Todo padre tiene una función muy especial en la vida de sus hijos. Se trata principalmente de darles estos dos permisos, o pasaportes, que analizaremos a continuación:
- Les otorga el permiso para que se vayan del hogar y regresen
Como hijos necesitamos el permiso de papá para irnos, para dejar el nido, porque debemos aprender a independizarnos, a arreglarnos por nuestros propios medios, a construir mirando para adelante. La autoridad del padre brinda esa posibilidad de “extender las alas y volar” y la motivación suficiente para avanzar en la vida. De este modo, incorporamos la idea de un mañana positivo lleno de esperanza. La maravillosa labor de un padre con sus hijos consiste en habilitarlos para disfrutar un futuro exitoso. Tristemente muchos padres maltratan, sobreprotegen y retienen a sus hijos. Pero ellos precisan escuchar de sus padres: “Confío en que usarás para bien todo lo que sembré en vos”. Así fortalecen su autoestima para poder accionar y construir su propia vida sin temor a crecer. Aunque suene extraño, hay personas que tienen miedo de crecer y convertirse en adultos responsables. Esto suele suceder cuando un hijo permanece en el hogar paterno cuidando a sus padres. Por esto, en algunos casos, no puede formar su propia familia y desarrolla el temor a crecer. Es posible formar una familia y cuidar a los padres, una cosa no anula la otra. El origen de este temor es la ausencia de un padre (aunque físicamente esté presente) que le diga: “Hijo, sos capaz de volar del nido y construirte un futuro extraordinario. Las puertas de esta casa siempre van a estar abiertas si alguna vez necesitás volver. Te amamos y estamos orgullosos de vos”. Un ser humano construye su identidad con seguridad interior sobre la base de este permiso que le da su papá.
- Les otorga el permiso para que aprendan a través de la experiencia
El mejor maestro que podemos tener en la vida es la experiencia. Por ejemplo, cuando le prestamos dinero a alguien y nunca nos lo devuelve, aprendemos la lección: no hay que prestar dinero. La experiencia nos ayuda a aprender más que cualquier otra cosa. Aquellas personas que viven reclamándoles a sus padres y a los demás, demuestran inmadurez que se debe a la falta de experiencia. Pero solo cuando podemos dejar el hogar paterno y vivir solos e independizarnos, ya sea que formemos una familia o no, logramos aprender por medio de las distintas experiencias vividas. Es entonces cuando ya no precisamos pedir, ya que nos hacemos responsables de nuestras propias vidas y nos enfocamos en el “tener” para comenzar a “ser”. En algunos casos aprender de esta manera resulta doloroso pero siempre nos permite madurar en carácter y adquirir fortaleza.
Un buen padre no es alguien perfecto sino alguien que les transmite a sus hijos un futuro bueno y los deja volar y aprender por experiencia. Y, sobre todo, alguien que siembra buenos recuerdos en sus vidas. Podremos olvidarnos de lo que nuestros padres nos han dicho pero jamás nos olvidaremos de los lindos momentos que vivimos con ellos.