Quejarse significa expresar un malestar, una sensación desagradable. Te invito en estas líneas a conocer cuatro motivos que alguien puede tener para incluir la queja en su vida:
- Para crearse displacer
La persona, en el fondo, siente culpa. Entonces, cuando le ocurre algo lindo, necesita crearse displacer y empañarlo. Por ejemplo, se compra ropa y comenta: “Vamos a ver si es de buena calidad y me dura”. La culpa siempre nos lleva a creer que no nos merecemos lo bueno. Es una emoción inconsciente que hace que uno coloque un malestar al lado de un placer, porque no existe el permiso interno para disfrutar de la vida.
- Para vincularse
Aquí la persona vive rumiando su malestar y expresándoselo a todos a su alrededor, sean conocidos o desconocidos. Se queja frente a cualquier propuesta que le hagan porque no busca resolver lo que le pasa, sino usar la queja como una herramienta para atraer la atención de los demás. Como no cuenta con los recursos afectivos y comunicacionales para relacionarse, recurre a la queja que vendría a ser su carta de presentación.
- Por melancolía
La persona se siente derrotada y se queja para expresar su tristeza y dolor emocional. Sus palabras son la señal de que ha perdido las ganas de vivir. Su lema es: “Yo estoy mal mientras vos estás bien”. En su interior tiene la creencia de que la vida trata amablemente a los demás, excepto a él o ella. Su falta de energía la conduce a procurarse cosas externas para sentirse mejor. Aun así, no logra satisfacción y esto es así porque su lectura de la realidad es siempre catastrófica y ese es el tono que predomina en sus dichos. En realidad, hay una gran codependencia de los demás que es totalmente inconsciente.
- Para descargarse ocasionalmente
Por último, tenemos a la persona que se queja solo en ocasiones puntuales para expresar una carga de presión que le produce malestar. Hablar quejosamente y percibir su situación como negativa es una manera de soltar lo que siente, para después seguir con sus actividades como si nada sucediera.
¿Sos de quejarte a menudo? Es importante recordar que el común denominador de la queja de cada uno indica el área donde estamos satisfechos. No nacimos para ser víctimas de nuestras circunstancias y vivir quejándonos. Y la verdad es que, por dura que sea una situación, siempre es posible hacer algo frente a ello. Nadie escoge lo que le pasa, pero sí decide cómo va a responder a eso.
Quejarse es una pérdida de tiempo, pues bloquea nuestra capacidad de acción. Lo ideal, si nos descubrimos quejándonos, es animarnos a mirar hacia adentro y preguntarnos: “¿Qué es lo que deseo?”. Practicar pedir lo que uno necesita nos ayuda a salir del lamento y a encontrar soluciones que nos permitan recuperar el control de nuestra vida.
Concentrémonos en todo lo bueno que tenemos a nuestra disposición, seamos agradecidos y disfrutemos de las pequeñas cosas con alegría. Esta es la mejor actitud para enfrentar las dificultades, superarlas y continuar construyendo hacia adelante.