Algunos cambios son más graves que otros, pero para muchos de los problemas hay cosas que se pueden hacer para proteger la visión. La clave es examinar los ojos con regularidad para descubrir los problemas anticipadamente.
BUENOS AIRES.- El aumento de la esperanza de vida y el crecimiento de la población, junto con los cambios de comportamiento y de estilo de vida, está provocando un aumento notable del número de personas con afecciones oculares y deficiencias visuales, ya que la prevalencia aumenta a medida que las personas envejecen.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su Informe Mundial sobre la Visión, estima que el número de adultos de 60 años o más, crecerá un 54% al pasar de 962 millones en 2017 a 1.400 millones en 2030, y aumentará a 2.100 millones en 2050. Por lo tanto, es indispensable prevenir más eficazmente las afecciones oculares y la deficiencia visual a lo largo de la vida.
Problemas visuales comunes
Los ojos muestran cambios en el rendimiento a medida que la persona envejece, especialmente al alcanzar los 60 años o más. Algunos de estos cambios incluyen:
Presbicia: comienza a desarrollarse a los 40 años de edad, es una afección perfectamente normal, donde las personas presentan dificultad para ver objetos a corta distancia.
Atrofia del dilatador de la pupila: esto hace que la pupila se reduzca y sea más lenta a los cambios en la iluminación ambiental. Por lo cual, las personas mayores de 60 años necesitan más luz ambiental para poder leer cómodamente. Además, es más probable que las personas de la tercera edad queden deslumbradas por la luz del sol y el resplandor.
Desprendimiento de vítreo: esta situación se da con más frecuencia en personas mayores de 65 años. Cuando se desprende el vítreo, en caso de aparecer síntomas, los más frecuentes son la aparición de “moscas volantes” que se desplazan con el movimiento de los ojos. Un problema grave que puede causar ceguera si no se trata de inmediato.
Cristalino: con la edad se vuelve más amarillento, menos flexible y levemente opaco, dando lugar a una visión con menor contraste y mayor deslumbramiento.
Ojos secos: es una irregularidad ocular en la que el ojo produce una cantidad de lágrimas insuficiente. El riesgo de contraer esta alteración aumenta con la edad. Las gotas lubricantes y recetadas pueden aliviar los síntomas.
Además, la exposición a la luz azul dañina de las pantallas digitales y la exposición a los rayos ultravioletas del sol se acumula con el tiempo. Por lo que las personas mayores están presentando síntomas como fatiga ocular, dolores de cabeza, ojos secos y visión borrosa, entre otros.
Enfermedades visuales
Los siguientes trastornos oculares pueden resultar en una pérdida de capacidad visual que dé lugar a baja visión o ceguera. Cuanto antes se detecten y se traten, es más probable que se pueda conservar una buena visión.
Cataratas: son áreas nubladas en el cristalino del ojo que ocasionan una visión cada vez más borrosa y forma parte inevitable del envejecimiento. El tratamiento consiste en una cirugía con anestesia local en forma ambulatoria.
Glaucoma: con la edad, el campo visual va disminuyendo y si bien es una enfermedad incurable, un 90% de la ceguera que provoca el glaucoma podría evitarse mediante la detección temprana y tratamiento. Puede ser tratado con gotas para ojos recetadas por el médico oftalmólogo, con láser o con cirugía.
Degeneración macular relacionada con la edad (DMRE): es un trastorno que daña lentamente la visión central, lo cual dificulta las tareas más comunes, tales como leer, escribir, cocinar y/o conducir. Hay muchos tratamientos para este trastorno y es muy importante corregir los factores de riesgos, en especial abandonar el tabaco y mejorar la dieta.
Retinopatía diabética: es la causa más común de pérdida de la visión en personas diabéticas. Se origina por el daño producido a los vasos sanguíneos de la retina, que se vuelven permeables o se obstruyen a causa de la descompensación metabólica de la diabetes. La detección y el tratamiento en etapa temprana pueden reducir el riesgo de ceguera en un 95%.
Cómo proteger la visión
Los trastornos de la visión adquieren una vital importancia en la vida diaria de las personas mayores. Ante la aparición del más mínimo signo de alarma, como visión borrosa, deslumbramientos más frecuentes o disminución de la visión, se debe acudir al médico oftalmólogo.
Además, es muy importante el uso diario de anteojos de prescripción o de sol que tengan una efectiva protección contra los rayos UV-A y UV-B y la luz azul nociva en el interior (y especialmente en el exterior), este es el primer paso esencial. Lo siguiente, es que los lentes sean de alta calidad óptica que proporcionen una experiencia visual óptima, en cualquier condición ambiental. Un lente inteligente a la luz o fotosensible, como los Transitions®, puede ser una buena solución.
En este sentido, desde el Consejo Argentino de Oftalmología recomiendan que, al menos una vez al año, la persona mayor se someta a una revisión visual con el médico oftalmólogo, para prevenir los deterioros y, en cada caso, adoptar las medidas adecuadas para mejorar la función visual.