Con el acento en el impacto del cambio climático y buscando mantener el clima de cooperación se reunió en Berlín el sistema del Tratado Antártico. Un diálogo entre política y ciencia, más allá del Continente Blanco.
BUENOS AIRES.- Del 23 de mayo al 3 de junio, a 14 mil kilómetros del Continente Blanco, el sistema del Tratado Antártico debatió en Berlín propuestas para una región amenazada. En la agenda de la Reunión Consultiva (ATCM, por su sigla en inglés) hubo desde temas globales como el cambio climático y la cooperación internacional, hasta otros aparentemente locales, como la protección del pingüino emperador o la regulación del turismo.
Pero, como advirtió en su discurso inaugural Jennifer Morgan, titular de la secretaría del Tratado Antártico, “lo que ocurre en la Antártida no se queda en la Antártida”. Estudios demuestran que hay una fuerte correlación con fenómenos que suceden en los demás continentes.
Esta ATCM número 44 es la primera presencial tras dos años de pandemia y reunió a representantes de los 54 estados miembros de los cuales 29 son partes consultivas, es decir con derecho a voz y voto. Diez países latinoamericanos forman parte del Tratado: Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú y Uruguay son consultivas, y Colombia, Cuba, Guatemala y Venezuela, no consultivas.
En esta oportunidad, cerca de 400 delegados de 39 Estados, organismos internacionales y ONGs participaron de las sesiones de manera presencial y virtual.
Este encuentro, presentó una oportunidad para avanzar en los temas de la agenda antártica, en particular en la protección de su medioambiente. En estas reuniones se abordan asuntos referidos al funcionamiento del Sistema del Tratado Antártico y su Secretaría, cuya sede se encuentra en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La agenda incluyó también cuestiones científicas y de cooperación internacional, la protección ambiental y el cambio climático, la seguridad en las operaciones en ese continente, la actividad antártica de los programas nacionales y la regulación del turismo. Las Partes Consultivas del Tratado Antártico adoptaron medidas para regular diversos temas de la actividad antártica.
Nuestro país presentó una serie de documentos de trabajo e informativos relacionados con la actividad científica y de protección ambiental que lleva adelante nuestro Programa Nacional en la Antártida.
La delegación argentina fue presidida por el director Nacional de Política Exterior Antártica, Ministro Fausto López Crozet, y estuvo conformada por la Directora Nacional del Antártico, Lic. Patricia Ortúzar, funcionarios diplomáticos, científicos y técnicos de la Dirección Nacional del Antártico y del Instituto Antártico Argentino, así como por integrantes del Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR).
El Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería, Guillermo Carmona, expresó recientemente que: “A poco más de 60 años de su entrada en vigor y 30 años de la firma de su Protocolo sobre Protección del Medio Ambiente, el Tratado Antártico se consagra hoy como un instrumento fundamental para fortalecer la investigación científica, la cooperación internacional y la preservación del ecosistema antártico. Garantiza la paz en el continente antártico y cautela, a través de su artículo IV, nuestros derechos de soberanía sobre el sector antártico argentino”.
La Argentina, uno de los doce países signatarios originarios, mantiene una presencia histórica y permanente en la Antártida. En 1904 comenzó a funcionar la Base Orcadas, primera base permanente de un país en ese continente. La Argentina ha sido también pionera con la creación en 1951 del Instituto Antártico Argentino, el primer centro de investigación del mundo dedicado exclusivamente a la ciencia antártica. Nuestro país es reconocido como un actor protagónico dentro del Sistema del Tratado Antártico.
La Antártida y el clima mundial
“El interés global está centrado en torno al cambio climático, por la relación que tiene la Antártida con los diferentes continentes, su rol como regulador del clima y los efectos directos en el nivel del mar, inundaciones y otros temas para el futuro del planeta. Por eso la relevancia de actuar y de estar en un área que necesita ser investigada”, destaca el comandante Santiago Coral, del Instituto Oceanográfico y Antártico de la Armada del Ecuador.
“Hoy en día, proteger la Antártida ya no es una acción romántica de ecologistas, sino que tiene una dimensión práctica. Estamos poniendo en jaque a una región determinante en el clima mundial”, advierte Marcelo Leppe, director del Instituto Antártico Chileno (INACH).
Eventos extremos en la Antártida traen consecuencias en otras partes del mundo. Se ha visto que a aumentos de temperatura le han sido seguido aluviones en Chile, alerta el investigador, y observa que “la corriente circumpolar antártica es la principal corriente marina del mundo y tiene conexiones con regiones distantes como el mar de Japón o el mar del Norte en Inglaterra. Regula procesos climáticos y transporte de nutrientes. La productividad del océano frente a Chile, por ejemplo, está definida por la temperatura, la concentración de nutrientes, la salinidad y el pH de esta corriente”.
Pingüino, amenazado
“La conferencia se centró en la lucha contra la crisis climática y la protección de los ecosistemas. Específicamente, la designación de áreas protegidas para resguardar el clima y la diversidad natural en la Antártida”, explica Miriam Wolter, jefa de la delegación de Alemania y de la División de Derecho Marítimo, Antártico, Aéreo y Espacial del Ministerio Federal de Asuntos Exteriores de este país.
“El reporte del Comité Científico para la Investigación en la Antártida (SCAR) sobre el estado del cambio climático en Antártida es lapidario. Estamos muy lejos de moderar el incremento de temperatura, y con la cantidad de gases de efecto invernadero que ya hemos liberado tenemos amenazadas a especies emblemáticas, como el pingüino emperador, que ha comenzado a desaparecer en las áreas periféricas de la Antártida”, observa Leppe.
En la Bahía Margarita, en el norte de la Península Antártica, no se registran colonias de ese pingüino desde 2014. El hielo ha ido desapareciendo y han debido moverse hacia el sur. Pero como dependen del hielo marino para su alimentación y ciclo de vida, adentrarse en el continente es una opción limitada.
Junto con promover la protección y la preservación del hábitat de numerosas especies animales de la Antártida, Alemania pone el foco en esa ave. “La especie de pingüino más grande del mundo no sólo es una especie de mascota de la Antártida, sino que, lamentablemente, también es un símbolo de los efectos del cambio climático. Alemania y otros países quieren que quede bajo la protección especial del Protocolo de Protección Ambiental del Tratado Antártico”, apunta Wolter.
“Un tema de interés es el creciente turismo antártico y cómo puede hacerse sostenible”, señala la jefa de la delegación alemana, Dra. Miriam Wolter, sobre la agenda de esta ATCM en Berlín.
“Aquí están representados los gobiernos y están las más grandes potencias del mundo. Si se puede hacer algo es con voluntad política. Este es uno de los pocos foros que pone a la ciencia en la misma mesa”, dice Leppe, y observa que cualquier avance requiere también de un cambio de comportamiento personal: “En eso soy optimista. El Tratado Antártico está fortaleciendo su rol educador, comunicando la importancia de la Antártida no solo en estamentos políticos, sino a la comunidad para que se involucre en combatir el cambio climático”.