Cuando Bielorrusia fue a las urnas el pasado domingo, muy pocos imaginaban que el país sería otro una semana después.
BIELORRUSIA.- Casi 7.000 detenidos, crecientes denuncias de tortura y brutalidad policial, huelga de las principales industrias, internet caído por días, y sobre todo, miles de personas en la calle pidiendo la salida del líder que ha gobernado el país por 26 años: Alexander Lukashenko.
Todo comenzó cuando se publicaron los resultados del recuento electoral, que daban la victoria a Lukashenko con más del 80% de los votos frente a Svetlana Tikhanovskaya, la esposa de otro contendiente a las urnas que fue apresado poco antes de los comicios y quien se presentó a última hora, pero con creciente popularidad.
Las denuncias de fraude comenzaron a circular y los residentes de Minsk, la capital del país, y otras ciudades empezaron a concentrarse en las principales plazas y avenidas para manifestar en contra de lo que consideran una manipulación de los comicios.
Este domingo, las protestas continuaron por octavo día consecutivo y nuevas fábricas estatales se sumaron al paro que comenzó el jueves, una situación nunca antes vista desde que Bielorrusia se convirtió en una república independiente tras la caída de la Unión Soviética.
Según estimaciones de medios, más de 250.000 personas participaron en la llamada “Marcha por la Libertad” en el centro de la capital, que produjo en medio de una creciente indignación por la supuesta manipulación de las urnas y la violencia policial en las protestas anteriores.