Este año, se cumplieron dos décadas de la fundación de Sol Naciente, equipo local emblema de inclusión deportiva. María Esther Mansilla, es jugadora de futsal y entrenadora del equipo Solcitos, para niñas. En diálogo con El Sureño, contó la historia del equipo, y habló de la necesidad de igualar el acceso derechos para las jugadoras de futsal.
RIO GRANDE.- Hace 20 años, Pini ya jugaba junto a su hermana Patricia en Sol Naciente, el equipo de futsal femenino creado por María Saldivia, su madre. Hoy, le toca a ella ser entrenadora, y junto a su hermana, hija y sobrina conformar el legado vivo de dos décadas de trabajo.
“El recuerdo que yo tengo de lo que era el inicio del equipo Sol Naciente, es que nosotras ya jugábamos, pero participábamos en otros equipos en ese momento”, comenzó narrando María Pini Mansilla Saldivia.
Su mamá, María Saldivia siempre tuvo interés en promover un sentido de participación e identidad, a través de las actividades deportivas para la niñez. Empezó a pensar en presentar su propio equipo de futsal femenino, para participar de los Juegos Evita, en las categorías infantiles. Posteriormente formó también la categoría libre. De allí en adelante, enfocó su esfuerzo en llevar el equipo a la Asociación, que tenía relación a nivel nacional con CAFS. “De hecho, antes no era una asociación, así que ella también formó de esa conformación como Asociación. También ella hizo, que esto de buscar jugadoras sea algo habitual para nosotras. El escucharla preguntarle a todo el mundo si tenían alguien que se interesara por jugar, aprender a jugar al futbol. Porque en esa época todavía no había una gran competencia, pocos equipos se dedicaban a esto, y para nosotras era común verla todo el tiempo reclutando, buscando mujeres para jugar futbol. Es algo que vivimos desde chicas, su esfuerzo. Además, formábamos parte del equipo como jugadoras”, remarcó Pini.
María Saldivia, también hacía hincapié en dirigirlas, decirles a las jugadoras como pararse en la cancha, como practicar jugadas: “Desde jóvenes podíamos ver el esfuerzo que ella dedicaba a que su equipo esté siempre participando. Después, fue ella también quien comenzó a insistirme para que yo formara las categorías infantiles porque ella se dedicó a presentar ante CAFS la categoría libre y no tenía tiempo de armar y entrenar a las infantiles”, siguió relatando Pini.
Desde hace más de cinco años, comenzó la historia: presentar proyectos en los gimnasios para obtener horas, alquilar horas con dinero autogestionado: “Todo para ir formando el equipo de infantiles de Sol Naciente, y las llamamos Solcitos. Comenzamos teniendo muy pocas jugadoras, pero de a poco se fueron armando categorías. Actualmente, son tres las categorías que participan en CAFS”, dijo.
Hacer y dirigir
María Esther hoy recuerda que su madre, siempre le comentaba la diferencia entre jugar o mirar desde afuera, y encargarse de un grupo. “Sobre todo tener en cuenta que son niñas, y los deseos que ellas tienen de aprender. Realmente se esfuerzan por lo que hacen, a la vez que lo ven como un juego. Eso es lo que uno siente diferente cuando es jugadora y cuando tiene la oportunidad de manejar un equipo de nenas. Es muy diferente el sentimiento y lo que uno llega a experimentar personalmente”, dijo, emocionada.
“Después del fallecimiento de mi mamá, creadora de Sol Naciente, estar a cargo de Solcitos, nos trajo nuevos desafíos. No solamente como jugadoras, sino como mujeres. Sentir que el futsal femenino debe tener su espacio, al igual que el masculino. Que para las mujeres, el esfuerzo, por más que parezca una propaganda feminista realmente es doble, siempre y para todo: La mayoría son madres, trabajadoras, profesionales, que dejan su tiempo para poder jugar el deporte que les gusta, que disfrutan y para mí eso es algo que hay que respetar, y no desmerecerlo”, subrayó la entrenadora.
