La aparición de restos humanos pertenecientes al pueblo yagan durante la construcción de la ruta 30 precipitó la decisión del Gobierno de Gustavo Melella de replantear el recorrido de la obra. A raíz del hallazgo, la comunidad Paiakoala de Ushuaia se presentó como querellante en la causa iniciada contra el Gobierno de Tierra del Fuego por la Asociación Manekenk.
USHUAIA.- Los restos de una niña yagan hallados durante la construcción del Corredor del Beagle, en el tramo que va desde Baliza Escarpados a Estancia Remolino, provocaron la inmediata reacción de la comunidad yagan Paiakoala, que días atrás se constituyó como querellante en la causa judicial iniciada por la ambientalista Manekenk.
La acción de la comunidad yagan se produjo a días de la salida de Rosana Bertone del poder, casi en simultáneo con la entrega de los restos humanos hallados a orillas del canal Beagle, pertenecientes a una niña del pueblo yagan de entre 5 y 6 años.
Según indicaron ayer desde el Gobierno, ya hay tres exfuncionarios de la gestión Bertone denunciados por no haber observado las recomendaciones de personal técnico y especializado, incluso ocultando un informe con el relevamiento de yacimientos arqueológicos de la consultora Terramoena. La causa tramita en el juzgado del Dr. Federico Vidal y es un desprendimiento de la denuncia inicial de Manekenk, esta vez con aporte de datos fundamentales de la comunidad yagan, luego del hallazgo de los restos humanos.
Ante esta situación, la ministra de Obras y Servicios Públicos, Gabriela Castillo, dio a conocer la decisión de revisar la obra del corredor costero ante el impacto generado al patrimonio provincial, aunque aclaró que no habrá una paralización definitiva.
“Nosotros respetamos que hay compromisos asumidos por la provincia, pero el objeto de la ruta escénica es la promoción del turismo y esto tiene que ir de la mano del resguardo de nuestro patrimonio natural y arqueológico. Se analizará lo ejecutado y se harán los ajustes que correspondan”, dijo Castillo por Radio Provincia.
“Fue una profanación”
La comunidad Paiakoala aportó toda la documentación obrante en su poder para demostrar que el Gobierno de Bertone incurrió en una falta grave al no realizar la consulta previa e informada con el pueblo yagan, necesaria para hacer movimientos de suelo en el lugar donde yacen sus ancestros.
Víctor Vargas Filgueira explicó, en diálogo con El Sureño, que “la consulta previa es una instancia en la que participan sólo las partes involucradas. En este caso, la empresa, nosotros y el Gobierno. Si a cualquier persona le preguntaran: “¿vos aceptarías que profanen las tumbas de tu familia que están en el cementerio?” Por supuesto le diría que no. Ellos sabían que los indígenas yaganes no daríamos nuestro consentimiento para romper todos los vestigios arqueológicos que encontraran en su camino”, afirmó.
“Lo que hubo en la ruta 30 es una profanación porque los enterratorios de mi pueblo eran según el lugar donde perecía el individuo”, dijo el representante originario. Si bien no fue informado el lugar exacto donde se produjo el hallazgo, los restos humanos fueron recogidos por los arqueólogos que trabajaron en la obra y llevados al Museo del Fin del Mundo, donde Víctor Vargas trabaja desde hace varios años.
“Por la buena relación y la mente abierta de las autoridades del Museo del Fin del Mundo, de su directora Silvia Tale que es mi jefa directa y de mi compañera Marian Pousa que es jefa del departamento de conservación, nos han permitido estar con los restos en un lugar cerrado, mis hermanos y yo. El pequeño informe que llegó a través de los arqueólogos del rescate es que se trataba de una niña de unos 5 o 6 años y tenía un ajuar de caracoles”.
Los miembros de la comunidad yagan Paiakoala pudieron presentarse como querellantes por tener un bisabuelo documentado. “Él es Asenewensis, el protagonista de mi libro “Mi sangre Yagan”. Fue el último de nuestro linaje que tenemos fotografiado pero hay otros detrás de él. Pensar que esta niña hasta podría pertenecer a nuestra familia. Para nosotros es muy triste no tener una explicación del Gobierno porque tendrían que habernos entregado un informe arqueológico en el que nos explicaran de qué manera fue hallado, dónde y por quién”.
En la zona de la costa hay muchos enterratorios y todos los informes arqueológicos, salvo el presentado por Gancedo, recomendaba desviar el trazado de la ruta para no tocar ese sector donde aparentemente fue hallado el cuerpo.
“Nuestro corazón yagan nos permite dilucidar que han habido otros hallazgos y que no los han sacado a la luz por una u otra cuestión y que quizá descansen de la peor manera debajo de esa mole de tierra de 10 metros de ancho. Una ruta que fue diseñada y autorizada para uso turístico y termina siendo para uso de tránsito pesado”, lamentó Víctor Vargas.
Además de la niña yagan restituida el mes pasado, en el Museo del Fin del Mundo hay otros 40 cuerpos del pueblo canoero que han sido sacados de la costa en diferentes lugares y momentos y que también serán entregados oportunamente.