La Fundación Ushuaia XXI y la Asociación Manekenk advirtieron sobre las posibles consecuencias que podría sufrir la actividad pesquera y el ecosistema marino y terrestre de Tierra del Fuego, en caso de autorizarse la producción de salmones del Atlántico en el canal Beagle.
USHUAIA.- La preocupación se instaló en marzo al suscribirse un convenio entre el Ministerio de Agricultura y Pesca de la Nación y el Reino de Noruega, en el que la provincia asumió el compromiso de financiar el costo de un estudio de cargas y posiciones para el desarrollo de esa actividad en el canal Beagle. Pero sobre todo creció hace pocos días tras conocerse la fuga de 900.000 salmones de un criadero de la empresa Marine Harvest en la Isla Huar (Chile), similar a los que podrían instalarse en la zona de Ushuaia.
Julio Lovece, presidente de Ushuaia XXI, quien presentó una nota al Gobierno solicitando información sobre la posible explotación salmonera en Tierra del Fuego, expresó a El Sureño: “El desarrollo de salmoneras en el canal Beagle significa jaulas, miles y miles de salmones en cada una, alimentación con alimentos balanceados, cuando se enferman, muchos antibióticos. Generan enfermedades, genera desequilibrio en todo el ecosistema y yo me pregunto si el Gobierno se ha puesto a pensar cuáles serán las consecuencias en la pesca artesanal, cuál puede ser la consecuencia en productos ya impuestos turísticamente hablando como la centolla, el róbalo, los mejillones. Por un lado estamos hablando de siembra de mejillones y por el otro estamos promoviendo el desarrollo de la salmonicultura que quizás termine multiplicando el problema que tenemos con la marea roja”.
La respuesta al pedido de información llegó la semana pasada mediante nota rubricada por el secretario de Agoindustria y Pesca Kevin Colli. En ella, el funcionario defendió el avance del proyecto señalando que “la Ley provincial de Pesca 244, sancionada en el año 1995, ya preveía la promoción y el desarrollo de la acuicultura, actividad que fue llevada adelante pero de manera incipiente y sin lograr en todos estos años una escala realmente competitiva”.
Colli destaca en su respuesta que “nos encontramos totalmente comprometidos con el correcto uso y conservación de nuestros recursos naturales, pero así también visibilizamos como eje fundamental a su aprovechamiento sostenible con miras al agregado de valor en origen” e intentando transmitir seguridad afirmó que “estos estudios no implican la aceptación de ninguna concesión de nuestros recursos naturales, sino por el contrario, sus resultados serán una gran herramienta para futura toma de decisiones”.
Lovece opinó que “la respuesta está más orientada al «porqué» y no al «qué y el cómo» y agregó que “es muy peligroso darle a los noruegos la determinación de establecer cuánto soporta el canal Beagle en cuanto al desarrollo de salmonicultura, siendo que son precisamente ellos los interesados en ganar mucha plata con eso. Ojalá se trate de un simulacro y que esta fundación noruega diga que no recomiendan el desarrollo de la salmonicultura en el canal Beagle porque a ellos el negocio no les cierra”.
En cuanto a los puestos de trabajo que la actividad pudiera generar, agregó que “no serán más de 30 o 40, pero pueden llegar a terminar perjudicando al turismo del cual viven 16.000 familias en Ushuaia. Me parece que deberían tener otra mirada”.
Una especie exótica
Nancy Fernández, presidente de la Asociación Mankenk, tiene una mirada muy similar a la de Lovece respecto del impacto que la actividad podría tener sobre el ecosistema de la isla y la actividad turística.
“Estamos absolutamente en contra de este emprendimiento porque tiene que ver con la crianza de una especie exótica. El convenio de biodiversidad prohíbe la introducción y crianza masiva de peces exóticos. Además, nuestro país junto al Fondo para el Medio Ambiente Mundial, lleva adelante un programa para erradicar cinco especies exóticas entre ellos el castor y es contradictorio invertir en la erradicación de una especie exótica para introducir otra con posibilidades de escape como pasó en Chile, donde no se puede medir el daño ocasionado”.
Fernández argumentó que la cría de salmones también afectaría la vida de los lobos marinos y las aves, que se acercan a las jaulas a comer y deben ser ahuyentados o muertos para alejarlos.
“Creemos que un emprendimiento como este es desacertado, porque Tierra del Fuego vende naturaleza, y la diversificación de la matriz productiva tiene que ir en sintonía con eso. En Chile ha traído innumerables problemas y en otras provincias no lo han querido instalar tampoco. Me parece una especie de delirio de algún funcionario que dijo, vamos con esto; o una bajada de línea del Gobierno nacional a la que la provincia no pudo decirle que no”, concluyó.