Llevan más de siete meses viajando. Son una familia de cinco y tienen pensado llegar hasta la Quiaca. A veces duermen en carpa, en el auto y muchas otras los alojan personas que los invitan, para ayudarlos a cumplir el sueño familiar de recorrer el país, cocinando y en familia.
RIO GRANDE.- Jael, Patricia, Ramsés, Alma e Irán Damonte son una familia normal. Hace doce años viven en City Bell, La Plata. Algo que toda la familia comparte, aún los más pequeños es la pasión por la cocina, y el amor que se tienen. Desde hace siete meses conviven en un Citroën C3, con una cocina móvil que los está llevando por toda Argentina y partes de Sudamérica.
Todo comenzó con un evento que los preocupó y fue como un llamado de atención: “Nosotros trabajábamos en cosas diferentes. Yo trabajaba en seguridad, para el club de fútbol Estudiantes, en La Plata. Pato trabajaba en un local de ropa, aunque los dos somos chef. Ninguno hacía lo que le gustaba, aunque los dos trabajábamos bien y ganábamos bien. Pero no nos veíamos nunca”, recordó Jael.
En ese momento, en pleno trajín cotidiano, su hija Alma, de 8 años, tuvo un accidente, se le cayó un portón grande encima y estuvo cuatro días internada en Terapia Intensiva. Luego de tres días en observación, la familia volvió a casa, pero ya no era lo mismo, se habían dado cuenta que necesitaban un cambio: “Y cuando nos fuimos a casa, nos pusimos a pensar qué era lo que realmente queríamos y lo que a uno lo hace feliz. Y a mí lo que me hace feliz son ellos, y a mi esposa igual. Y pensamos cómo podíamos hacer para pasar más tiempo juntos, y lo mejor para pasar más tiempo juntos es viajar. Entonces, vendimos todo, nos hicimos una cocina móvil, que llevamos atrás del auto”, contó el joven papá.
Armaron un trailer, pusieron un horno, una freidora grande, y salieron. Hoy ya hace siete meses que están viajando.
Los chicos no se quejan, pero papá y mamá admiten que los primeros meses las cosas no fueron tan fáciles: “En Brasil nos fue muy mal, porque el brasilero tiene una costumbre gastronómica muy diferente, y nosotros íbamos con milanesas, empanadas, cosa que ni conocen. Además, en 28 días nos quedamos sin plata, más que nada porque no sabíamos viajar. Así que bueno, decidimos volver a Argentina, cruzamos por Puerto Iguazú, y teníamos sólo 100 pesos, me acuerdo. Conocimos unos viajeros colombianos que nos dieron una mano y nos alentaron a seguir, porque nosotros ya nos volvíamos a nuestros trabajos”, siguió contando Jael.
Y Patricia agregó: “La verdad que nadie te dice que es difícil. Te cuentan las cosas lindas, y a veces lo feo lo vas viendo en el camino. Nadie te cuenta que cuando salís a vender la gente te mira, te juzga, porque estás en la calle vendiendo o porque estás con los nenes. O muchos lo primero que preguntan es cómo hacemos con la escuela. Cuando la pregunta debería ser si los chicos están felices, qué y cómo están aprendiendo ellos”.
En total, la familia visitó 10 provincias argentinas, tantos pueblos que no recuerdan, convivieron con turistas, vecinos de todas partes, y sobre todo, cocinaron con casi cada uno de ellos: “Yo conocí el mar a los 17 años, porque en el pueblo en el que vivía no había mar. Y mi hijo ayer manejó un barco, a los diez años, gracias a una familia que conocimos viajando. Ellos conocen el mar, se metieron al agua en Brasil y en otros lugares de Argentina. Recorrimos el Parque Nacional de Iguazú, visitamos la represa del Yacyretá, y ellos aprendieron su capacidad, sobre el convenio bilateral, sobre la ciudad que surgió de la represa. Fuimos al museo sanmartiniano, y vimos la historia de San Martín. La semana pasada fuimos a Ushuaia y visitamos el Glaciar Martial, imaginate ellos con la boca abierta.
Misiones, Corrientes, Chaco, Santa Fe, Córdoba, Río Negro, Chubut, Santa Cruz, y Tierra del Fuego.
Para los Damonte, el objetivo más próximo es llegar La Quiaca por la Ruta 40, aunque planean también conocer parte de la Patagonia chilena. Tanto Jael como Patricia aseguran que no planifican demasiado, y sobre todo, no hacen cosas por obligación: “Nosotros resolvemos lo inmediato. Ahora por ejemplo, resolvemos el desayuno, ayer resolvimos el dónde íbamos a dormir, y así estamos. La verdad que con las redes sociales hoy tenemos una gran ayuda, que ya hace cuatro meses estamos publicando los lugares que visitamos y las cosas que hacemos. Pero si no, es salir a vender, llenar el tanque, y seguir enfocados en el día a día. Empezamos con la venta de tortas de mandarina, y pan relleno, pero después hicimos una producción grande de escabeches y lo publicamos, así que la gente se re copó y vendimos todo lo que habíamos hecho. Ahora, hasta nos piden que preparemos comidas a domicilio, una cena de chef, para una fecha particular, un evento”, contó Patricia.
En total, calculan que llegarán a La Quiaca en seis meses, más que nada porque nunca pasan sólo una noche en cada lugar. La gente los invita, los lleva a conocer lugares en cada parada, y les hace conocer comidas, recetas, preparaciones típicas de cada lugar: “Nosotros salimos a conocer paisajes, y terminamos conociendo más gente que paisajes, y te terminás dando cuenta que tenés familia alrededor de toda la Argentina. Gente importante en nuestra vida que no la hubiéramos conocido nunca en La Plata”, admitió Jael.
Ambos están agradecidos, y aunque admiten que hay desafíos y momentos de duda, con dificultad, agradecen a Dios y las personas que en cada parte del camino les ayudan a cumplir este loco sueño familiar. En cuanto a ellos, todos coinciden en que la meta de estar más juntos que antes se cumplió: “La verdad que nos conocemos más. Ellos a nosotros y nosotros a ellos. No tienen secretos con nosotros, y saben que nos pueden contar cualquier cosa. Yo siento que soy mejor padre, que ella es mejor madre, y ellos mejores hijos, y mejores hermanos entre ellos. Al principio cuando arrancamos el viaje se peleaban, por horas, cuando iban juntos atrás en el auto. Ayer volvimos de Ushuaia, y durmieron las primeras horas y las otras dos jugaron, pero jugaron bien. Además, todo lo que hay que decidir ahora lo decidimos juntos”, dijo Jael.
Y agregó: “La vida es sencilla, nosotros la complicamos. Vos comenzás trabajando ocho horas. Pero después querés ganar cinco mil pesos más, así que trabajás cinco horas más todos los días. Y si ganás treinta, querés cincuenta, pero terminás necesitando setenta…”.
Hoy los Damonte están en Chile, recorren, cocinan, intercambian experiencias con otros viajeros, visitan museos y parques, y van registrando todo en su fan page de Facebook Amoreschef; con rumbo al extremo norte del país. Pero sobre todo, lo hacen en familia.