Promesas pendientes
A modo de anécdota, María recuerda una de las primeras veces que participó como entrenadora, después que su madre le propusiera entrenar a niñas futbolistas: “Con las Solcitos, cuando nos presentamos por primera vez, ante de presentarnos en CAFS, tuvimos la posibilidad de presentarnos en los Juegos Evita. Participar de reuniones en las que todos los técnicos son varones, y encontrarme yo como mujer presentando a un equipo, que, aunque la mayoría conocía a mi mamá, no me conocía a mí. El nombre era distinto, pero era una rama del mismo árbol. Algunos equipos… mostraban cierta diferencia, que justamente por ser mujer, asumen que una sabe menos que ellos”, relató.
En dos ocasiones Solcitos, tuvo la oportunidad de jugar en la instancia provincial, compitiendo con jóvenes de 14 años primero, y las de 16 después: “Ver que todo el esfuerzo que una hace, de presentarlas, juntar la documentación y todo lo necesario, es un esfuerzo de muchos días y meses, y realmente llegamos a la instancia de llegar a Ushuaia”, reconoció.
La diferencia en el nivel de competitividad fue una dosis de realidad, en la que se volvió a notar el hecho de no contar con espacios propios para entrenar siempre: “Notamos diferencias en el nivel de competitividad. Nosotras en Río Grande, no tenemos un lugar para que las categorías que van a participar de los Evita entrenen previamente”, remarcó.
Como otros entrenadores, Pini busca horas, o entrena con varias categorías juntas en el mismo espacio: “Es más desgastante… y aun así, tiene sus frutos: ves a las chicas que avanzan, que aprenden cosas a pesar de estos obstáculos, de no tener la disponibilidad de los espacios. Incluso cuando hemos presentado notas, hemos pedido. Pero tratamos de seguir participando, de seguir compitiendo, juntos con los demás técnicos de esquipo de nenas, que estamos todos en el mismo baile”, contó.
Para mantener un nivel competitivo, quienes dirigen los equipos locales pactan partidos amistosos y aprovechan las horas, para que sean de beneficio para otros equipos a parte del propio: “Fomentamos la amistad, el compartir, porque esto se trata, establecer lazos de amistad. De cambiar la visión que uno tiene del futbol, del deporte siempre con la violencia. Nosotras como mujeres, podemos demostrar que tenemos la capacidad de cambiar eso”, indicó.
Sin embargo, la necesidad existe y persiste: “Uno de los deseos que mi mamá siempre tuvo, no solamente como dirigente del equipo Sol Naciente, sino como representante de la asociación de futbol femenino de CAFS, siendo secretaria; el sueño que no pudo ver cumplido es que contáramos con nuestro propio espacio como asociación”, reconoció.
“Lo mismo que todos los clubes que no tienen personería jurídica, que realmente dependen de la asociación para su participación en futsal. Contar no solo con una cancha, un SUM donde realizar las reuniones. Siendo que actualmente, la asociación de futsal tiene aproximadamente 14 equipos que participan más las categorías inferiores de cinco de estos. Es algo que no se cumplió para mi mamá en vida, y sé que sería de beneficio para todos los equipos de futbol femenino”, insistió.
María Saldivia, se encargaba de presentar papeles, buscar disponibilidad de alojamientos, entrenar, reclutar jugadoras, y difundir el amor por el futsal femenino: “Siempre priorizando que las jugadoras, las deportistas contaran con todo lo necesario, para estar concentradas en dar de sí en lo deportivo. Todo ese esfuerzo que ella hacía, las promesas que muchos políticos le hicieron de que nosotras podríamos tener un SUM, una cancha, un lugar propio, es algo que no pudimos ver hasta ahora. Y creo que, hasta hoy mismo, es un deseo de todos los equipos. No es solo para uno, sino para los 14 equipos que participan actualmente: hacer que la competencia crezca y, sobre todo, que las niñas de la ciudad tengan un lugar seguro donde practicar deporte, en vez de estar en la intemperie, con los riesgos que eso trae”, finalizó.