TROYES, FRANCIA (AFP).- Eduardo Sepúlveda es el único ciclista argentino en el Tour de Francia. Hace diez años, a principios de julio de 2007, regresaba de una carrera ciclista en Bragado, en la provincia de Buenos Aires, hacia su ciudad, Rawson, en Chubut, y tuvo un accidente en el que murió su padre, y el ahora ciclista profesional resultó herido.
Diez años después de aquel accidente, cuando el padre traía a su hijo de 16 años, que acababa de ganar la quinta fecha de la Copa Nacional Infanto-Juvenil, Eduardo “Balito” Sepúlveda quiere ganar una etapa.
“El Tour es una carrera larga y recién comienza. Hay que ver cómo va evolucionando a lo largo de los días, pero sin duda me gustaría poder pelear por un triunfo de etapa”, explica el corredor argentino del Fortuneo a la AFP.
Cuatro ciclistas argentinos han participado hasta ahora en el Tour de Francia, el propio Sepúlveda, en su tercera participación, Maximiliano Richeze y Juan José Haedo, que fue quinto en una etapa, además del nacionalizado español Juan Antonio Flecha, que ganó una etapa de la ronda francesa en 2003.
“No siento ninguna responsabilidad por ser el único ciclista argentino en el Tour. Creo que el país está feliz de tener un representante, por lo que no siento que sea una presión.
Intentaré disfrutar y poder hacer algún buen resultado”, explica.
Esta es su tercera participación en el Tour. La primera, en 2015, fue amarga, al ser descalificado en la decimocuarta etapa por haberse subido al coche de otro equipo, en la segunda, en 2016, obtuvo la mejor clasificación de un argentino en la clasificación general, con el puesto 59.
Tras las primeras etapas ocupa el puesto 37 en la general, a 4 minutos y 10 segundos del líder Chris Froome.
“El Tour es una carrera distinta y se ve desde el minuto cero, tanto con el público, como con la velocidad y estrés del pelotón. El primer año terminó luego de un percance mecánico y un momento de desesperación. El segundo año la misma emoción, aunque por una lesión que tuve a principio de temporada no llegué bien físicamente y se hizo dura la competencia”, explica.
De Boca y del Barcelona
Hasta los trece años estuvo jugando al fútbol, antes de decidirse por el ciclismo. “Ahora la verdad no soy muy fanático, pero me gusta Boca Juniors y el Barça”, afirma.
Su familia, empezando por su madre, Alba Magariños, que trabaja en una agencia de seguros automóviles, y sus tres hermanos, una de ellos melliza del ciclista, estarán pendientes de Eduardo en este Tour.
“En Chubut viví hasta los quince años, en que me fui a Buenos Aires a un centro de alto rendimiento argentino para poder tener más competencia, ya que en el sur de Argentina no hay mucho ciclismo. Y a Europa vine la primera vez con el equipo nacional a España, y luego al año siguiente al centro Mundial de la UCI en Suiza”, dice.