son de «casi imposible instrumentación».
A raíz de este escenario, Pesce consideró que «se requiere de la desaceleración gradual de la inflación sin afectar gravemente la demanda».
«No se trata de desmerecer el rol las medidas tradicionales sino ponerlas en contexto y entender que en determinados países son de difícil, sino de imposible instrumentación. Hay países que pueden restringir la demanda al punto de contener verticalmente los procesos inflacionarios a la espera que sean superadas las restricciones al crecimiento», remarcó el presidente del Banco Central.