A raíz de la pandemia de coronavirus comenzó a gestarse en la provincia un nuevo paradigma que impulsa la autoproducción de alimentosy el uso de los recursos disponibles en el clima fueguino. La agricultura familiar como método de autoproducción de hortalizas, fruta fina, productos de granja y cría de animales como salida laboral y fuente de alimentos sanos. Pero la pregunta es: ¿Estamos preparados para producir y consumir nuestros propios alimentos?
RIO GRANDE.- Estos y otros temas formaron parte del III Conversatorio denominado “La importancia de la soberanía alimentaria en Tierra del Fuego: Desafíos postpandemia” organizado por el colectivo USIN, la Biblioteca Verde, el Colectivo de Huertas Comunitarias Agroecológicas y AFUGRAN.
El encuentro se realizó días atrás con la participación de la Dra. Miryam Gorban (Coordinadora Nacional de la Red Nacional de CALISAS) y la Médica Veterinaria Melina Gay (representante de CALISA UNR).
Durante la jornada, se analizaron los desafíos que debe superar la provincia para avanzar en su camino hacia la producción de alimentos de cercanía. La Dra. Miryam Gorban destacó que en Argentina “hemos llegado a 2020 en una situación en que se viola el derecho a la alimentación porque los precios de los alimentos fundamentales para la vida plena están cada vez más elevados frente a la situación económica, lo que los hace inaccesibles para los sectores más vulnerables”.
“A esto hay que agregarle que el actual sistema hegemónico de producción de alimentos que hoy está en crisis en todo el mundo, hace que los alimentos que llegan a nuestra mesa estén contaminados y muchas veces no sabemos lo que comemos”.
En este sentido, se remarcó el vínculo de los fueguinos con el supermercado como único proveedor de alimentos, y la relación que los niños establecen con la comida, casi siempre ignorando su procedencia y cómo se produce. “Hay niños que desconocen que el pollo es un ave” afirmaron. Cabe recordar que el 50% de los niños fueguinos tiene sobrepeso o sufre obesidad como efecto del sedentarismo y una relación insana con la comida.
En cuanto a la incidencia que tiene el precio de los alimentos en los salarios, los amplios márgenes de ganancia que los comercios de Tierra del Fuego aplican a los productos, que van del 40 al 60%, encarecen enormemente los alimentos que deberían estar mucho más baratos que en el continente dado que se encuentran libres de IVA.
“Esto no se resuelve con precios máximos o precios cuidados, hay que hacer una trazabilidad de cómo se componen los precios de los alimentos”, dijo Groban. Además planteó la incidencia de los alimentos en el salario. “Escudero decía que el salario debería determinarse de acuerdo al precio de la canasta básica y este gasto no debería superar el 50% del salario. Es decir que, si hoy la canasta básica está en 40 mil pesos, estamos muy lejos de eso”.
Tierra y soberanía alimentaria
Durante el encuentro quedó claro que, para lograr la soberanía alimentaria, hay que resolver el acceso a la tierra para el pequeño productor de alimentos. Groban sostiene que “hay que subvencionar, acompañar, darle créditos, acceso al conocimiento y facilitarle el acceso a la tierra al pequeño productor que quiere sembrar o criar animales. Además, hay que cambiar el sistema de producción con agroquímicos, por una agroecología sustentable”.
Por su parte, Romina Cortés, nutricionista e integrante del Colectivo USIN, destacó que a través de estos conversatorios que se comenzaron a realizar hace poco más de un mes, “ya presentamos proyectos en el Concejo Deliberante de Ushuaia para tener acceso a la tierra, porque en nuestra provincia son muy caros. Sabemos que hay mucha gente que quiere producir y queremos garantizar el lugar donde hacerlo, acompañar el proceso del cooperativismo, porque lo primero que te piden a la hora de solicitar la tierra para producir es que presentes un proyecto. Poder usar los espacios que pertenecen al municipio y están ociosos y garantizarles el acceso al agua, que para la producción es fundamental”.
En este sentido, USIN se ha convertido en un nexo entre los que toman decisiones para tener el acceso a la tierra y los productores que quieran producir y desde hace muchos años el ProHuerta viene acompañando en soledad el proceso que llevan adelante los productores.
Durante el encuentro se hizo un punteo sobre algunos de los alimentos que brinda Tierra del Fuego y de los cuales se han valido los pueblos originarios para alimentarse y lograr su subsistencia durante 10 mil años en la isla. En este sentido, se hizo hincapié en la riqueza marítima disponible, aunque también se mencionó la producción de ovinos que, desde su introducción a la isla como ganado lanar, acompañó la mesa de los fueguinos de manera diaria y sostenida. Además se mencionó a la centolla, que si bien no integra la mesa familiar diaria, es un producto autóctono que se puede industrializar y exportar a todas partes del mundo. Ello, sin mencionar lo que puede producirse en invernáculos y huertas a cielo abierto para consumo interno.
Pero, como contrapartida, se planteó la necesidad de crear un mercado y circuitos de comercialización para los productos locales, porque muchas veces lo que se produce no atrae a los consumidores.
Un ejemplo de ello es lo que ocurre con la carne de capón. De acuerdo a datos de la Asociación Rural, la mayor parte de lo que se produce en Tierra del Fuego se va para el continente, porque en Tierra del Fuego el consumo es muy bajo. “A la gente le gusta la carne tierna, de vaca y por eso prefiere la carne que se trae de Trelew”, remarcan.
Hace pocos meses, el presidente de la Asociación Rural de Tierra del Fuego, Fernando Gliubich, señaló que uno de los ejes del desarrollo de la producción de alimentos está en la necesidad de generar valor agregado dentro de la provincia. “Poder darle esa herramienta a los productores de la isla, no solo le abriría camino a los ganaderos, sino también a otros productores que quisieran avanzar en la producción de porcinos y aves”.
Por ejemplo, Gliubich señaló que “en Tierra del Fuego necesitamos una planta de silaje, necesitamos de alguna manera que el Estado se involucre en la producción desde el abastecimiento y provisión de otras herramientas que generen valor agregado”.
Otro ejemplo de carencia es que los mataderos municipales no cuentan con cámaras. La falta de cámaras es una limitante porque hay una cantidad importante de alimento, no solo carne que viene del continente que necesita una cantidad de frío.
Por su parte la médica veterinaria Melina Gay fue consultada acerca de la iniciativa del Gobierno de instalar un laboratorio de genética para la producción de ovinos y bovinos en Tierra del Fuego. La pregunta era si hay algún riesgo de que la isla se transforme en una granja de cría y se ponga en peligro la salud de la población. “Si estas prácticas contemplan el bienestar animal y no van en demérito de los pequeños productores, no está mal. Sería ganar soberanía porque tener tecnología propia es soberanía. Incluso, hasta el mediano o pequeño productor que antes no tenía acceso a comprar pipetas de semen o intentar mejorar su genética, en este caso, tendría la oportunidad de hacerlo”, explicó la profesional.
Cátedra Abierta de Soberanía Alimentaria
Romina Cortes explicó que el colectivo USIN planteó en dos oportunidades ante la Universidad de Tierra del Fuego la posibilidad de crear un espacio en el que se pueda dialogar con todos los actores vinculados a la producción de alimentos para buscar alternativas, investigar y diseñar proyectos para la autosuficiencia alimentaria de Tierra del Fuego. “La autosuficiencia alimentaria de Tierra del Fuego es el desafío a desarrollar desde las cátedras. Tiene que ser un espacio de diálogo con los colectivos que ya existen El conocimiento no es exclusivo de las universidades, sino de todos los actores que forman parte de la cadena de producción”.